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JULIO RODRÍGUEZ
Lunes, 7 de marzo 2022, 00:16
En 2022, afortunadamente, nadie se extraña de que una niña juegue al fútbol. Puede parecer algo fuera de lo común que, teniendo la oportunidad de inscribirse en tres clubes femeninos cerca de su casa, lo haga en un equipo mixto, pero lo entenderán en estas líneas porque la historia de esta futbolista es de fidelidad y compromiso. Llegó por casualidad al Marbella F. C. Su hermano entrenaba en la cantera y ella quería seguir sus pasos, pese a que sus padres no manejaban el fútbol como alternativa para las actividades extraescolares.
No porque lo encasillaran como un deporte de chicos, en absoluto, sino por la preocupación de que un contacto más duro de lo convencional (lleva un 'port-a-cath' en el pecho) echara por tierra largas horas y horas de hospitales, consultas y tratamientos que propiciaban algún día de luz para una enfermedad angustiosa. Paola Martín Lahoz tiene doce años; es divertida, feliz, entusiasta, cariñosa, con un espíritu de superación envidiable y un carácter exigente, ganador, que le permite alcanzar metas que ni su entorno podía imaginar cuando desde su nacimiento se le detectó fibrosis quística.
Desde que llegó al mundo, su vida, la de sus padres y la de su hermano Juan han consistido en cultivar esperanzas ante una situación crítica: afrontar una enfermedad incurable desde el desconocimiento previo, sin recursos económicos para unos tratamientos caros, sin ayudas públicas, pero con la certidumbre de que iban a volcar todo su esfuerzo en cumplir un sueño: hacer una vida normal. Partido de cuarta división, entre el infantil C del Marbella F. C. y el Atlético Marbellí. Hace prácticamente un mes, el 29 de enero, la utopía se hizo realidad. Después de cuatro temporadas entrenando a duras penas llegó el momento del debut soñado.
No jugó antes porque ni ella ni su técnico ni su equipo querían hacer una aparición testimonial en fútbol-7 para ganar un aplauso fácil. Debía saltar al campo cuando estuviera lista para un encuentro oficial, federado, en fútbol 11, como los demás. Salió para disputar más de media hora, se fajó de igual a igual ante su propio asombro. «No me lo creo. He podido ir fuerte, no me cansé tanto y lo pude dar todo. Lo veía imposible porque cuando hacía deporte 10 minutos hiperventilaba, tosía muchísimo, sentía que no podía más con el corazón a mil», compartió la propia protagonista en las redes, donde vuelca su lucha contra la enfermedad para animar a quienes viven una situación similar. El inconformismo es su constante. Cuando le preguntamos por su estreno soltó un «casi meto un gol, pero nada».
Paola tiene ángel. Todos la conocen en Marbella por su persistencia, y la admiración es compartida. Probó en un equipo femenino, pero le duró una tarde. Sentía que su sitio estaba con sus compañeros de siempre, quienes la trataron como una más ayudando en todo a su adaptación. No podía dejar a sus amigos, todos, como Rodri, Diego Costa, Iker y a los entrenadores Rafa Ucles y Pedro Iborra, que por encima de ganar saben que la mayor victoria es la integración, la formación, el derecho que deben tener todos los niños a hacer lo que más les gusta, aunque unos desarrollen más habilidades que otros.
«Adoro a Paola por sus inmensas ganas de vivir, por su amor al fútbol. Está sorteando muchos inconvenientes para lograr su sueño, jugar federada como una más. El grupo está encantado con ella, se hace querer por su esfuerzo, sigue mejorando, y ya pensamos en el próximo partido que pueda jugar», afirmó Ucles a SUR. En la grada, sus padres, Juan y Reyes, atónitos.
«Es una vida de lucha. La fortaleza de Paola nos ha hecho salir adelante. Lleva poco más de un mes con una nueva medicación que le está sentando muy bien. Nadie imaginaba que tres pastillas (Kaftrio) hicieran la magia que está haciendo. Somos conscientes de que sin esta medicación no lo hubiera logrado. Su capacidad de lucha es increíble. Ella sabe que sus compañeros confían en ella y les devuelve esa confianza», comentaron a SUR. Camiseta blanca, con el 17 a la espalda en honor a su ídolo (Lucas Vázquez), pase lo que pase, Paola, la misma que ha sacado siete dieces en el colegio Bocanegra y sigue con hambre de fútbol, la verán cada lunes y miércoles en el campo Luis Teruel Aguilar demostrando que a ganas de vivir no le supera nadie.
La fibrosis quística es una enfermedad rara degenerativa, crónica y hereditaria que en España aparece en uno de cada 5.000 nacimientos. Afecta principalmente a los sistemas respiratorio y digestivo produciendo infecciones que destruyen zonas del pulmón, hígado y páncreas, según informa la Federación Española de Fibrosis Quística. Su esperanza de vida se establece sobre los 35 años. La madre de Paola es enfermera y forma parte de la asociación de fibrosis quística. Junto a múltiples asociaciones, entre ellas Peña Marbelleros, han organizado acciones solidarias para costear tratamientos como un chaleco vibratorio Vest Hill-Rom, con un coste de 80.030 euros, que presiona la zona de los pulmones para extraer la mucosidad de forma ascendente y mecánica.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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