Nino saca oro para el Elche

El equipo aragonés volvió a dejar claro en el esta primera eliminatoria por el ascenso a LaLiga Santander que ha sido el equipo que más caro ha pagado el parón de la competición por el confinamiento por la pandemia de la Covid-19 y que su rendimiento desde que se reanudó la Liga en junio como local ha dejado demasiado que desear. Toda su fortuna la ha dilapidado como local, cuando en el mes de marzo parecía el candidato mejor posicionado a hacerse con una de las plazas de ascenso directo.

Los dos equipos saltaron al terreno de juego algo más incisivos de lo que se habían mostrado el jueves en el partido de ida de la eliminatoria, sobre todo el conjunto ilicitano que en su primer acercamiento a la portería de Cristian Álvarez tuvo la primera opción por medio de Fidel.

Zaragocistas e ilicitanos dejaron claro sobre el terreno de juego que no estaban dispuestos a dejarse sorprender por su rival, aunque poco a poco fueron los hombres de Víctor Fernández los que se hicieron con el control territorial, pero volvieron a dejar en evidencia que su falta de efectividad en ataque les está lastrando para poder dominar el marcador.

Los locales dispusieron de algunas aproximaciones con peligro hasta la portería defendida por Edgar Badía, la primera de ellas por medio de Burgui a los ocho minutos, aunque fue en las cercanías de la primera media hora de juego, poco antes de la parada para hidratación, cuando Kagawa dejó un gran balón a Linares que no fue capaz de transformar en gol.

El Zaragoza era consciente de que debía buscar un gol que le diera tranquilidad, pero su rival no cedía en su intención de aprovechar cualquier falló de su adversario para intentar batir a Cristian Álvarez lo que complicaría mucho las cosas a los aragoneses. De hecho, las mejores ocasiones ilicitanas se vieron frustradas al incurrir los atacantes visitantes en fuera de juego.

Tras el descanso, los maños se hicieron con el control territorial y a los 50 minutos una combinación entre Burgui y Kagawa dejó en buena posición al japonés que estrelló su disparó en el larguero tras desviarlo ligéramente Dani Calvo.

Cinco minutos después fueron los hombres de José Rojo 'Pacheta' los que trenzaron su mejor combinación que terminó echando abajo la defensa blanquilla.

El Elche parecía estar por la labor de dejar la iniciativa a su rival en busca de su desgaste casi más en busca de llegar a la prórroga que de tratar de resolver en el tiempo reglamentario.

La mejor opción para los ilicitanos llegó pasado el ecuador de la segunda mitad con un lanzamiento algo lejano de falta que ejecutó con maestría Fidel y obligó a realizar su primera gran intervención de la eliminatoria. La contra zaragocista estuvo a punto de dar sus frutos pero Kagawa llegó demasiado justo de fuerzas a los últimos metros para tener la suficiente claridad de ideas para resolver.

Un rápida acción ilicitana que Víctor Rodríguez leyó a la perfección con el desmarque de Juan Cruz que metió el balón que no acertó a despejar la defensa local y llegó a Nino que a sus cuarenta años con el balón en su pierna no le flojearon las piernas ni las ideas para aprovechar la ocasión para batir a Cristian Álvarez.

Víctor Fernández decidió jugárselo el todo por el todo y metió toda la artillería posible, el partido iba a acabar a los 90 minutos y solo le quedaban ocho minutos más los que prolongase el colegiado para voltear la eliminatoria.

No tardó en llegar la ocasión con el jugador más incisivo de toda la eliminatoria de los zaragocistas, Burgui, que fue derribado en el área. El penalti fue inapelable. El recién entrado Javi Ros asumió la responsabilidad de lanzarlo, pero Edgar Badía olió el miedo y lejos de lanzarse a un lado u otro se quedó quieto y solo tuvo que saltar para detener el inocente lanzamiento del blanquillo.

La desesperación maña fue total. El equipo aragonés podía haber tenido casi diez minutos para hacerse con la eliminatoria y así veía como sus opciones de pelear por el ascenso se diluía. Los ilicitanos incluso pudieron volver a marcar pero no fueron capaces de concretar su último ataque.