Ignacio Tylko
Sábado, 19 de septiembre 2015, 02:22
Seguro que Rafa Benítez, técnico amigo de los partidos equilibrados y abrochados, juró en arameo al ver cómo se desarrolló el guión del choque ante el Granada, un ida y vuelta agradable para los espectadores pero abominable para algunos entrenadores como el madrileño. Sobre el papel, la cita se presentaba casi como un trámite para el Real Madrid, que venía de encadenar goleadas frente a un equipo nazarí que hacía aguas en defensa, tal y como evidenció al encajar tres goles en los dos partidos jugados en su feudo, ante el Eibar y el Villarreal. Pese a las bajas por lesión de titulares como Sergio Ramos y Gareth Bale, por jugadores, historia y presupuesto, no debía de haber color en Chamartín.
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Se esperaba que CR7 anotase dos o más tantos para alcanzar o superar los 323 del récord de Raúl, pero lo que se produjo fue un triunfo polémico y hasta inmerecido, fruto de un cabezazo de Benzema que despertó a su equipo. En la capital de la Alhambra se quejarán, y con razón, del gol anulado a El-Arabi con 0-0, de un fuera de juego previo de Isco en el tanto de Karim y de las opciones de gol abortadas por Keylor Navas, el mejor del Madrid. Tras cuatro jornadas de Liga sin encajar un gol, el costarricense ve camino del récord de Miguel Ángel en el curso 75-76. Entonces, el gallego recibió la primera diana en el minuto 71 de la quinta fecha.
Los merengues salieron a jugar con varias marchas menos, como si un ritmo de tercera velocidad y con pocas revoluciones, le sirviera para vencer y economizar esfuerzos. Como si los ocho goles de Cristiano Ronaldo en dos partidos, las cómodas victorias frente al Betis, Espanyol y Shakhtar, y el horario en primera sesión de tarde, provocasen cierta relajación en los pupilos de Benítez. Salió el Madrid a sestear y el equipo de José Ramón Sandoval con una osadía encomiable y un espíritu que engrandece a su técnico y a sus jugadores. Por algo este preparador salvó a los granadinos del descenso el curso pasado de forma milagrosa. No dudó al adelantar la defensa, juntar las líneas y realizar por momentos incluso una presión alta para dificultar la cómoda salida de balón de los blancos.
Autopistas
El Madrid tuvo ocasiones para marcar ya en el primer acto sólo faltaría que no disfrutara de ellas en casa y frente a un modesto, pero fue una calamidad en defensa. Carvajal y, sobre todo Marcelo, hicieron aguas por los laterales, el medio del campo no achicó, Kroos y Modric no supieron manejar el tempo del juego y darle la pausa necesaria, y Lucas Vázquez, la sorpresa en el once titular, e Isco, sufrieron como si estuvieran fuera de sitio. Actuó el Madrid como una suma de individualidades, no como ese bloque compacto al que aspira Benítez.
Andrés Fernández, ex portero del Oporto, abortó un par de ocasiones protagonizadas por Cristiano y Modric, pero el Granada gustó mucho más hasta el descanso. Javi Márquez y el esloveno Rene Krhin manejaron con solvencia el centro del campo, El-Arabi fue un incordio permanente con sus constantes movimientos en el frente de ataque y Success aprovechó las autopistas que dejaba Marcelo. El extremo nigeriano, que el curso pasado se convirtió con Joaquín Caparrós en el debutante más joven del Granada en Primera con 18 años y siete meses, generó gran peligro. Si al descanso no llegó el Granada en ventaja fue porque Keylor Navas evitó como un felino un remate de El-Arabi y uno de los asistentes de Martínez Munuera erró de forma garrafal al anular un gol por fuera de juego, que no existió ni por asomo, del delantero franco-marroquí.
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Sacaron más colmillo los locales tras el descanso, aunque siguieron jugando con fuego por esos desajustes que permitieron a Success plantarse solo ante Keylor. En lugar de asegurar con un tiro raso, el atacante buscó una vaselina que enfadó a su técnico. Sabido es que el pequeño muere cuando perdona al grande. La mayor pegada del Madrid se puso de manifiesto cuando Isco, que arrancó en posición más que dudosa, le puso un balón de oro a la cabeza de Benzema, que anotó su tercer gol de la temporada con suma facilidad. Instantes después, Keylor emergió de nuevo para dejar en anécdota otra ocasión pintiparada de El-Arabi. Se escuchaba un runrún en Chamartín y Benítez no tardó en mover ficha. Descanso de nuevo para un despistado Kroos y minutos para el croata Kovacic, una apuesta personal del entrenador. Martínez Munuera completó su lastimosa tarde al no ver dos probables penaltis sobre Isco y Cristiano. Este Madrid seguro que es justo el que no desea su metódico entrenador.
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