Cristiano Ronaldo se lamenta.
3ª jornada

Mucha táctica y poca seducción en París

PSG y Real Madrid jamás se desencorsetaron en un duelo con más miedo a perder que deseo de ganar

Ignacio Tylko

Miércoles, 21 de octubre 2015, 03:22

Positivo empate de un Real Madrid disminuido por las bajas en un feudo imponente, donde el Barça que acabó campeón cayó el curso pasado en la fase de grupos, aunque no le servirá a Rafa Benítez para someter a sus críticos. Keylor Navas no encajó, lo que le permite igualar el récord de cinco encuentros seguidos sin recibir goles de Bodo Illgner en el gran torneo continental, pero su equipo no enamora. Más táctica y equilibrio que libertad y seducción en una cita plagada de estrellas que no respondió a las expectativas. Los blancos no se quedaban sin marcar en una cita de fase de grupos desde hace siete años contra la Juventus.

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Agarrado a los buenos números y al liderato provisional en Liga y Champions, Benítez fue fiel a su ideario y evitó caer en la trampa que le tendió Blanc en la víspera. Habló el técnico galo de un rival "voluntariamente defensivo" para que saliera más abierto al Parque de los Príncipes y regalase más espacios al PSG. Lo que deseaba el excentral del Barça era evitar a toda costa los contragolpes del Real Madrid, temibles con José Mourinho, Carlo Ancelotti, Rafa Benítez y quien venga.

Afectado por una plaga de lesiones que cuestiona sobremanera el trabajo del cuerpo médico y técnico y la baja de última hora de Kovacic, también aquejado de repentinos problemas musculares, Benítez apostó de inicio por un 4-4-2. Lucas Vázquez y Jesé retrasaron su posición en los costados, Casemiro y Kroos dominaron el eje, Isco se ubicó de enganche y Cristiano en punta. Quiera o no el portugués, cada vez es más delantero centro y menos extremo.

Con dos equipos de tan alta calidad y experiencia, candidatos al título pero muy precavidos, el duelo se fue desarrollando con enorme sentido táctico pero poca vistosidad. Mucho control, gran orden, pocas concesiones y nada de asumir riesgos. Con estas trazas, tan alejadas por ejemplo del reciente Barça-Rayo de locos que seduce a los aficionados pero indigna a los técnicos que rechazan el ida y vuelta, se resiente el espectáculo.

Sin hacer un alarde pero con las líneas juntas, la defensa bien adelantada y sus jugadores muy solidarios, el Madrid se manejó con suficiencia en un feudo que no le trae, precisamente, buenos recuerdos a su hinchada. Allí perdió el equipo de Vujadin Boskov y 'los García' la final de la Copa de Europa ante el Liverpool en 1981, y el Madrid fue noqueado en sendas eliminatorias de Copa de la UEFA y de la Recopa a principios de la década de los 90.

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En todo el primer tiempo, Keylor Navas sólo tuvo que intervenir para atajar un disparo lejano de Matuidi. Mucho físico de los franceses en la zona de creación pero poco juego. Todo pasaba por el veterano Thiago Motta, que actúa al paso y no es un prodigio de clase.

Ibrahimovic es un caso aparte. Trató de distraer como si fuera un mediopunta e incluso centrocampista, pero el sueco apenas generó peligro porque se alejó de la zona donde los grandes marcan diferencias. Su acción más comentada, un plantillazo a Sergio Ramos que no sancionó el árbitro italiano.

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Sin noticias de Di María

Tampoco apareció Di María, tan poco participativo y desbordante ante su ex equipo que fue reemplazado por Lucas Moura mediada la segunda mitad. Con razón su técnico le exige más regularidad en la ofensiva del gran club de los petrodólares cataríes.

Con Marcelo desbordante por el costado izquierdo, ya que Aurier es un lateral muy discreto en defensa, los blancos merecieron irse al descanso en ventaja. Jesé, tras un gran pase de Kroos, que no erró ni uno en todo el primer tiempo, dispuso de una ocasión enorme que abortó Trapp, el joven portero alemán al que se compara con el azulgrana Ter Stegen.

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Tras el descanso, dominó algo más el PSG, que avisó con un remate de Cavani que salió ligeramente desviado, pero el Madrid nunca se vio agobiado, incluso en su versión más floja. Mientras Blanc buscó algo más de creación y pegada con las sucesivas incorporaciones de Pastore, Lucas Moura y Lavezzi, del que se dice que ya tendría un preacuerdo con el Barça, Benítez optó por prescindir de Isco y dar más consistencia a su equipo con Modric. El partido fue agonizando hasta morir sin dejar grandes conclusiones, ni cerrar debates más o menos ventajistas.

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