Cristiano Ronaldo celebra uno de sus goles ante el Shakhtar.
Primera jornada

El Madrid, entre regalos y lesiones

Los blancos se llevan un duelo aburrido gracias a un fallo de Pyatov, un penalti inexistente y otro infantil

Rodrigo Errasti Mendiguren

Martes, 15 de septiembre 2015, 01:50

El Real Madrid goleó con eficiencia quirúrgica a un Shakhtar que se marchó cabizbajo y con la sensación de que aquello hubiese podido ser diferente de no haber regalado el primer tanto, previo a que llegasen los dos penaltis, uno inexistente y otro a medio camino entre infantil e instintivo. Los blancos ya eran superiores, pese a que les falta el vértigo y la velocidad de la era Ancelotti, pero parecieron conformarse con aprovechar esas situaciones para solventar el asunto y pensar en lo próximo. La satisfacción no puede ser completa, ya que más allá del juego gris y escaso acierto en acciones elaboradas, tres madridistas se fueron tocados. Benítez, con un fondo de armario superior al de su predecesor, ve cómo los contratiempos médicos le facilitan completar sus famosas rotaciones.

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Desde el primer momento salió mandón el Madrid, con un Isco que se ofrecía mucho a colaborar con Kroos y Modric. Con un juego a veces más efectista que efectivo, se presentaba en el área ucraniana pero sabiendo que un error en la combinación daba al Shakhtar la única opción de competir el encuentro: el contragolpe. Apenas sucedió en un par de ocasiones, en una Varane se durmió en banda y en otra Carvajal cerró mal, pero ni Teixeira ni Azevedo supieron sacar provecho de esas dos ventajas.

El duelo seguía vivo porque les costaba encontrar el acierto a los locales, que completaron dos grandes jugadas finalizadas sin la precisión que se exige a los integrantes del 'rey europeo': Bale se sacó un taconazo en un centro lateral que atrapó Pyatov junto al poste y Benzema emuló a Abreu: falló a puerta vacía tras driblar al meta tras un pase filtrado perfecto de Cristiano. No se impacientaba el coliseo madridista, pero tampoco se emocionaba en exceso. Se inquietó cuando Keylor Navas, que apenas realizó una parada de mérito al final, estuvo a punto de entrar en todos resúmenes de goles absurdos del año, después de que no fuese capaz de controlar con el interior del pie una cesión Varane. Tras el bote y el uy le dio tiempo a rectificar. Se escucharon muchos murmullos, pero para su alegría fueron acallados por una ruleta, intrascendente, de Isco en la frontal.

El Madrid era superior, tocaba, merodeaba y daba la sensación que cuando fuera capaz de batir a Pyatov todas irían detrás. Y entonces el meta ayudó, justo cuando nadie lo esperaba y los blancos estaban con diez por la lesión muscular de Bale. Un balón puesto al área por la izquierda por Isco, con poca fuerza e intención se le escapó de las manos al portero pensando que Kucher despejaría antes. Benzema, que estaba allí, no desaprovechó la ofrenda y la embocó a la red. Pyatov se encogió, quizá recordando que era reincidente. Hizo una muy similar ante Messi en 2008. Aquel día Lucescu soltó su famosa frase: «Vergogna». Algo parecido sentía el rumano con el 1-0 y los dos penaltis posteriores: el primero inexistente, ya que la pelota pegó en la espalda de Srna y no en su mano, y el segundo infantil de Azevedo.

Un Cristiano enchufado

Antes de ellos, la entrada de Kovavic originó un cambio de sistema, pasando Isco a la izquierda y Ronaldo a la punta junto a Benzema. El balcánico le puso entusiasmo, algo que el partido no despertaba. En el descanso, Pepe entró por un renqueante Varane, que se llevó un golpe en el tobillo. El duelo discurría en un Bernabeú en el que apenas se escuchaba la grada de animación. Benítez optó por no correr riesgos viendo el panorama. Mandó a la ducha a Ramos para evitar que su golpe en el hombro en la acción que le costó irse a la ducha a Stepanenko fuera a más.

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El que no frenaba su ambición, esa que le hizo solicitar ese penalti inexistente como un poseso, era Cristiano, que rozó el 3-0 en un golpe franco. Decían sus compañeros que ya sólo le falta anotar a balón parado para recuperar del todo la confianza después del repóker en Cornellá. Siguió aumentando sus cifras, lleva ocho goles en cuatro días, aprovechando que Azevedo cometió una mano entre infantil e instintiva dentro del área. Después, cuando Lucescu temía que una goleada le fuese a complicar el resto de la clasificación en el grupo el portugués completó su hat-trick aprovechando un despeje centrado de Pyatov a zurdazo de Marcelo, omnipresente en ataque ante la ausencia de rival en su banda para defender.

Cuando los primeros aficionados, esos que estuvieron tan callados todo el partido, se marchaban del campo Pyatov hizo la parada de su vida a derechazo de Benzema. Demasiado tarde, aunque dentro de unos años seguro que la foto será un buen recuerdo. Como cuando el Real Madrid, y sobre todo Cristiano, mire la estadística de este partido. Ahí no figurarán los bostezos creados y el aburrimiento vivido.

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