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Volvió a respirar hondo el delantero canario Sandro Ramírez. El exjugador del Málaga fue noticia por portar con una una histórica mala racha todo este tiempo: dos años y medio sin marcar. Un registro fuera de lo común para un atacante como él. ... Una auténtica maldición de la que se desprendió en la jornada de este domingo. Al fin deshizo el hechizo, y fue en la goleada del Valladolid, su actual equipo, al Mallorca, poniendo la guinda con el 3-0 en el tiempo de descuento.
El entrenador local, Sergio González, al que luego el delantero le dedicó el gol para agradecerle la confianza prestada, le puso a jugar en el minuto 72. Y en la recta final, con todo decidido, Sandro se sacó una jugada marca de la casa. Potencia y desborde para plantarse en la frontal del área y sacar un fortísimo disparo que a pesar de ir centrado a portería, el guardameta Fabricio, que esta vez sustituyó al malagueño Manolo Reina, no pudo blocar. Sin querer colaboró también para dar fin a la pesadilla de Sandro. Fue un tanto intrascente para el partido, pero imprescindible para el goleador sin goles que desde que abandonó la disciplina del Málaga se había quedado sin puntería.
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Real Valladolid C.F. (@realvalladolid) November 3, 2019
Y es que, el último gol, antes de romper este domingo su negro historial, fue el 7 de mayo de 2017 en un Málaga-Celta de la jornada 36 de Liga, con Míchel González en el banquillo (que llegó en marzo de ese año pasa sustituir a Gato Romero, que ya había cubierto la anteriormente la salida de Juande Ramos).
Ese fue también su último partido como malaguista, y que supuso el final de su mejor temporada como profesional. En Málaga, el canterano del Barcelona, hizo 13 goles y se entendió a la perfección con Fornals y Ontiveros. Era un Málaga que tuvo problemas en invierno pero que llegó a tener opciones de entrar en puestos europeos. En aquellos tiempos destacaban Ignacio Camacho, Recio, Charles o el Chory Castro. También fueron los últimos aportes del legendario Duda, que se conviritió en revulsivo para desatascar los partidos.
En esa temporada feliz, ya lejana para la parroquia malaguista, fue en la que Sandro explotó como goleador. Y eso le valió para irse a la Premier inglesa para jugar en el Everton junto al mítico Rooney. Pero no le fue bien el experimiento y pronto regresó a España en calidad de cedido para jugar media temporada (la 17-18) en el Sevilla. Tras 13 partidos allí, no vio puerta y ya empezaba a olerse la sequía que venía. La campaña siguiente, la Real Sociedad confió en él porque seguía ofreciendo una gran forma física, y su peculiar desborde y potencia.
No logró tampoco hacer ningún gol como jugador de la Real. De nuevo se topó con un muro que poco a poco comenzó a ser también psicológico. Ya eran tres camisetas diferentes (Everton, Sevilla y Real Sociedad), 45 partidos y cero goles. 51 encuentros sumando los que ha jugado ya esta temporada en Valladolid. Y al 52 llegó el fin de su obsesión. Sin duda, día especial para Sandro, que logró romper el maleficio y volver a experimentar lo más bello de su oficio, hacer goles.
«Cuesta, pesa, lo llevas encima, pero al final ha llegado el gol», valoró aliviado el atacante tras el partido, que veía como junto con el gol también se le iba frenando su progresión profesional. Estando en el Málaga era habitual en la Selección Española Sub-21 e incluso le sondearon para saltar en algún partido a la absoluta. «Sé que he hecho goles siempre, todos los delanteros pasan malas rachas y quizás esta ha sido un poco más larga de lo habitual; esperemos que sea el primero de muchos goles con el Valladolid», apuntó Sandro.
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