El estilo debe marcarlo la naturaleza de los jugadores
Jon Agiriano
Lunes, 17 de junio 2024, 00:17
Secciones
Servicios
Destacamos
Jon Agiriano
Lunes, 17 de junio 2024, 00:17
Si el comienzo de la década de los ochenta fue en España un mal tiempo para la lírica, como cantaban 'Golpes bajos', estos años veinte del siglo XXI lo están siendo para la posesión de balón. Sublimada como un ideal absoluto con los éxitos de ... la Roja, la tenencia de la pelota ha pasado de ser defendida, reivindicada y hasta convertida en una dogma a considerarse un dato irrelevante o incluso bajo sospecha. La verdad es que es curioso cómo se producen los debates en el fútbol, que para eso es un regreso a la infancia, como dijo Javier Marías. Son discusiones infantiles, siempre basadas en dicotomías feroces, buenos y malos, blancos y negros, defensores y detractores. Sin término medio, vaya.
El caso es que, escarmentada por sus malos resultados en los últimos años, España ha cambiado de opinión. Teniendo en cuenta que ha representado como ninguna otra el fútbol de posesión, que sus jugadores y seleccionadores han sido hasta hace cuatro días los mayores paladines de este estilo, los abanderados insobornables del 'tiqui-taca', se trata de un giro estratégico de primer orden. Estratégico y hasta sentimental. Y lo cierto es que no puede considerarse una sorpresa. Se veía venir. Se estaba gestando desde la llegada de Luis de Lafuente y parecía claro que esta Eurocopa iba a ser la de su consumación.
Si alguien tenía alguna duda al respecto se le tuvo que quitar el pasado viernes oyendo las declaraciones de Rodri. «El estilo es el que te lleve a ganar. No entiendo de estilos. Cada rival es diferente. Es un error pensar que un estilo te va a llevar a ganar», sentenció el centrocampista del City. Al escucharle, pensé en Busquets. No recordaba exactamente sus palabras antes del debut ante Costa Rica en 2022, pero las encontré rápido en la hemeroteca. «Yo trato de ayudar a todo el mundo y les digo sobre todo que tenemos que ser fieles a nuestro estilo de juego», aseguró el ahora futbolista del Inter de Miami. Dos mensajes contrapuestos, en fin, por parte de los dos propietarios de la batuta de España en los tres últimos lustros
El 3-0 a Croacia del sábado con un 46% de posesión -la más baja en 16 años- tuvo una resaca previsible en forma de estadística retrospectiva. Fue inevitable echar la vista atrás y poner sobre la mesa los datos más reveladores. Algunos eran obligados. La selección fue eliminada en el Mundial de Rusia en un partido contra el país anfitrión en el que disfrutó de un 79% de posesión y batió el récord histórico de pases con 1.115. En el de Catar cayó a los penaltis ante Marruecos con un 77% de posesión y 1.019 pases. Y de las dos últimas Euros le eliminó Italia pese a superarle con un 70% y un 60% de tenencia en ambos partidos. Con estos datos sangrando era evidente que la Roja no podía seguir así, que necesitaba darle otro aire a su juego y adaptarlo a los nuevos tiempos, que requieren no sólo de calidad con la pelota sino velocidad, profundidad y un despliegue físico de altísima intensidad.
Llegados a este punto, habría que llevar el debate a un terreno razonable, no vayamos a pasar de un dogma a otro de sentido contrario. Está bien que los adoradores de la posesión se retiren a sus cuarteles de invierno. De ellos se puede decir que hay amores que matan. La quisieron tanto que la convirtieron en un disparate. En realidad, cometieron un error infantil: convertir ese concepto en un dogma e imponerlo por encima de todo, incluso por encima del más sagrado del fútbol, que no es otro que la necesidad de que el estilo de un equipo se adapte a la naturaleza de sus jugadores, de manera que éstos puedan expresarse de la manera más brillante y efectiva.
Entre 2008 y 2012, esta expresión brillante y efectiva se produjo tocando la pelota con maestría. Era lo que correspondía a una selección en la que se juntaban Busquets, Xavi, Iniesta, Xabi Alonso y demás peloteros excepcionales. Aquella posesión permitió componer sinfonías inolvidables. Yo me quedó con la semifinal en Durban contra Alemania y la final en Kiev con Italia. Ahora, en cambio, hay otros jugadores. No tan brillantes, es cierto, pero con otras virtudes que hay que explotar. Lo contrario no tiene sentido.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.