IVÁN ORIO
Miércoles, 15 de junio 2016, 09:30
Vicente del Bosque proyecta una imagen difusa en Francia. La victoria frente a la República Checa -la primera que consigue en un debut en un gran torneo como seleccionador- contagió cierto optimismo a su semblante al término del partido en el Stadium de Toulouse, pero en general al técnico salmantino se le ve algo taciturno y a la defensiva en sus apariciones públicas desde que la expedición española aterrizó en La Rochelle, hace ya una semana. La presión de la alta competición no está detrás de su actitud porque está más que acostumbrado a regatear la tensión después de dos Mundiales (Sudáfrica y Brasil en 2010 y 2014) y otra Eurocopa (Polonia y Ucrania, en 2012) previos. Su educación y saber estar siguen intactas, pero se le nota incómodo cuando atiende a los medios y algunas preguntas han llegado a enojarle, algo inusual en toda su carrera.
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Hay varios factores que explicarían el rictus más serio que de costumbre del técnico salmantino. Aunque ya quedan muy lejanas, todavía se siente algo dolido por las críticas al juego de 'La Roja' en la fase de clasificación para la competición continental después del fracaso en Brasil. La derrota (2-1) frente a Eslovaquia, en la que el combinado nacional tocó fondo después del varapalo sufrido el verano anterior frente a Holanda y Chile en el Mundial, desató una gran tormenta mediática. En aquel encuentro surgió además el debate en la portería porque Iker Casillas, muy cuestionado ya desde la Copa del Mundo, tuvo una actuación muy discreta y el siguiente encuentro, frente a Luxemburgo, fue David de Gea quien jugó titular. Los ecos de aquellos días de octubre de 2014 han llegado hasta Francia, hasta el punto de que el asunto se zanjó el mismo lunes en Toulouse.
El hartazgo de Del Bosque por esta polémica ya fue palpable antes de enfrentarse a Georgia en el Coliseum Alfonso Pérez en el último amistoso de preparación antes de viajar a tierras galas. Pero alcanzó su grado máximo la víspera del debut frente a Chequia, cuando aún resonaba el bombazo informativo por la aparición del nombre del meta de Manchester United en un informe policial vinculado a un escándalo sexual. Le preguntaron si el hecho de no saber si sería titular hasta el mismo día del partido podía aumentar la ansiedad del cancerbero toledano, y respondió: «Ya son mayores, ya han pasado la pubertad». Los pitos a Piqué al posicionarse a favor de un referéndum para Cataluña es otro de los asuntos que ha minado la moral del seleccionador, quien tiene al central del Barça en una alta estima. Los silbidos le parecen injustos y lo pasa mal cuando los oye.
Hay otra cuestión que también inquieta, y mucho, al entrenador castellano. Él tiene decidido dejar el cargo pase lo que pase en Francia, pero las presiones de su entorno más próximo y de los propios dirigentes de la Federación son muy fuertes y le han hecho mella. De algún modo se siente en deuda con ellos por haber confiado en él en 2008 para sustituir a Luis Aragonés y también por haberle ratificado tras el batacazo de Brasil a pesar de las voces que pedían su cabeza. Su sentimiento de lealtad está muy arraigado y, según transcurren las jornadas en la Eurocopa, sabe que se acerca la hora de dar una respuesta y eso le genera desasosiego.
La primera opción para relevarle era Ernesto Valverde, pero ha renovado en el Athletic. En la cartera de la Federación ocupan ahora las primeras posiciones Julen Lopetegui, Marcelino García Toral y Joaquín Caparrós.
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