Antonio Muñoz posa en el césped del San Ignacio con las camisetas del DVTK, El Palo y el Gyori ETO. N. Carmona
Fútbol

De ascender con El Palo a los banquillos de Hungría

El malagueño Antonio Muñoz, que fue asistente de Fernando Fernández en el DVTK, acaba de terminar su primera aventura como entrenador principal en el Gyori ETO. Hace una década fue uno más del equipo paleño que llegó hasta la Segunda B

Nacho Carmona

Málaga

Lunes, 17 de junio 2024, 00:00

Hace algunas semanas que el malagueño Antonio Muñoz regresó de Hungría. Aquí, en su tierra, tiene una cita obligada con el Nuevo San Ignacio, su segunda casa y donde se forjó como el hombre de fútbol que es hoy. Fue uno más de la plantilla ... que obró una de las gestas más sonadas del fútbol más humilde de la capital: el ascenso de El Palo a Segunda B. De aquello hace ya once años, pero es capaz de recitar de memoria y carrerilla, sin pensar demasiado, aquella nómina de futbolistas: «Durán, Nacho Aranda, Jesule... Y después se incorporaron Manolo Gaspar o Apoño», menciona en una breve primera tanda. El Palo consiguió llegar a la categoría de bronce con uno de los presupuestos más bajos, venciendo al Deportivo Fabril, el filial del club coruñés, en la última eliminatoria de los 'play-off'. Muñoz marcó uno de los goles del conjunto paleño en Riazor –perdió 4-2–, para terminar dándole la vuelta a aquella final venciendo 2-0 en el barrio. «Nos dejaron vivos. Ese fue su error. El que venía a El Palo sabía que tenía que sufrir», expresa.

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Entonces tenía 23 años y en el partido de vuelta, el decisivo, se partió el cruzado. Ese episodio, no obstante, no eclipsó la felicidad del momento. «Me lesioné por segunda vez en el campo del UCAM Murcia (dos años después) y ese año dije 'hasta aquí'». Se retiró a una edad precoz, con apenas 27 años, condicionado por las lesiones y por un camino, más ilusionante si cabía, que empezaba abrirse en su vida. «Conocí a Fernando, que me propuso la idea de trabajar juntos. Yo ya estaba estudiando la licencia de entrenador y era el momento», cuenta. Para su paisano Fernando Fernández sólo tiene palabras de cariño, tanto en lo personal como en lo profesional. Se conocieron allí. «Yo era jugador y él era entrenador del Juvenil Liga Nacional, pero luego pasó al primer equipo». Ahí surgió la conexión.

Imágenes del mítico ascenso de El Palo, en el San Ignacio ante el Deportivo Fabril; y de Antonio Muñoz once años después, ya como entrenador, en ese mismo escenario, con las tres camisetas que resumen su vida deportiva. Kiko Álvarez de Toledo (Archivo SUR) / N. Carmona

Su primera aventura en los banquillos se dio cerca del mar, en el San Ignacio, como asistente del exdelantero, el mismo año que colgó las botas. «Me retiré porque tenía esa opción». De El Palo pasó al Juvenil Liga Nacional del Málaga y de ahí, a la Primera División de Hungría; en el DVTK, el equipo donde se retiró su maestro. Esta primera aventura en Europa Central duró una temporada y media. Fernando fichó entonces por el Betis de Pellegrini y Muñoz empezó a volar sólo. «Ese año me fui al San Andrés porque quería entrenar. Allí estuve con Nene y conocí otra parte del fútbol, menos profesional y más de calle. Eso te abre un poco la mente», explica.

Dejó buenos contactos en Hungría y sólo un año después de hacer un alto en el camino, de vuelta a Málaga para coger energía, llegó su primera gran oportunidad como entrenador principal. «Entonces me pude quedar, pero no quise porque quería estar cerca de la familia». Recaló en el Gyori ETO: primero en el equipo sub-20, después en el filial y al cabo de dos años en el primer equipo, que militaba en la Segunda División.

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Antonio Muñoz y Fernando Fernández, en el campo del Ferencváros. SUR

Esta experiencia sólo le ha traído cosas buenas. «Estos años me han hecho crecer mucho. Desarrollé ideas nuevas que ahora me hacen sentir bien en mi modelo, y en lo personal he aprendido dos idiomas, el inglés y el húngaro; te tienes que desenvolver en un entorno que no es el tuyo y aprendes a manejar la presión como primer entrenador». Allí conoció a su pareja, con quien lleva cinco años construyendo un futuro.

Primer ascenso como técnico

El Gyori ETO regresó a la máxima categoría después de diez años 'vagando' por la Segunda División. «Se hizo una cosa muy similar a la que está haciendo el Málaga ahora: éramos el segundo equipo con más minutos jóvenes», compara. Pone en valor el rol de Pellicer, a quien manda ánimos y reconoce su trabajo. Antonio Muñoz encuentra en la campaña de 'su' Gyori ETO ciertas similitudes con la del Málaga. «Hemos tenido al equipo en puestos de ascenso durante toda la temporada», explica. Salió del club a ocho jornadas del final por una diferencia de opinión con el director deportivo, aunque tanto él como la gente del club sienten que la responsabilidad de lo logrado le pertenece. Para el próximo curso baraja opciones en Eslovaquia y Ucrania, aunque reconoce querer volver a España: «Me gustaría entrenar cerca de Málaga».

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Antonio Muñoz, como entrendor del Gyori ETO. Gyori ETO

Muñoz forma parte de esa creciente estirpe de entrenadores jóvenes, cada vez más habituales en distintos lugares del planeta. Casualmente o no, la mayoría de los que conforman este grupo comparten una forma similar de entender el juego. Él tiene claro su modelo: fútbol ofensivo y siempre con la pelota. El respeto, asegura, no tiene nada que ver con la edad. «Este año hemos hecho auténticas locuras sacando el balón desde atrás. He disfrutado muchísimo», expresa, sentado en una cafetería de la calle Almería, justo enfrente del San Ignacio. Dulces recuerdos para él, que no pudo evitar sentir un cosquilleo inexplicable cuando bajó las escaleras rumbo al césped para posar con las tres camisetas que resumen su vida deportiva.

-¿Cómo fue la celebración de aquel ascenso en 2013?

-Eso fue una locura... Hubo una fiesta en todo El Palo. Fue inolvidable.

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