Adioses que no lo son

La 'espantá' del presidente del Gobierno ha tenido mucho que ver con la que, en su momento, anunciaría el entrenador del Barcelona y en ambos casos la resolución ha estado acorde con lo que se sospechaba y no con lo que ellos trataban de hacernos creer. El presidente sigue y sigue el entrenador, uno y otro con sus respectivas condiciones; el equipo no funcionaba, arreciaban las críticas… Una especie de «aquí no ha pasado nada». Por eso, ponemos nuestro foco en Xavi, que se mueve en nuestro terreno, el deportivo. Su estratagema estuvo clara desde el principio: el equipo no funcionaba, arreciaban las críticas y el propio club cuestionaba su continuidad… Xavi debió entender que era priotario poner a salvo su bien ganada fama como jugador azulgrana. Y tratando de adelantarse a posibles decisiones, el técnico catalán quiso adelantarse anunciando su marcha a final de temporada; era lógico pensar que si el equipo se enmendaba, otro gallo cantaría. Como así ha sido. Con lo que no contábamos era con eso de las lágrimas de emoción del presidente Laporta. Por el otro lado, el político, la emoción se ha mantenido hasta el final, con un «sigo» que también era previsible. Ya hay equipos con dos historias que nada tienen que ver entre sí, pero que se parecen un montón.

Y mientras se produce todo esto, la Liga se acerca a su final. Ya hay equipos que celebran el alirón, otros sufren lo indecible. El Almería ya está descendido, y Granada y Cádiz a punto de certificarlo. Tres equipos andaluces, qué pena. Y no metemos en ese paquete a este Málaga nuestro que parece resistirse a una lucha con uñas y dientes por un posible ascenso.