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julio rodríguez
Lunes, 25 de enero 2016, 18:07
Santi Moreno ya está en casa. El jugador del Athletic Fuengirola que hacía preguntarse a las enfermeras de la UCI del Carlos Haya aquello de «¿Qué famoso está ingresado?», por la ingente oleada de afecto que recibió desde el primer momento, afronta su nueva vida con optimismo tres meses y medio después del fatal golpe en el cuello contra una valla del campo del Tiro Pichón que le provocó una grave lesión medular de la que se recupera a un ritmo envidiable. Aquel 11 de octubre el mundo del fútbol modesto se estremeció primero y se volcó después para levantar a un futbolista que en el campo siempre fue distinto a los demás: eléctrico, creativo, ambidextro, ganador nato, con carácter. Su periplo por el Marbella, Estepona, San Pedro, Jaén, Alcalá y un largo etcétera dejó huella. No ha habido un sitio del que no recibiera muestras de apoyo.
Inicios duros en los que apenas tenía movilidad en piernas y manos. Su incansable mujer, Ana, su familia y su fortaleza mental para conseguir valerse por sí mismo lo han devuelto a su hogar. Junto a sus amigos bolicheros vuelve a disfrutar de la añorada rutina en la cafetería Victoria de su otro hermano, Cristian tiene uno de sangre clavado a él y otro como si lo fuera, donde quería recibir a SUR como símbolo de triunfo por lograr afrontar un día a día normal como cualquier otra persona. Son sus primeras declaraciones tras salir del hospital San Juan de Dios de Bormujos (Sevilla) y poder gozar ya en Fuengirola de la independencia física que se ha ganado a pulso. «Me siento muy bien aquí en el Victoria. Es especial. Quedo con mi amigo Cristian, con Buitre, Belmonte... Charlo con ellos, veo el fútbol, me tomo mi café y también suelo leer el SUR, de verdad. Bendita rutina. Hay muy buen ambiente y es recomendable (risas)».
Segunda oportunidad
Ha pasado lo peor y, aunque queda lucha, Santi Moreno sabe que ya tiene su segunda oportunidad. «Estoy muy contento de cómo ha ido todo, dándole gracias a Dios de que todo ha salido medio bien después del susto que nos hemos llevado. Mi vida la veo con perspectiva de recuperarme al cien por cien. No todavía, porque tengo secuelillas, debo seguir trabajando bastante. Pero espero que con el tiempo todo se vaya a su sitio», resume. Mirar hacia atrás y ser consciente de la evolución tan positiva en poco tiempo le hace mejorar con cada paso que da. «Siento que he vuelto a nacer. He aprendido a andar, a moverme. Quiero conseguir mover una mano que aún no la muevo bien y me falta un pelín de fuerza en una pierna. He vuelto a aprender a hacer pipí, a ir al baño. Sin duda, he vuelto a nacer gracias a mi familia y a mi coco», recalcó.
Pese a la complicada lesión, que incluyó una intervención de urgencia en su médula inflamada, no albergó dudas de que volvería a caminar. «Desde el primer día que me operan tenía en la cabeza que iba a recuperarme. Le pregunté a una doctora cómo me iba a quedar y me habló claro. Me dijo que no era adivina, pero que yo evolucionaba bien y que solo lo sabríamos con el tiempo», comenta.
La principal razón para abrirse y contar su experiencia es agradecer todos los impulsos positivos que ha experimentado desde que inició su particular pretemporada, como a veces le llama a la rehabilitación. «En mi vida podré agradecer lo que han hecho por mí. Mi familia ha sido primordial en mi recuperación. Llamo familia, además de mi mujer, mis padres, mis suegros, cuñados y hermanos, a mis amigos y quienes han estado preocupándose por mí. He tenido unos pocos angelitos de la guarda que me han ayudado lo más grande», remarca emocionado.
La clave para que confiese que en ningún momento se vino abajo fue el ir y venir de gente tanto en el hospital Carlos Haya como en los dos meses que invirtió en el centro de Bormujos. «Me quedé impresionado con tanto cariño. Mis amigos me decían que algo bueno habría hecho. Fue a verme un bombazo de gente de todos sitios, muchos compañeros y entrenadores. Estoy muy contento porque ahí te das cuenta de que algo has hecho en el mundillo del fútbol y en tu vida».
Para un madridista acérrimo como Santi Moreno, una de sus mayores sonrisas se la dibujó un malagueño a través de un vídeo que recibió en su teléfono. «Me quedé muy sorprendido con un mensaje de ánimo de Isco. Que el hombre, con lo que tiene, sacara unos segundos para tener ese detalle...». Sin embargo, un punto de inflexión en su continua lucha por ganar movilidad fue conocer cómo salió el torero Jesulín de Ubrique de una lesión medular muy similar. «Con Jesulín tuve una conversación larga porque, cuando me pasó el accidente, se me vino un poco a la cabeza él. Cristian se enteró de mi interés, consiguió su teléfono, le explicó lo que me había pasado y, sin dudarlo Jesulín me llamó. Siempre me decía que lo importante es que la cabeza funcione bien y sea muy positivo. Creo que algo ha tenido que ver en la recuperación», confiesa.
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