m.r.

Las sonrisas tras el sacrificio de los 42 kilómetros

La Zurich Maratón de Málaga estuvo repleta de historias de superación, retos, homenajes y corredores de lo más variopintos

Domingo, 12 de diciembre 2021, 15:41

Cuando uno tiene un buen motivo, es capaz de lograr lo que quiera. La novena edición de la Zurich Maratón de Málaga no defraudó; casi 9.000 corredores de todos los rincones del mundo y de España llenaron de colorido, sudor y sonrisas las calles ... de la capital costasoleña este domingo. Unos, sólo miraban por realizar el mejor tiempo posible, o directamente, por perseguir la victoria; pero lo importante para la gran mayoría de ellos era poder cruzar el arco de meta.

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Las historias de superación volvieron a ser el gran motor de la cita malagueña. Algunos escogieron este día para hacer de tripas corazón y dedicar su pequeño gran triunfo a alguien especial, como el madrileño Ángel López, que se derrumbó en meta, empapado en lágrimas. El por qué estaba más que justificado: seis meses atrás perdió a su hijo Leo; una muerte súbita con sólo seis meses de vida. "Esta carrera es un homenaje para mi hijo, que haría un año el lunes que viene y lo perdimos hace seis meses, el mejor homenaje para mi es estar aquí en Málaga, que nos encanta, estamos enamorados de Málaga y queremos venirnos a vivir aquí», explicó a SUR, sobrecogido pero orgulloso por cumplir su propósito, junto a unos amigos que le acompañaron durante el recorrido.

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También empapada en llanto paró su crono una joven ingeniera de Coruña, Carla García, a la que esperaba su novio David, con el que se fundió en un cálido abrazo. «Siempre corremos juntos, pero nunca había hecho maratón, es muy duro, no creo que corra otra más, le hice la promesa de que algún día correríamos alguna maratón y lo hemos cumplido», comentó.

Y de las lágrimas de dolor a las de alegría, como las de las belgas Heidi Steukers y Joke Coubert, ataviadas con un estilo más típico del trail y a las que invadió la felicidad por completar juntas su primera Maratón en Málaga. Para la primera, enfermera (pasaba los 50 años), era la 17ª en sus piernas, para la segunda, consultora, era la segunda de su vida. Nada en comparación a las numerosas citas de 42 kilómetros que ya acumula el melillense Miguel Ángel Rodríguez, que siempre -sin excepción- corre portando una bandera de España con mástil incluído: «He corrido todas las ediciones de Málaga y también los 101 de Ronda, carrera de los Pirineos… Y siempre con la bandera, porque amo España, fui militar un tiempo y en Melilla se vive mucho».

Aunque le quedan todavía muchos kilómetros para superar a uno de los corredores mas particulares de esta edición, que cruzó la línea de meta marchando. Una tradición para el madrileño Julián Iglesias, que ha realizado la friolera de 138 maratones y 151 carreras de largas distancias, en general, y todas con esta particularidad. «Empecé hace casi 10 años, hay años que he hecho hasta 32 maratones. Empecé la primera y luego me envicié; lo hago marchando porque hago marcha en la categoría de veteranos y dije 'por qué no hacerlo así?'».

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Cada uno elige cómo correr y el informático de Benicassim Jorge Aparici escogió disputar la prueba como más cómodo se encuentra habitualmente, completamente descalzo. Esta es ya su novena maratón sin zapatillas, y explica: «Me lesioné, empecé a probar descalzo y en ocho años no me he vuelto a lesionar. Estoy acostumbrado ya a esto, corro, ando, entreno siempre así. Lo más complicado es lo que te dice la gente de ir por ahí descalzo".

Para otros muchos, fue la primera de muchas más maratones por recorrer, y con uno de los motores más potentes que uno puede tener: una buena causa. La malagueña Natalia Ruiz, que forma parte de la reconocida Asociación Volando Sobre Ruedas, protagonizó una de las historias más emotivas de la cita, corrió empujando el carrito adaptado de su hermano Gabi para dar visibilidad a su situación: «Siempre corremos medias maratones juntos, era el momento de estrenarse en Maratón y ha sido una maravilla. Somos hermanos y es verdad que es un plus de dificultad empujar la silla, pero al final poco a poco se llega a meta. Hago esto para que se vea que no hay nada imposible, que tarde o temprano todo se consigue. Mi hermano Gabi tiene parálisis cerebral de nacimiento, esta es una forma de compartir retos juntos».

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