Antonio Jesús, un 'Conejo' que ganó haciendo de liebre

«Yo no había preparado nunca un maratón, pero el director técnico, Dani Pérez, que es amigo mío, me dijo que si le podía echar una mano para hacer de liebre de unas chicas suecas y le dije que sí», relata. Se le llamó para marcar un tiempo de 1:13 al paso por el kilómetro 21, y cumplió, pero sencillamente se notó en tan buena forma que decidió continuar hasta el final. «Llegué a la media y me vi bien. Me vi ya superlejos tirando con algunas de las kenianas y ya decidí terminarlo. Ni sabía el tiempo que llevaba corriendo, ni en qué posición iba ni nada. Me enteré cuando llegué a meta. Fue surrealista», cuenta, todavía incrédulo, el representante del Club Guadalhorce Álora. Pero lo más sorprendente es que era debutante en un maratón. Eso sí, de novato no guarda nada.

El malagueño (residente en Campanillas) es desconocido para el gran público, pero no para el exigente mundo de las grandes distancias, en el que se involucró poco a poco tras descubrir que este deporte le llenaba más que el balón: «Yo jugaba al fútbol, pero de forma 'amateur', y un día descubrí el mundo de las carreras y vi que se me podía dar bien. Lo primero que hice fue a los 25 años un duatlón y en esta modalidad acabé siendo campeón de España de la franja 25-29 años… Luego empecé con los triatlones y llegué a ser internacional con España».

Tras un 'desconocido' se esconde uno de los triatletas malagueños que más lejos ha llegado. Fue quinto en el Nacional absoluto y se asentó tanto en la élite que llegó a formar parte del histórico equipo español que se coronó en el Europeo de triatlón de 2013, con un equipo liderado por la figura del ex número uno mundial Javi Gómez Noya. Además, también ha completado los Ironman de Hawái y Las Vegas y fue quinto de España en el Nacional de esta disciplina. Sin embargo, el destino no quiso que continuara con su prometedora carrera y la truncó en forma de lesiones. Aguilar pasó por uno de los peores tragos de su vida desde 2014 hasta 2016, años en los que se mantuvo en el dique seco para cualquier competición.

Se rompió dos veces el pie izquierdo y luego tuvo una fractura por estrés en la cadera. Esta situación colmó la estabilidad emocional de un atleta al que le costó reconocer que, en el fondo, el grado de exigencia del deporte de alto nivel quizá no estaba hecho para él. «Ahora que se está visibilizando más lo del tema de la depresión en los deportistas de élite, yo los entiendo. Es algo muy normal. Cuando estás en la élite vives como en una burbuja y nada te parece suficiente. Tienes que dar siempre más, y si llegas ahí y bajas tu marca, te parece que estás haciendo las cosas mal y mira que yo no he sido nadie, que sólo he vivido un pequeño periodo en la élite».

Eso sí, tras aquella pausa obligada redigirió su vida, se autodibujó una sonrisa que todavía no se ha quitado y enfocó su pasión por este deporte desde otra perspectiva: «Ahora que hace poco que he vuelto a correr en competición, gestiono mi vida deportiva en 'modo deporte-salud', aunque sigo teniendo el modo competitivo y mi objetivo es volver a hacer el Ironman de Hawái en unos años, ya en modo disfrute». Eso sí, antes de ello, se preparará para el maratón de Sevilla de febrero y su gran meta a corto plazo es el próximo Campeonato de España de 100 kilómetros (en primavera)

Nuevos retos para el inicio de su nueva vida, aunque trabajando en el mismo lugar que le ha acompañado siempre, en uno de los emblemas de Málaga, el Palacio de los Deportes: «Llevo 20 años trabajando en el Martín Carpena, en seguridad y mantenimiento con Málaga Deporte y Eventos. Cuando coincidió con mi etapa de deportista de alto rendimiento, recuerdo que López Nieto, que entonces era el gerente, vio que yo era deportista de élite y me ayudó mucho a compaginar mi trabajo con los entrenamientos y ahora, fíjate, es presidente del Unicaja», relata sobre sus comienzos y su día a día en la actualidad. Ahora sí puede decir que disfruta plenamente de lo que hace, sin estres ni la obligación de realizar la mejor marca para 'mantener el puesto', pero aún con la llamada de la competitividad del deportista viva.