Como si fuese un 'déjà vu', aquellos que repitieron corrieron con la sensación de haberlo vivido antes, de forma reciente. Sólo cuatro meses y medio pasaron entre edición y edición, cambiando el efecto del otoño por el que deja la antesala de la primavera. La ... última prueba atlética de la capital previa a los primeros toques de campana y a que las calles de los barrios y del Centro se impregnen de incienso. Como tradicionalmente fue, volvió a celebrarse en las semanas previas al Domingo de Ramos, en su tradicional franja primaveral.
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Pero eso no cambió su esencia. La línea de meta, en el Estadio Ciudad de Málaga, volvió a convertirse en un plató de emociones para los más de 5.000 corredores que se colgaron el dorsal. Algunos con la ilusión de las primeras veces, y otros con la de repetir. Da igual, la sensación es siempre espectacular. Se evidenció en la última recta, que se llenó de color. Allí se dejaron ver atletas equipados con la indumentaria de sus clubes de competición y también otros que aprovecharon la tesitura para lucir aquellas que les representan en la faceta sentimental.
Desde equipaciones de peñas, pasando por clubes locales como el Nueces de Ronda Atlético Torcal, de fútbol-sala, de clubes de más renombre como el Málaga o incluso con colores de equipos foráneos como los del Pontevedra o el Bristol Rovers, de la Tercera División de Inglaterra. Hubo también quien cruzó el Atlántico para colgarse el dorsal, alzando al cielo de Málaga la bandera de Brasil con su reconocible lema: orden y progreso; para poner en contexto la dimensión de la prueba. La meta volvió a ser un escenario idóneo donde, como cada año, también hubo hueco para reivindicar las causas sociales y vitales.
Uno de ellos fue Tito Belascoain, un corredor solidario de la asociación 'Correr Conciencia', que aprovechó la tesitura para visibilizar y hacer eco del cáncer. Como si fuera una 'liebre', participó con un banderín a la espalda en el que se podía leer 'Un euro contra el cáncer por cada corredor que adelante'. Adelantó, en total, a 1.076 corredores, lo que se traduce en la misma cantidad de euros. La empresa Diverxia Consulting es la entidad que se encarga de abonar la cantidad recaudada.
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Salió el último para sacarle más rédito a su iniciativa. «Nunca había salido el último, al principio me costaba hasta contar la gente que adelantaba», introduce. Eso sí, si alguien le rebasaba, tenía que restar una unidad a su contador. «Al principio he adelantado mucha gente, he llegado a 1.200, pero el último kilómetro no podía más y no paraba de darle al menos porque no paraban de pasarme, cuenta sonriente y satisfecho. Feliz, reconoce haber cumplido el objetivo. «Hemos recaudado lo que queríamos».
Sin relación personal y cercana con el cáncer cuando puso en marcha la iniciativa, le tocó vivirlo en las carnes de su mujer, aunque con final feliz: «Al final todo salió bien». Esta asociación la forman cuatro amigos que juntaron de forma desinteresada, allá por 2019, en busca de concienciar sobre la importancia de la investigación y del deporte como método de prevención. Tito, uno de sus impulsores, es un madrileño de 42 años que lleva una década afincado en Málaga. «Os va a costar mucho sacarme de aquí», dijo, evidenciando el embrujo de la Costa del Sol.
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Entre las estampas que se vieron en la línea de meta brilló la que protagonizaron Juan Francisco Bermúdez y su hijo Juan Manuel, de 6 años. Ambos cruzaron cogidos de la mano: «Yo corro todas las carreras de aquí de Málaga y desde que tenía cuatro meses cruzo la meta con él. Ya tiene 6 años y cada vez está más cerca de correr conmigo», explica sobre el emotivo momento que regalaron al centenar de personas que aplaudía desde las gradas.
Y más allá de la masiva participación popular que tuvo la prueba, también se dejaron ver caras conocidas del panorama político y deportivo. Se colgó el dorsal el candidato a la alcaldía del PSOE en los últimos comicios, Dani Pérez, y también la medallista olímpica en salto de altura, en Río 2016, Ruth Beitia, que consiguió su objetivo de bajar de las dos horas tras quedarse cerca en la Media Maratón de Valencia. Y bromeó con ello: «Después de toda mi vida luchando por subir de los dos metros, ahora me ha tocado hacerlo por bajar de las dos horas».
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