La mesa del salón lleva ya dos semanas arrinconada. La bicicleta estática le ha cogido el sitio al butacón. Y las toallas han ganado protagonismo en la colada. Aunque algunos disfruten de haberse montado un gimnasio en casa, la mayoría de los deportistas de élite ... han tenido que improvisar uno en casa. Entre contactos y ayuda de los clubes, algunos han conseguido hacerse con maquinaría para poder seguir realizando su trabajo. Pero, sobre todo, no echando a perder todo el esfuerzo anterior.
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¿Qué efectos y cómo se están adpatando los deportistas de élite al confinamiento? Enrique Salinas, preparador físico de la selección española de baloncesto y de la cantera del Unicaja, es optimista ante esta circunstancia y aboga por ser práctico. Su actividad ahora sigue siendo intensa para coordinar este imprevisto plan de trabajo. «Si tienes medios. Si tienes una cinta de correr y una bicicleta, te aseguro que no pierdes la forma. Lo que pierdes es el entrenamiento específico. Es decir, la sensibilidad con el balón, el tiro, los desplazamientos cortos. El día que vuelvan a la pista o al campo, eso sí se pierde y estarán más cansados por esos ejercicios específicos. Pero lo que es la condición física genérica, a nivel de sistema cardiorrespiratorio, metabólico..., puedes mantenerlo e incluso incrementarlo si tienes los medios y unos ejercicios bien planteados», explica.
Salinas aconseja no obsesionarse con el trabajo técnico que sólo se puede realizar con eficacia en los terrenos de juego. «Creo que hay que ser más pragmáticos, y ahora no se puede reproducir el juego con balón. Se puede meter dentro de una sesión una lista de tareas coordinativas, pero simplemente para mejorar aspectos como la velocidad o la agilidad. Los otros gestos son imposibles de reproducir a no ser que tengas una pista de baloncesto en casa, que pocos los tienen», expone.
Mientras, enumera varias reglas de oro para esta particular etapa. «Lo primero que debe tener un jugador es una dinámica de trabajo, un horario de actividad para el día. No esperar a ver qué hago, sino programar un horario desde la hora de levantarse, el tiempo del desayuno, el entrenamiento, el estar con la familia y estar en el sofá viendo la tele. Es clave tener un horario estricto de entrenamiento, y no dejar que por sensaciones cada jugador decida cuándo hace el trabajo», argumenta Enrique Salinas, quien sostiene que hay que ser más estricto aún con la alimentación.
«Creo que el mayor descuido será por la alimentación. Un deportista de élite, normalmente, está por encima de las 4.500 calorías de gasto energético al día. Y ahora no puede hacer esa ingesta porque básicamente no la consume. Ahora deberá andar por el gasto de las 2.000 o 2.500, como mucho», asevera, a la vez que aconseja ser realistas: «La fuerza muscular en este periodo va a disminuir bastante, ya no solo porque se pierda masa muscular. Se pierde porque realmente se deja de entrenar. Lo que sí se puede hacer, porque ya se sabe que va a pasar, es controlar el porcentaje de grasa».
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Coincide en esto Javi Peña. El preparador físico malagueño, que está en contacto con futbolistas profesionales, apunta: «En situaciones como estas, y más en personas que no son fuertes mentalmente, se puede llegar a generar un estrés mental que impulse a comer mal o a no cuidarse lo que realmente necesitan. Deben de andarse con mucho ojo con eso, y aunque haya mucha incertidumbre con todo, tienen que cuidarse como si fueran a volver al trabajo al siguiente día», opina.
Y hablando de lo de volver. Enrique Salinas cree que el deportistas de élite «tiene una gran ventaja para adaptarse rápido a la vuelta a los entrenamientos porque tiene un potencial de reserva que lo tiene acumulado de muchos años de trabajo siendo profesional». «Todo le cuesta menos, como cuando se dice que se recupera rápido de las lesiones. Es porque tiene una musculatura y un sistema articular ya muy trabajado. Creo que no se va a tardar tanto tiempo, no más de dos semana, en que un profesional encuentre el ritmo rápido».
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Otro ingrediente importante es el optimismo y conseguir rascar un aprovechamiento para la vuelta a la normalidad. Primer e importante punto: la recuperación de lesiones. «Al estar obligados a un reposo real, las lesiones se curan. Porque el problema que tenemos en competición es que los plazos se acortan mucho. Si una rotura muscular entre la población normal puede rondar las ocho o diez semanas, en un deportista profesional siempre es la mitad. En jugadores que tengan problemas serios hasta este momento, esto va a hacer que los tejidos se regeneren», señala Salinas mientras introduce otro beneficio, como el trabajo psicológico, «con técnicas de meditación, de respiración y de tolerancia a la frustración, que pasan inadvertidas durante la competición y que ahora se pueden hacer». Y por otro lado, «la mayoría podrá dedicar más tiempo a la familia y los amigos, ese calor social que durante la competición no se puede tener por la cantidad de viajes y partidos», comenta para finalizar Peña.
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