Joaquina Dueñas
Marbella
Domingo, 7 de mayo 2023, 19:22
El alemán Nicolas Mann (3 horas 56 minutos y 25 segundos) se impuso en la quinta edición del Ironman 70.3 Marbella, que reunió a más de 1.500 atletas que se enfrentaron a sus propias limitaciones en este exigente prueba que se convierte cada ... año en una fiesta del deporte.
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Por detrás de Mann estuvo Niek Heldoorn, de Países Bajos, con 3h.58:03, y el español Jordi Montraveta, que logró completar la prueba en 3h.59:16. En categoría femenina la mejor fue la británica Nikki Bartlett, que revalidó su presencia en lo más alto del cajón, con 4h.27:18, junto a la estonia Kaidi Kivioja, en segundo lugar con un tiempo de 4h.34:02, y la alemana Daniela Kleiser en el tercer puesto con 4h.35:17.
Mientras amanecía en la playa de Levante de Puerto Banús, cientos de deportistas calentaban con las primeras brazadas en el agua o con ejercicios en la arena para aclimatarse a lo que les esperaba: 1.900 metros a nado, 90 kilómetros en bicicleta y 21 de carrera a pie.
A las 7.40 horas salían los profesionales masculinos. Un minuto después eran las mujeres, también profesionales, las que se zambullían en el mar con una temperatura de 16 grados. Luego llegaba el turno de los 1.500 inscritos que salían de los cajones con tiempos estimados entre los 25 y los 50 minutos. Y es que, más allá de los triatletas profesionales, los participantes en esta competición vienen a competir contra ellos mismos, a mejorar sus medias o a disfrutar de un nuevo recorrido, desconocido para muchos de ellos. Solo el 32% de los inscritos eran españoles. El resto procedían de otros países entre los que destacan Reino Unido, con una nutrida representación del 18%, Bélgica, con el 6,5%, y Francia, con 5,6%. También había representantes de Irlanda, Alemania, Países Bajos, Suiza, Estados Unidos e Italia.
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Para la mayoría de ellos (80%) esta era su primera incursión deportiva en Marbella, incluso en España, como el caso de Sebastien Aubry, un belga de 45 años, que se estrenaba en el Ironman, aunque sí había participado en otros triatlones en Francia. También era su primera vez en el país. «He venido solo por placer», aseguraba a este periódico. Sebastien formaba parte de un grupo de diez atletas que participaban en la prueba y que habían llegado con sus familias para compaginar deporte y turismo. El objetivo, «terminar el recorrido, sin marca de tiempo concreta». De hecho, solo conocía los trayectos a través de los mapas técnicos facilitados por la organización. Eso sí, llegaba después de entrenarse cada semana «un día carrera, los miércoles por la tarde; uno o dos de bicicleta en carretera y en montaña, además de otro de natación».
Patricia y Guy Fritz, de 51 y 76 años respectivamente, llegaban desde del sur de Francia. Guy era el mayor y único de esa edad. Para él era la primera vez. Patricia, sin embargo, hacía su cuarto Ironman. Los dos se enfrentaban la prueba completa y se habían preparado a conciencia entrenando seis días a la semana «gracias a Jouffret, del Tri-Academy Squad», su equipo. «Practicamos tres día de carrera, tres de natación y otros tres de ciclismo», precisaba Patricia. «Dedicamos 15 horas a la semana», apuntó. Para este matrimonio, cada uno de los tramos se planteaba como un reto con un claro objetivo: «Acabar la carrera». Como ellos, un 80% de los inscritos acudían a esta cita deportiva marbellí por primera vez con la ilusión de ponerse a prueba.
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Además de la modalidad individual, mayoritaria, también se podía participar por equipos, en el que cada segmento lo hacía un atleta distinto. Ese era el caso del equipo Marca Marbella, con Marina Castro, nadadora, Juan Pedro Medina, bicicleta, y Cristian Benítez, carrera a pie. Los tres son conocidos deportistas locales que participan en otros campeonatos y llevan toda la vida entrenando por lo que la competición no les es ajena, si bien era la primera vez que estaban juntos en un triatlón.
Importante para ellos la coordinación en las transiciones entre segmentos. Marina tenía que soltar el neopreno en la caja antes de poner el chip de seguimiento de carrera a Juan Pedro, que le esperaba con el casco puesto. Luego, a la inversa, hasta que no se quitaba el casco no podía entregar el chip a su compañero Cristian que le esperaba para empezar a correr.
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