La ley de ciclismo es inexorable y, en líneas generales, siempre ganan los mismos. Pero hay días en que se produce un giro de los acontecimientos, la situación se descontrola y se abren las puertas a lo inesperado. Es lo que sucedió este viernes en ... la última curva en Oliva. Una curva ancha, sin ningún pero que ponerle y menos con lo que va de Vuelta con incidentes de toda clase. Escenario impecable para un sprint. Pero por esas cosas de la vida, resulta que la llegada se desmadejó por completo y aparecieron ventanas de oportunidad por todas partes. El sueño de cualquier equipo modesto, sometido a diario a la tiranía de los grandes. Pero no. El Caja Rural-RGA lanzó a su velocista, Orluis Aular, pero le faltaron escasos centímetros para lograr una victoria que habría sido trascendental para el proyecto de futuro del equipo navarro. El venezolano se quedó levemente cerrado, suficiente para no llegar a tiempo de remontar al francés Geoffrey Soupe (TotalEnergies), que dio la sorpresa de lo que va de Vuelta. Aular fue mucho más rápido, pero la línea de meta se le echó encima y tuvo que conformarse con el segundo puesto.
Soupe, de 35 años, tenía como único palmarés los triunfos en la general y en dos etapas de la Amissa Bongo en Gabón, este mismo año. Con su larga barba, a contracorriente de la estética habitual en el pelotón, fue el primer sorprendido por el resultado. El TotalEnergies no es un equipo World Tour, pero como si lo fuera. La firma francesa es un potentísimo patrocinador de las mejores carreras del mundo, con una relación de la máxima cercanía con ASO -organizadora del Tour y de la Vuelta a través de Unipublic- y tiene asegurado el mejor calendario del mundo. Sin ir más lejos, cada año recibe puntualmente su invitación para correr la Itzulia y la Clásica de San Sebastián. Es un equipo que ha podido costear el fichaje de Peter Sagan y su círculo de confianza durante dos temporadas. Mucho dinero.
Frente a ello, el Caja Rural maneja un presupuesto de tres millones de euros, quince veces menos que el de Ineos o Jumbo. El triunfo en una grande sería un grito de esperanza, como lo fue el de Mikel Iturria con el Murias en la edición de 2019, en un ciclismo cada vez más vetado para los modestos. La brecha entre el World Tour y el ProTeam es gigante y no deja de crecer. Incluso dentro de la primera categoría hay un abismo entre los de arriba y los de abajo.
Stage en Sierra Nevada
El Caja Rural-RGA está firmando una Vuelta muy completa y recoge los frutos del trabajo realizado para esta carrera. El bloque que está disputando la ronda española estuvo concentrado un mes en Sierra Nevada. El conjunto navarro 'sacrificó' una carrera importante como la Vuelta a Burgos para priorizar la Vuelta a España. Sus mejores hombres se quedaron en la altitud de la montaña granadina para presentarse en la salida de Barcelona al máximo de sus posibilidades.
Desde los dos segundos puestos de Alex Aranburu en 2019 (en Igualada y Bilbao), el Caja Rural no estaba tan cerca de una victoria en la Vuelta como este viernes. El equipo es una 'rara avis' en el mundo profesional, sostenido por una firma local, la Caja Rural de Navarra, para un mercado más amplio. La estabilidad que emana de esta estructura tan cercana entre la casa y el equipo da una enorme estabilidad al proyecto, que no depende de una victoria o de estar en la Vuelta, aunque la presencia en la carrera es clave.
El Caja Rural disputó todas las ediciones de la carrera entre 2012 y 2021 y el año pasado no recibió la invitación. Tras un paréntesis, vuelve. Aular, campeón venezolano tanto en ruta como contrarreloj, tiene contrato esta temporada y la próxima.
Arensman, a casa
El sprint cerró una etapa tranquila hasta los kilómetros finales, donde hubo varias caídas. La más grave, la que atrapó a Thymen Arensman (Ineos), que tuvo que abandonar. El neerlandés de 23 años cayó a cinco kilómetros de meta y fue trasladado al hospital con collarín, pero consciente. Geraint Thomas también sufrió una caída, sin consecuencias.
La Vuelta regresa este sábado a la montaña, con la etapa de Xorret de Catí, con un descenso final muy tenso. Y el domingo, meta en la Cruz de Caravaca.
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