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Cap Blanc-Nez, una maravilla de la naturaleza que mira a Inglaterra a través del Canal de la Mancha. Un lugar donde siguen visibles todas las heridas de todas las guerras, según recuerda el obelisco de la cima de este cabo de roca caliza y ... acantilados blancos hasta el mar. El lugar elegido por Wout van Aert (Jumbo) para reabrir el debate de si hay otra manera de ganar el Tour. Puso sobre la mesa la cuestión investido de la autoridad que otorga llevar el maillot amarillo. Hay una forma clásica de ganar en París: ser el más fuerte en las altas montañas y en la contrarreloj. ¿Puede hacerse emboscado en una guerra de guerrillas? ¿Puede un partisano derrotar a los ejércitos regulares? ¿Puede hacerse realidad el sueño de Alaphilippe frustrado a dos días del final en 2019?
El caso de Van Aert es paradójico. Al contrario de lo que intentó el francés hace tres años, el belga forma parte del equipo más fuerte de la carrera, que cuenta con dos de los tres favoritos al triunfo: Roglic y Vingegaard. Y también se apoya en él, aunque para gestionar su libertad. Ayer, el Jumbo ensayó una estrategia calcada a la que le valió para reventar la París-Niza el primer día. En una tachuela cerca del final, Van Aert, Laporte y Roglic se quedaron solos. El esloveno acabó ganando la 'Carrera del sol'. Ayer no se respetó el escalafón. Una aceleración brutal de los holandeses en la côte de Cap Blanc-Nez, la cota de la nariz blanca -Blankenesse, en neerlandés, a un paso de la frontera con Bélgica- destrozó el pelotón. Esta vez, la labor de zapa la realizaron Van Hooydonck y Tiejs Benoot. Solo quedaron en cabeza el maillot amarillo, Adam Yates (Ineos) y Jonas Vingegaard. Pero Van Aert siguió apretando y se quedó solo.
Ganar en solitario vestido de amarillo es lo máximo, lo que no puede faltar en el palmarés de ninguno de los grandes. Ya está en el de Van Aert. Su ataque retrató a Pogacar (UAE) y a Roglic. El doble ganador del Tour ni se enteró. Mal colocado, cerrado, confiado en exceso o sin fuerzas para contrarrestar el huracán, el caso es que no asomó a los puestos de cabeza. Roglic sí, pero como Geraint Thomas (Ineos) y Vlasov (Bora), tuvo que levantar el pie, ahogado.
Es verdad que un repecho de 900 metros al 7,5% de media, por mucho que tenga un rampón al 12%, no tiene nada que ver con los grandes puertos que vendrán y que son jueces del Tour desde que en 1910 aparecieron Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque. Un año después se pasó el Galibier, que en esta edición se subirá dos veces. Es verdad que en esos colosos la realidad es muy diferente, ¿pero se puede soñar con una vía alternativa de ganar el Tour?
A Alaphilippe siempre le quedará el honor que solo se reserva a lo pioneros, pero si alguien puede conseguirlo es Van Aert. Uno que ha ganado siete veces en el Tour, al sprint (Campos Elíseos incluidos), escapado, contrarreloj y en una etapa que se sube dos veces el Mont Ventoux. Llegarán los académicos, los rigoristas, llegará la realidad con todo su peso inexorable y enterrará todas estas ensoñaciones. Pero mientras tanto, hay libertad para tararear el 'Bella Ciao': O partigiano, portami via...
El Tour se adentra hoy en el territorio de la París-Roubaix para una jornada que genera expectativas y desconfianza. Expectativas porque en este adoquín brutal del Flandes francés puede pasar cualquier cosa. Desconfianza porque las figuras manejan con mano de hierro la carrera y a ninguno, ni a Pogacar (UAE), ni a Roglic ni a Vingegaard (Jumbo), les interesa una escabechina, al revés de lo que sucedía con Vincenzo Nibali en esta misma etapa en 2014.
En total, serán once sectores con 19,4 kilómetros adoquinados en los últimos 75 de carrera. Es un cifra similar a la de la anterior incursión del Tour en el pavés, en 2018 (21,7 kms). La meta estará situada en la entrada del bosque de Arenberg, pero no se pasará el sector más mítico de la París-Roubaix. El Tour aprieta pero no ahoga con los tramos más exigentes y peligrosos.
La clave de la etapa residirá en si se plantean dos carreras o una sola. Si los especialistas se embarcan en la lucha por la etapa y los favoritos marchan tranquilos por detrás, o alguno de los grandes decide que solo haya una, meterse en un mano a mano con los grandes rodadores y provocar un sálvese quien pueda imprevisible a su espalda.
Está claro que Van der Poel (Alpecin) va a ir a por todas. Quinto en la general a 38 segundos del liderato, el maillot amarillo es su objetivo. Habrá que esperar a ver la táctica de Jumbo, si retiene a Van Aert con sus líderes o le da vía libre para defender el amarillo. A partir de ahí, la etapa podría ser todo un espectáculo, con Lampaert (Quick-Step), Pedersen (Trek), Sagan (Bora), Kung (Groupama), Ganna (Ineos), Mohoric (Bahrain)...
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