Simon Yates conquista Granada en la etapa reina de la Ruta de Sol

Y la Vuelta a Andalucía se puso del revés. Desde luego, si había una etapa capaz de cambiar el 'statu quo' de la carrera, esa era la de ayer. Granada y el Alto de Hazallanas eran un cóctel perfecto. Una etapa de apenas 120 kilómetros pero tres horas de esfuerzo al límite que, a estas alturas de temporada, puede provocar que todo termine en meta como el rosario de la aurora. Y así ocurrió.

Porque todos los grandes nombres que se habían dado cita el pasado miércoles en Sanlúcar de Barrameda respondieron cuando tuvieron que hacerlo. Todos. Y quien se lo perdiera, es una pena porque ayer se vio probablemente la mejor etapa de lo que llevamos de temporada en todo el mundillo ciclista. Apareció, donde tenía que hacerlo, el Simon Yates que se esperaba en la ronda andaluza. El mejor escalador de los que había en liza, que ganó en Granada por derecho.

Yates atacó a lo campeón, dando espectáculo con un hachazo en mitad de la durísima subida a Hazallanas, con esos siete kilómetros finales terribles casi siempre por encima del 10% de inclinación. Si es una barbaridad en verano, con todo el mundo en forma, qué decir en invierno. El grupo de los elegidos, que entonces apenas tenía una decena de componentes, sólo pudo mirar cómo se iba el británico, que por momentos recordó a sus grandes ataques en el pasado Giro.

Para entonces ya no estaba ahí el que era líder de la carrera, Tim Wellens. El belga, ganador en Sanlúcar y La Guardia, no quiso poner excusas al cruzar la meta pero sí detalló que tuvo un día verdaderamente horrible con todo tipo de vicisitudes. Desde una caída perfectamente evitable en una rotonda de Armilla –sin mayor importancia en lo físico– hasta problemas con su comunicación por radio con el equipo o la rotura de su sillín, que tuvo que cambiar en pleno descenso del Purche. De esos días en que mejor no levantarse de la cama.

El caso es que, aparte de todo eso, para un ciclista más bien pesado como Wellens, Hazallanas se convierte en una auténtica pared. Y si enfrente hay gente como los hermanos Yates, Fuglsang, Kruijswijk, Izagirre o el jovencísimo Sergio Higuita –a los 21 años, este colombiano de la Fundación Euskadi está maravillando a propios y extraños–, se hace todavía más complicado. Astana lo sabía perfectamente y apostaron el todo por el todo a ganador. El conjunto kazajo puso un ritmo inaccesible desde el principio que destrozó el pelotón en la subida al Purche (de primera categoría) y acumuló desgaste antes de la traca final en Hazallanas.

Eliminado Wellens, ya era cuestión de amarrar, sin asumir riesgos. Fuglsang controlaba el grupo mientras Ion Izagirre, subiendo inteligentemente, supo sufrir para volver a entrar. El descenso a la capital nazarí fue de vértigo, con tres celestes –Pello Bilbao conectó con los mejores también- limando segundos a un Yates que sí tuvo margen suficiente para disfrutar de su victoria. Ahora Fuglsang es el nuevo líder, con Izagirre segundo en la general, así que muy mal se tiene que dar en la última etapa para que pierdan una carrera que tienen muy bien encaminada tras haberle dado la vuelta en Granada.