La nueva generación del ciclismo malagueño

La realidad es que el ciclismo no vive hoy por hoy su momento más dulce. Ni mucho menos. Eso, sin embargo, no ha impedido que quienes conforman la sala de máquinas en la base de este deporte –clubes, entrenadores y aficionados– hayan puesto cuatro nombres encima de la mesa con la vista puesta en el futuro: Antonio Becerra (Ronda, 2005), Daniel Vilches (Nerja, 2005), Javier Zarzuela (Marbella, 2005) y Javier Ternero (Málaga, 2005). Todos ellos de categoría junior de segundo y último año. Concentrados en terminar la temporada lo mejor posible, miran de reojo al futuro y ultiman su preparación para dar el siguiente paso: la categoría sub-23, «uno de los saltos más complicados del ciclismo de formación», reconocen todavía desde ese gran universo de miniatura que es el ciclismo base.

Antonio Becerra posee un perfil de ciclista escalador. Desde el pasado enero corre en las filas del Team Vino Junior, uno de los filiales de uno de los gigantes del ciclismo profesional, el Astana kazajo. Al margen de las concentraciones, carreras y vueltas se entrena desde Ronda, el que es su pueblo. Desde allí le hacen un seguimiento de sus entrenamientos, números y sensaciones. De las competiciones puntuables para el 'ranking' de la categoría, ha corrido las Copas de España de Don Benito y Tarragona –siendo noveno en ambas–, la Volta a Loulé (una de las citas portuguesas con más solera), la Vuelta a Las Comarcas, en Murcia, donde un problema de salud no le permitió ofrecer su mejor versión, y la Clásica de Vitoria-Gasteiz. «Mi salto a sub-23 dependerá de cómo escape este año. Estoy apretando para encontrar un buen equipo», se sincera.

Vilches, mientras, es un perfil más de esprínter y Zarzuela, un escalador que este año se ha decidido por potenciar otras cualidades, como rodar en pelotón. Ambos corren y se entrenan juntos, desde Vitoria, en el equipo vasco Volvo Arregui-CYA-Hegotarrak. Al nerjeño Vilches le ha costado adaptarse a las temperaturas del Norte, que son «muy diferentes a las de Andalucía», comenta. Esta campaña ha corrido la Lieja-Bastón-Lieja júnior, uno de los grandes monumentos del ciclismo mundial, cedido en otro club. Actualmente se encuentra lesionado tras sufrir una caída, aunque no tardará en volver. El marbellí Javi Zarzuela, por su parte, destaca la cronoescalada que ganó en Cártama y divisa en su horizonte la Itzulia (Vuelta al País Vasco). «Este año estoy bastante fuerte», reconoce.

El más escalador de los cuatro quizá sea Ternero, que corre para el Grupo Serman, club patrocinado por la empresa del exciclista José Antonio López Gil que tiene su sede en el municipio cordobés de Cabra. Natural de la barriada de Ciudad Jardín, se entrena en las carreteras de la ciudad. Con un calendario «muy intenso y ajetreado, corriendo todos los fines de semana» destaca las 'grandes' que les quedan por correr de aquí a octubre: la Vuelta al Besaya, en Cantabria, y la Itzulia. No tiene reparo ninguno en reconocer su condición de gregario: «Trabajo bastante para el equipo».

Conscientes de la dificultad que conlleva llegar al profesionalismo, son los cuatro malagueños aspirantes a formar parte, el día de mañana, del selecto grupo que es el pelotón ciclista de los mayores.

Sin demasiada información acerca del ciclismo base y las escuelas, se hace cada vez más complicado ver a jóvenes equipados con un 'maillot' y un casco. «Hay muchos máster y élite, pero pocos niños», reconocía el marbellí Zarzuela, buen sabedor de lo invisible que es el ciclismo para los más jóvenes. El de la bicicleta es uno de esos deportes donde la tradición familiar juega un papel clave. De padres a hijos, como se suele decir. Quizá resista todavía gracias a este factor, denominador común de los cuatro: a todos ellos les picó el 'bicho' de la bicicleta por una afición paterna.

«Mi padre era aficionado y he tenido la suerte de nacer en una familia de deportistas», cuenta Becerra, que empezó a montar en bicicleta en el club Los Mismos, en Arriate. Primero lo hizo con la bicicleta de montaña, en los circuitos. Fue en cadete cuando dio el salto a la carretera, de la mano del Indeso de Jerez: «Allí me formaron muy bien y me enseñaron a trabajar en equipo, son de las mejores escuelas de Andalucía».

Dani Vilches, igual. Zarzuela lo hizo con 6 años. «Iba a ver a mi padre correr», cuenta. Tras un periplo jugando al fútbol y como triatleta, se decantó en cadete de segundo año definitivamente por la bicicleta. La historia de Ternero tampoco dista mucho de la de sus compañeros: «Mi padre tenía un club y salían los domingos. Eran una 'grupeta', nada competitivos. Salían a disfrutar».

Cada uno tiene su historia y su ambición particular, y reconocen lo complicado que resulta compaginar los estudios con la práctica del deporte de máxima exigencia. Becerra y Vilches se encuentran centrados en el ciclismo de competición, el que a día de hoy es su objetivo más ambicioso. «Ahora mismo lo que tengo en la cabeza es vivir de esto. Sé que es muy, muy difícil, pero yo voy a intentar llegar», confiesa el rondeño, al que le resultó imposible compaginar el ciclismo con el Grado Medio de Técnico Deportivo que empezó en septiembre. La situación del nerjeño Vilches es muy similar: «Ahora mismo me encuentro centrado en esto».

En la otra parte se encuentran los 'Javis' Zarzuela y Ternero, que a día de hoy dan sus últimos coletazos como estudiantes de Bachillerato. Al marbellí le gustaría estudiar un doble grado de Derecho y Ciencias Políticas, y al malagueño, Administración y Dirección de Empresas. La decisión de dónde y en qué universidad, dicen, dependerá del equipo donde corran la temporada que viene. Zarzuela quiere disfrutar de sus años de sub-23 antes de pensar más allá y Ternero, menos convencido, lo ve «como una posibilidad», consciente por otro lado de que las cosas pueden también no salirle.

El panorama local cuenta también con otros nombres interesantes, con talento encima de la bicicleta, aunque sin ese hambre competitiva que tienen quienes aspiran a vivir del deporte. El caso de Miguel de Frutos, del Trebujena-Lobato y también junior de segundo año, es uno de ellos. Destacando por sus números esta temporada, confirmó que no competirá en la categoría sub-23 por querer continuar formándose académicamente: «Ahora voy a disfrutar de otra forma».

Y es que más allá del paso al ciclismo profesional, el salto que supone pasar el filtro de la categoría sub-23 son «palabras mayores». Fue esa la categoría en la que se consagró el coineño Carmelo Urbano, la última gran promesa del ciclismo malagueño, que nunca se llegó a consolidar en la élite. El malagueño José Marín, que hasta hace poco corría para el equipo sub-23 del Caja Rural, decidió hace unas semanas dejar el ciclismo de competición por su alta exigencia. Estos cuatro chicos son, a día de hoy, quienes optan a pasar a la siguiente pantalla del juego el día de mañana.