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Stefano Oldani creció en el equipo de formación de Alberto Contador. Primera inspiración. Ahora corre en el Alpecin, una escuadra hecha a la medida de Mathieu van der Poel. Segundo modelo a seguir. El joven milanés se metió en la fuga buena con su maestro, ... el portento neerlandés. Iban ellos y otros veinte. Muchos. Y todos pendientes de lo que hacía Van der Poel. Eso apartó el foco del holandés Leemreize y de los italianos Rota y Oldani. Los tres se largaron camino de Génova, la antigua capital del Mediterráneo, la supuesta cuna de Cristóbal Colón. Era un día para descubrir a un nuevo ganador. No iba a ser Van der Poel, pero sí su alumno. Oldani esconde en sus finas piernas de escalador la potencia de un velocista. Anuló el ataque lejano de Leemreize y batió a su «amigo» Rota. Su primera victoria. «Van der Poel es mi ejemplo», repite. Y le imita. Derrocha fuerzas, gana y se tira al suelo en la meta. Como su maestro.
De allí, de Génova, salió el 10 de mayo de 2011 la etapa más triste. Aquella mañana la familia de Wouter Weylandt subió a la curva, al muro, donde un día antes había muerto tras caerse el corredor belga, de 26 años. Su madre se acercó temblando al charco de sangre seca que marcaba el punto final. Se arrodilló y tocó con suavidad ese trozo de asfalto. La última caricia. Dio unos pasos atrás y con los ojos en lágrimas sacó fotografías del lugar. No se le puede ganar a la muerte, pero sí al olvido. El Giro se acordará siempre de Weylandt. Desde aquel día su dorsal, el 108, no ha vuelto a competir. Es suyo. Su hermana, que asistió a aquella escena familiar, es ahora miembro del equipo Trek, el de 'Juanpe' López. La decimosegunda etapa de esta edición de la ronda rosa pasaba otra vez por el Passo del Bocco. «El corazón late con fuerza en mi garganta y las lágrimas están listas. Los nervios corren por mi cuerpo. El impacto del Passo del Bocco en la carrera de hoy es aún mayor de lo que había previsto», escribió Elke Weylandt en Twitter.
El recuerdo de aquel accidente flotaba sobre la salida, en Parma. El ciclismo es cada vez más peligroso. La lista de corredores que vienen de una grave caída no deja de crecer: Froome, Dumoulin, Bernal, Evenepoel, Valverde, Landa... Cada palmarés va unido a un largo parte médico. Pero ese riesgo creciente no activa el freno. Al revés. A veces, todo parece un encierro de San Fermín. Locura. Así, descosida, arrancó la etapa más larga, de 204 kilómetros entre Parma y Génova con el Passo del Bocco a medio camino y dos puertos más de tercera en el tramo final.
No estuvo en Parma Caleb Ewan, retirado. Lo ha hecho siempre. Ha disputado cinco veces el Giro y no ha llegado nunca al final. Sin el menudo velocista australiano, los que siguen buscaron la fuga. Y por eso, porque todos no caben en la escapada, recorrieron 55 kilómetros en la primera hora. Vuelo raso. Van der Poel no dejaba de atizar arrancadas. Es de los que derrocha energía. No para. El público le adora. Y no paró hasta que en el kilómetro 70, tras el primer sprint intermedio, vio que el pelotón se ablandaba para tomarse un respiro. De eso nada, dijo el neerlandés. Otro hachazo. El bueno. La fuga buena. De quilates. Con 'VDP' iban sus compañeros Oldani y Riesebeek, más Mollema, Buitrago, Taaramae, Sobrero, Vendrame, Barta, Cort Nielsen, Ballerini, Hamilton, Leemreize, Rota, Albanese... y Kelderman, el mejor clasificado a 11 minutos del líder, de 'Juanpe' -o 'Juampe', según manda la RAE- López. El lebrijano ya suma nueve etapas de rosa tras otra jornada defendiendo su túnica.
«Muchos corren para que pierda Van der Poel», dice Oldani. Lo cierto es que todos vigilaban al neerlandés. «Por eso queríamos meter a más gente del equipo en la escapada. Íbamos tres», contó. Jugaron esa carta. Cuando Rota se marchó en el puerto de la Coletta, sólo Oldani y Leemreize se movieron. Detrás, Kelderman, Buitrago, Mollema y Hamilton esperaron hasta la dura subida al Valicco di Trensasco para darse cuenta de que Van der Poel estaba ya vacío. Tarde. Con los ocho minutos que le sacaron al pelotón, Kelderman y Hamilton recuperan buena parte de los perdido en el Blockhaus, pero la etapa ya no era suya. Fue de Oldani, que siguió al pie de la letra el ejemplo de Van der Poel. Tiró más que ninguno. Y al final remató. «Sabía que Rota es rápido. Al holandés no le conocía», contó. Los derrotó a los dos en Génova con su doble inspiración. Hecho en la escuela de Contador y aprendiz de Van der Poel. «Esto es mágico», repetía.
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