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Plano en alto de la subida a la Fuente de la Reina, justo antes de llegar al mirador.

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Plano en alto de la subida a la Fuente de la Reina, justo antes de llegar al mirador. Migue Fernández

La subida a la Fuente de la Reina: La cima de los sentimientos

Este mítico puerto despierta emociones en cualquier aficionado y es un resumen de la propia vida: sonrisas y sufrimiento

Lunes, 24 de febrero 2020, 01:24

Las pulsaciones se van calmando poco a poco y las endorfinas empiezan a correr por el cuerpo como un torrente descontrolado. En sus últimos metros, la carretera se abre y da paso a una pequeña recta. Una cinta oscura se estira como un chicle para desaparecer luego en alguna parte. De forma paulatina, el ciclista empieza a abandonar ese túnel interior en el que se había introducido y se deja caer en dirección a un letrero marrón que da fe del nombre y de la altura: Puerto del León, 900 metros sobre el nivel del mar. El momento de separar las calas requiere un giro ligero del tobillo hacia fuera y enseguida se emite el característico crujido: «Clack, clack». El ciclista apoya su bicicleta en uno de los barrotes que sostienen el letrero y se dirige a la falda de la montaña para mirar en dirección Norte y avistar la bahía de Málaga. En el otro lado de la carretera se erige una construcción de cemento que recoge la lluvia que va cayendo de los montes. Una llave abre un pequeño grifo y según el día sale un fino hilo de agua o no. Ahí están incrustadas en piedra maciza las cuatro palabras que si se pronuncian de forma conjunta evocan grandes emociones. El ciclismo siempre dibujó sus grandes campos de batalla en la montaña y Málaga tiene aquí su Alpe d'Huez: Fuente de la Reina.

Por ese nombre se conoce en realidad la subida al Puerto del León. Son 16 kilómetros con varias rampas al 10% de pendiente. Un ascenso de primera categoría que se ha convertido con los años en un auténtico lugar de peregrinación. De todos las subidas que ofrece el vasto mapa de la geografía española, ninguna reúne unas características tan específicas. Una amalgama elegante y simple de serpentinas y zonas arboladas. Conquistable tanto si llueve como si hace calor. Una subida que comienza en la misma ciudad, desde la Plaza de Fuente Olletas, lo que le imprime a este puerto una accesibilidad extraordinaria. Una ruptura brusca con la ciudad. En pocos metros, el ruido de los coches se sustituye por el gorjeo de los gorriones y el olor a pino.

Encarni Hinojosa

Si subir puertos es como un resumen de la vida, donde el sufrimiento y las alegrías se van dando la mano, a Antonio Lozano solo le falta tatuarse Fuente de la Reina en el antebrazo. Tiene 43 años y trabaja para la Junta de Andalucía. A Óscar Romero, 45 años, conductor de autobús, le gusta hablar de «mi templo». Ambos acaban de subir codo a codo y saben que la clave está en la constancia. «Esto es muy desagradecido, cuesta mucho tener un buen pico de forma y se pierde enseguida si no sales en dos o tres semanas», dice Óscar y recibe la aprobación de su compañero.

Antonio ya no sabe cuántas veces ha subido a la Reina, pero sí se acuerda de la primera vez: «Tenía 14 años y me escapé con una bicicleta de montaña que tenía entonces. Mi madre no quería que subiera, lo consideraba demasiado peligroso. Al final, cuando vio que las prohibiciones no servían de nada, me compró un casco. Al menos, que su hijo estuviera protegido debió pensar la pobre». Luego se ajusta las gafas y confiesa en voz alta: «Yo estoy enamorado de este puerto».

En un mundo perfecto, Antonio y Óscar coronarían la Reina siete días a la semana. En realidad, Antonio y Óscar representan ese amor anónimo por la práctica del ciclismo, tan en auge en los últimos años. Los sábados y los domingos, el ascenso a la Fuente de la Reina se convierte en un desfile colorido de maillots y sanas dosis de ambición deportiva. La variedad es grande. Corre el Movistar y el Bahrein Merida. También equipos ya desaparecidos como el Sky o el Caisse d' Espagne. De vez en cuando, los de otra época: el Reynolds o el US Postal. A otros les gusta subir con el maillot de su peña para fortalecer el sentimiento de pertenencia.

Vídeo. Así es la subida a la Fuente de la Reina (imagen acelerada) Matías Stuber/ Pedro J. Quero

Sensaciones al subir

En la memoria colectiva, subir puertos equivale a romper la siesta durante las retransmisiones televisivas y poner fin al tedio bajo las instrucciones didácticas de Perico. No hay terreno en el que la euforia y el dolor se acercan tanto, hasta el punto de mezclarse y convertirse en pura dinamita para los sentidos. Los primeros metros se suelen acompañar de ligeros gimoteos. Las piernas están duras como una piedra. Con el paso de los metros, comienza a abrirse la puerta a un salón interior que cada uno debe amueblar como mejor puede. Si se es demasiado conservador, se aborta el viaje hacia el interior. Pedalear con un ritmo demasiado alto, sin embargo, no hace más que anticipar la capitulación final.

Que el bajón de azúcar aguarda en cada curva lo tienen asimilado Antonio Alarcón (64) y Víctor Alarcón (38). Padre e hijo intensificaron su pasión por el ciclismo en los últimos doce meses. El primero, jubilado después de trabajar en la fábrica de Siemens, ha descubierto la bicicleta eléctrica. «Tiene cuatro modos de ayuda», asegura que es perfecta para los que «sufrimos ya de algunos achaques físicos». Antonio se subió un día a la bicicleta de carretera y ahora entrena «con la intención de prepararme el camino de Santiago».

Subir a la Fuente de la Reina es como dirigirse hacia un objetivo definido de forma cristalina. Al final del puerto, espera una auténtica pared. Dependiendo de las fuerzas que se han guardado, se convierte en una alfombra roja o en un potro de tortura. El principio y el final se unen de ahora de forma clara. Un puerto coronado es un estimulante poderoso para la autoestima. José 'El Quillo' Márquez, veterano ciclista malagueño de Ojén, sentó el récord en 2002. Tras una subida como un torpedo, paró el crono en 36'05. La mitología es a los puertos lo que los huesos a un buen caldo. Dice la leyenda que una cervecera local ofreció durante muchos años una recompensa de 1.000 euros para quien fuera capaz de eclipsar la plusmarca. Miguel Solis, que organiza todos los años la carrera de la Fuente de la Reina, una de las pocas pruebas que aún quedan con aroma a ciclismo de antaño, ni confirma ni desmiente. «El tiempo que hace uno en la Reina es como una carta de presentación. Siempre ha sido así en Málaga y lo seguirá siendo», explica.

El recorrido y un récord intratable

Aunque la Fuente de la Reina también se puede atacar saliendo desde El Palo, por la carretera que lleva a Olías, la subida clásica sitúa la salida en la rotonda de Fuente Olletas. El comienzo es una declaración de intenciones, con dos rampas que llegan al 10% de pendiente. Después de unas curvas que permiten un ligero suspiro, la carretera lleva al puente que da entrada al parque natural Montes de Málaga, dejando la venta El Trepaolla a la izquierda. Después de disfrutar de unas impresionantes vistas a la capital, esperan otras dos rampas que rozan los dobles dígitos. Luego suaviza el terreno y la carretera ya apunta al mirador. La primera mitad del puerto está liquidada. Queda lo más duro. Después de otra recta, hay que pasar dos túneles sin iluminación. El paso a la oscuridad exige activar los cinco sentidos. Un tramo de curvas en llano después, comienza la traca final a partir del kilómetro 13. Esperan tres nuevas rampas, incluida una auténtica pared de 500 metros. Aquí se separa el grano de la paja y se celebra cada desarrollo que se ha guardado por el camino. Al llegar a la Fuente de la Reina, la pendiente suaviza antes de coronar en la línea de meta que está trazada como un gran molde blanco sobre el asfalto.

Imagen principal - La subida a la Fuente de la Reina: La cima de los sentimientos
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Han pasado 18 años desde la gesta del 'Quillo' Márquez. Su tiempo de 36'05 permanece intratable como una fortaleza. El de Ojén vuelve a rememorar aquella estampida para SUR con un cierto aire de nostalgia: «Era la época dorada del ciclismo malagueño. Venían muchos equipos de toda España para la carrera de a la Reina. Entonces, se subía rapidísimo. El nivel que había, con todos mis respetos, era más alto que ahora. Yo venía de correr en Mountain Bike, por lo que era un corredor muy explosivo. Era un tirilla, apenas pesaba 63 o 64 kilos. Tenía la espinita clavada de haber perdido el anterior año en el esprint, en la rampa final. Mi estrategia la tenía clara, atacar desde el minuto uno para hacer un corte en los primeros dos kilómetros. Quería mover al pelotón desde la propia rotonda. Después del puente, gasté otro cartucho que me permitió sacar algo de diferencia. El tramo que lleva hacia el mirador, se suele hacer a relevos con los correderos que hacen el primer corte. La Reina es un puerto que se hace muy fácil yendo a rueda, por lo que hay que ser listo y no ser siempre el que va tirando. Si hay buena coordinación, es muy difícil que el pelotón te pueda dar caza. Pero en aquella ocasión, antes de llegar al Mirador, ya iba escapado y aquello se convirtió en una carrera contra mi propia sombra. Así batí el récord. Normalmente, la subida se decide en los últimos 700 metros, donde se llega en un grupito de diez o doce correderos. Por eso es tan importante que no te dejes coger la rueda. Si lo permites, la cartera te la van a robar en la última rampa. Eso está clarísimo».

El 'Quillo' Márquez admite que la Reina es una de sus subidas predilectas. ¿Alguna recomendación para el aficionado? «Si va a hacer tiempo, que caliente mucho. Unos 50 minutos, bien en carretera o haciendo rodillo». Romper su propio récord, a estas alturas, lo da por imposible. «Los años pesan», reconoce.

El origen del nombre

Que las grandes gestas en la Fuente de la Reina no las escriben sólo las dos ruedas, lo sabe el imaginario popular. El mismo que sitúa el origen de su majestuosidad en Isabel la Católica. Su esposo, el rey Fernando, se encontraba en plena reconquista para librar a Málaga de los musulmanes y la Fuente de la Reina habría servido como lugar de descanso para su esposa. El historiador Víctor Heredia, sin embargo, rompe este relato con rigor de divulgador. «Esta bucólica estampa no se corresponde con los hechos históricos. Tras la conquista deVélez-Málaga en abril de 1487, el rey Fernando se dirigió hacia Málaga por la costa para cercar la ciudad. Como el sitio se prolongaba, llamó a la reina Isabel para mostrar su determinación. La reina se encontraba en Córdoba, por la escasa importancia que tenía el camino es poco probable que utilizara este», explica. Para Heredia, el origen del nombre procede de una castellanización del apelativo árabe: «La ciudadela situada en el cerro en época mozárabe se denominaba Rayyana, Riniya o Riana».

Miguel Solís conoce la leyenda de Isabel la Católica. Ahora tiene 42 años y vive en Rincón de la Victoria. Pero Miguel se crió en la zona de Fuente Olletas. Desde chico, su padre le llevaba a ver las subidas a La Reina. Es el origen que aún mantiene y que le ha llevado a competir durante muchos años a nivel amateur.

Aunque cada uno debe encontrar su estilo, Miguel ofrece recomendaciones valiosas sobre cómo atacar La Reina para los correderos más novatos: «Hay que tener en cuenta que es un puerto largo, son casi 16 kilómetros. La particularidad está en que el inicio y el final son los tramos más duros. La salida de Fuente Olletas hay que tomársela con calma, sin forzar mucho. Si fuerzas demasiado, lo vas a arrastrar durante todo el puerto y estás perdido. Cuando pasas el tramo de las ventas, entras en la zona más importante para recuperar. En verano, esta zona siempre ofrece sombra y es ideal para retomar el aliento. A partir del Mirador, hay un tramo que es algo más duro. A estas alturas, ya debería ir cada uno a su ritmo. Después de dejar la Venta del Detalle, hay que afrontar los últimos tres kilómetros, que son los más complicados. Hay que ir guardando algo. Si no, la última recta se te va a hacer eterna». Miguel insiste en que «lo ideal es llevar siempre un desarrollo que te permita ir suelto, sin hacer mucho esfuerzo muscular, y economizar los esfuerzos». «Alguien que se inicia en el ciclismo, se tiene que tomar La Reina por tramos. Subir cada vez algo más, hasta que logre coronar», apostilla.

No por tramos, más bien en estampida han subido La Reina nombres tan ilustres del ciclismo español como Alberto Contador o Alejandro Valverde. Las actas de la Federación Española de Ciclismo se convierten en un documento histórico que sitúa a ambos en la subida que se realizó en 2001. Valverde, que vestía el maillot del extinto Kelme, ganó la prueba con un tiempo de 38'21, dejando atrás en el sprint final a un joven Contador que corría para el Iberdrola, que era el filial camuflado del ONCE. Valverde, por quedar primero, obtuvo un premio metálico de 25.000 pesetas. El de Pinto, tercero, recibió un cheque por valor de 10.000 pesetas. Al año siguiente pasó a profesional.

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Si La Reina es como una tarjeta de presentación, Mark Lonsdales (43), Paul Horridge (33), Toni Mawson (55) y Paul Marsdon (56) acaban de presentar las suyas. Esta mañana se han levantado a las cinco de la mañana para ver como llovía en Leeds y hacía el desapacible de costumbre. Ahora siguen deslumbrados por un sol que más o menos se imaginaban y por la belleza de un puerto que no se esperaban. «'It's beautiful, it's lovely'», repiten varias veces. La provincia de Málaga tiene unas condiciones privilegiadas para practicar el ciclismo y empieza a atraer aficionados de los países europeos con más frío. «La cercanía del aeropuerto las conexiones nos han impresionado», resume Mark. Durante los próximos cinco días, se hospedarán en un apartamento turístico.

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