El cuartel general de la Vuelta a Andalucía

Entre empresas de construcción, de equipamiento industrial y de limpieza, una nave del polígono La Azucarera esconde algunos pequeños tesoros relacionados con el mundo del ciclismo. En las paredes, comparten espacio las fotografías en blanco y negro de los años 60 con reliquias como un maillot de Bahamontes o bolsas de avituallamiento y gorras de los principales equipos internacionales, algunas con firmas ilustres, como la de Froome. En las estanterías se agolpan los trofeos, las placas conmemorativas e incluso hay alguna botella de Codorníu de esas gigantes, de las que suelen subir al podio en mano de los ganadores de etapas. «Tenemos cosas como para montar un museo y eso que no te abro este armario», le dicen al visitante nada más llegar al punto de encuentro.

En la sede de la empresa malagueña Deporinter, organizadora de eventos deportivos, estas últimas semanas se vive en una especie de caos organizado. Su producto estrella, la Vuelta Ciclista a Andalucía, el mayor espectáculo itinerante de la Comunidad, arrancará el próximo miércoles desde Almonaster la Real (Huelva) y todo tiene que estar preparado. Y todo es todo, porque en la nave industrial del polígono malagueño se pueden encontrar desde las acreditaciones o la cartelería de la prueba, hasta las mesas y sillas de las zonas VIP, pasando por algunos de esos camiones escenario que se utilizan en las rondas ciclistas o por las grandes ollas de cientos de litros que se utilizan para servir caldo caliente antes de las etapas. En otra nave industrial en Humilladero se guarda el equipamiento de mayor volumen, como los grandes camiones. Para ser conscientes de lo que mueve la Vuelta Ciclista a Andalucía y la dificultad de encajar todo el engranaje, solo hay que hacer un repaso por las cifras de la carrera: 168 corredores de 26 nacionalidades distintas, 300 vehículos y cerca de 900 personas trabajando alrededor de cada una de las cinco etapas de la competición.

«Eso es lo más difícil, que todo esto tiene un carácter itinerante, que hay que moverse de una provincia a otra. Puedes organizar un partido de fútbol o de baloncesto muy importante, pero es un sitio concreto, cerrado y todo es más fácil de controlar», argumenta Joaquín Cuevas, responsable de Deporinter y director general de la Vuelta Ciclista a Andalucía. Por eso este profesional mantiene que cada ronda autonómica se empieza a organizar cuando acaba la edición anterior. Y pese a la gran dimensión de la carrera, un núcleo duro de apenas siete personas es el que lleva la mayor parte del peso organizativo. «Nos organizamos en grandes áreas: salidas, llegadas, instalaciones y recogida, prensa y protocolo, hoteles y administración, el departamento comercial y la dirección técnica. En torno a todo eso gira la organización de la vuelta», explica Cuevas, que vive pegado al teléfono estos días.

Una vez que los organizadores superan el gran obstáculo de la financiación y cierran acuerdos con ayuntamientos y diputaciones para determinar las etapas, el otro gran inconveniente es todo lo relacionado con el tema de alojamientos. La Vuelta Ciclista a Andalucía llega a municipios de interior que no tienen infraestructuras para albergar a equipos profesionales de ciclismo. Porque las habitaciones para los ciclistas es lo de menos. «Se necesitan puntos de luz y de agua para los camiones, autobuses y caravanas. Hay que tener en cuenta que los equipos vienen con sus cocinas y sus lavadoras, por ejemplo, y todo eso requiere una infraestructura», comenta Cuevas.

Este año, la 62.ª Vuelta Ciclista a Andalucía-Ruta del Sol tendrá cinco etapas (Almonaster la Real-Sevilla, Palomares del Río-Córdoba, Monachil-Padul, Alhaurín de la Torre-Alhaurín de la Torre y San Roque-Estepona) y la provincia de Málaga tendrá mucho protagonismo en la recta final, con una contrarreloj circular de 21 kilómetros en Alhaurín el sábado 20 y una llegada en alto en la última etapa, en Peñas Blancas (Estepona). Después de muchos estudios, de muchas modificaciones, el mes de diciembre se cierra el trazado definitivo y se entrega toda la documentación de la prueba. «Las etapas las recorremos muchas veces para ver cada subida o curva, algunas partes incluso a bici», comenta Carmelo Asensio, director técnico de la prueba.

El objetivo final es hacer un recorrido atractivo para el aficionado y también para el ciclista. El año pasado, el final de la carrera en Alhaurín de la Torre, con Chris Froome y Alberto Contador en la pugna por el título (ganó el británico), fue muy aplaudido por su espectacularidad. El trazado y la organización de la prueba es lo que al final hace que los equipos más importantes estén presentes en la ronda ciclista. Este año habrá 24 equipos (dos más que el año anterior) de 14 países, entre los que destacan el Sky, el Movistar, el Lotto o el Cofidis, con el malagueño Luis Ángel Maté en sus filas. En el apartado de lo exótico, llama la atención el Matrix Powetag, de Japón. «Buscamos los equipos de los principales mercados turísticos o empresariales para que estén en nuestra prueba. Esto nos da mucha repercusión internacional, ya que las cadenas de televisión de estos países se interesan por la carrera», explica el responsable de Deporinter, que mantiene que la ronda andaluza tiene más reconocimiento fuera de España que dentro.

Deporinter lleva desde 1983 organizando la Vuelta Ciclista a Andalucía. Pese a pasar por algunos años de dudas por falta de financiación, en la actualidad la prueba goza de buena salud y se estima que tiene un impacto económico de 1,5 millones de euros y que se generan unos 300 puestos de trabajo. Aun así, los organizadores reconocen que cada año es una carrera de obstáculos. «Yo creo que si eres un poco sensato, no te metes en esto», bromean los empleados de la empresa mientras posan de manera informal para la sesión de fotos de este periódico.

Aún les quedan por delante muchas horas de trabajo y cinco etapas de competición, del miércoles al domingo, en las que hay que cuidar cada detalle. Ellos viven la ronda andaluza en primera persona, pero solo pueden disfrutarla al final de cada etapa, cuando los ciclistas están ya en el hotel y todo ha salido adelante sin incidencias.