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Juan Antonio Morgado
Jueves, 3 de julio 2014, 01:52
Luis Ángel Mate ya está concentrado para el Tour. «Ilusionado, pero con nervios», según confiesa a través del teléfono poco antes de embarcar hacia Leeds, ciudad británica de la que parte este año la carrera. Su equipo, el Cofidis, ha vuelto a contar con él para su tercera ronda gala consecutiva. Confía en su madurez (cumplió 30 años en marzo) y espera sacarle partido a un recorrido más favorable a sus condiciones de rodador que en anteriores ediciones.
¿Cómo afronta este Tour?
Con mucha ilusión y ganas. Para cualquier ciclista esta prueba es lo máximo. Es el mayor espectáculo itinerante del mundo, y poder formar parte de él me hace mucha ilusión. Aunque también tengo algunos nervios.
¿Qué daría por ganar una etapa?
Sería algo muy grande, la culminación a años de sacrificio. El Tour es el escenario soñado por cualquier ciclista para ganar.
¿Tiene este año más opciones que en los anteriores?
Pues sí. El recorrido es más favorable. Además, tengo más experiencia, estoy mejor y más maduro, por lo que aumentan las posibilidades de lograr algo.
¿Tiene marcada en el calendario una etapa para intentar la proeza?
Este año el recorrido está muy abierto, por lo que habrá opciones de triunfo para más corredores. La etapa de Mulhouse (la novena) es quizás la que me gusta más. La he estudiado y en ella podría llegar la fuga.
¿Qué etapa teme más este año?
Para mí será muy complicada la primera en Inglaterra, ya que iremos por carreteras muy estrechas, con curvas y repechos, y además hay previsión de lluvia. También temo la primera de Francia, en Normandía, ya que hará viento y hay peligro de cortes, y la quinta, en la que iremos por el pavés en Arenberg. Esta etapa puede que marque la carrera. Nadie saldrá vencedor claro de ella, pero sí pueden perder sus opciones algunos corredores.
¿Suele mirar obsesivamente el tiempo que va a hacer, o no le preocupa demasiado?
Por supuesto que sí. Es mí obsesión, y creo que la de todos los ciclistas. Aunque el cuerpo técnico nos tiene informados del tiempo que va a hacer, yo tengo en mi ordenador en favoritos las páginas de meteorología. Los ciclistas somos casi meteorólogos. Veo una nube y sé las intenciones que trae. No olvide que en algunas etapas se puede pasar de los cuarenta grados a los cinco, y eso hay que tenerlo muy en cuenta.
Usted se desenvuelve mejor con el calor, ¿no es cierto?
Sí, sin duda. A mí, que me den calor, que para eso soy andaluz.
¿En qué consiste la magia del Tour?
En el miedo escénico que provoca. Desde que llegas, varios días antes, te ves inmerso en una burbuja andante que te atrapa, y hay que estar muy preparado mentalmente para llevarlo bien. Hay ciclistas que después de varios años no han sabido rendir en el Tour. El ruido del público, de los helicópteros, de las motos... Eso nos marca a todos, los ciclistas, los periodistas, los organizadores y los espectadores.
¿No llega a molestar en exceso en algunos momentos el público?
Bueno, el público forma parte del mundo del ciclismo y es el que nos da de comer... Me encanta que anime, aunque cuando se acercan demasiado y están pasadetes no me gusta, pero son excepciones y en líneas generales se agradece su presencia.
¿Qué puerto se le atraganta más en la ronda francesa?
El Tourmalet. Lo he subido varias veces, es muy complicado y siempre termino regular, pero este año espero sacarme la espinita.
¿Quién es su mejor amigo dentro del pelotón que no sea de su equipo?
Scarponi, del Astana. Fuimos compañeros en el Androni y conservamos una gran amistad. Hablamos casi a diario.
¿A quién ve como favorito para ganar este Tour?
Por ser el vigente campeón, creo que Froome es el principal favorito, aunque Contador llega muy bien y se lo pondrá difícil. Tampoco hay que olvidar a Valverde, Nibali o Purito, que creo que no van a fallar.
Y usted, ¿qué puesto se marca como bueno en la general final?
Mi objetivo no es disputar la general, está claro, pero quiero ser protagonista y plasmar en la competición los buenos resultados del año y lo desarrollado en los entrenamientos. Por poner un ejemplo, si quedo último de la clasificación, pero gano una etapa, para mí sería un éxito.
Hay quien dice que una vez que se da la salida, en el pelotón no hay amigos. ¿Qué opina de esto?
El pelotón es como una gran familia, y en ella surgen amistades, pero también enemistades. Se convive mucho y puede haber roces, está claro.
En las cuatro o cinco horas que dura una etapa, ¿puede permitirse el lujo de pensar en asuntos cotidianos que no tengan que ver nada con la carrera?
Yo personalmente no. Me abstraigo de todo. Durante el mes que estoy fuera de casa en una carrera como el Tour no me entero de nada. Cuando llego a casa es como si hubiera estado en una isla desierta. Tengo que ponerme al día en todo (risas).
¿Qué es lo primero que hace cuando llega a la meta?
Tumbarme en el autobús y coger aire, el que no he podido coger en las cinco o seis horas de la carrera.
¿Tiene alguna manía?
Sí, antes de salir suelo comprobar la presión de los neumáticos, y eso que nuestros mecánicos lo han hecho previamente, pero a pesar de ello vuelvo a mirarlos.
¿Cuántos idiomas utiliza?
Hablar bien, ninguno, pero chapurreo varios (risas). Me entiendo con mis compañeros en francés (su equipo, el Cofidis, es de esta nacionalidad), en italiano y en inglés.
En una entrevista en Canal Sur Radio dijo que el mejor material para protegerse del frío en un descenso sigue siendo el papel de periódico. ¿No le parece raro que no se haya inventado algo mejor en el siglo XXI?
Es cierto, y lo sigo pensando. Las marcas invierten unas cantidades increíbles en fabricar prendas o chándales que protejan, y valen desde 600 hasta 2.000 euros, pero para mí no superan al papel de periódico. Es uno de los misterios de este deporte.
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