Nacho Carmona
Málaga
Lunes, 4 de diciembre 2023, 00:04
Aunque lejos de casa, los tres conservan el acento. Los malagueños de la Liga Asobal son líneas paralelas entre sí, dispuestas y destinadas a cruzarse ... a lo largo de la temporada. Juan Palomino (Antequera, 2001), Dani Palomeque (Portada Alta, Málaga, 1999) y Alonso Moreno (Fuengirola, 1996) abanderan a la provincia allá por donde van. La tradición balonmanística de élite les obliga a hacerlo, principalmente, por los pabellones del Norte. Donde se ubica el grueso de los equipos de la Asobal con la excepción del Puente Genil.
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Sólo tres de los 318 jugadores que hoy por hoy se desempeñan en la máxima categoría conjugan su nacimiento y sus años de formación en la Costa del Sol. En otras palabras, menos de un 1% (0,94%) del total. Con buena tradición de balonmano base y dos equipos asentados en la categoría de plata (el Trops se quedó a las puertas del ascenso la pasada campaña y el Alsur Antequera saboreó la élite durante una campaña hace dos), la distancia entre la Asobal y los equipos malagueños sigue siendo grande.
Palomino, Palomeque y Moreno representan tres balonmanos diferentes. En cuanto a estilo, historia, momento y también en objetivos. En una de las fechas más señaladas del año, hacen un alto en su rutina desde la otra punta del país para contar su historia a este periódico.
Aunque nacido en Oviedo, el jugador del Ademar León, Álvaro Duarte Zapico, conocido deportivamente por su segundo apellido, guarda un importante vínculo con Málaga. Ex del Trops, sus padres siguen residiendo en la Costa del Sol.
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Consolidado en la máxima categoría a sus 22 años, el lateral izquierdo antequerano lleva años postulándose como la gran perla del balonmano local. Y también demostrándolo. En las filas del Alsur Antequera se formó, en el Barça maduró y en La Rioja, de la mano del Ciudad de Logroño, la destila. Internacional con la selección española en sus años de juvenil, debutó en la Liga Asobal junto a sus ídolos antes de cumplir los veinte. Hoy por hoy se desempeña en la zona noble de la tabla clasificatoria y también en pabellones de todo el viejo continente en la EHF European Cup.
Le dijo 'no' al Barça una vez, dos no. «Fueron los años en los que más aprendí balonmanísticamente hablando y también en la vida, porque fue mi primera experiencia fuera de casa», cuenta de aquellos dos años en los que jugó como 'culé', primero a las órdenes de Xavi Pascual y luego a las de Antonio Carlos Ortega.
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Su primer año en La Rioja le obligó hacerse mayor. Relegado al banquillo en su primer curso en uno de los gigantes de la Asobal, se ganó el puesto con trabajo hasta llegar al «momento dulce» que ahora atraviesa. «Tengo una importancia en el equipo y con la que me siento cómodo».
Entre sus ídolos se encuentran Raúl Entrerríos, ya retirado, con el que tuvo la oportunidad de jugar y de compartir «unos ratitos de vestuario» como azulgrana. «En España está el Barça y está el Barça, así que no tiene mucha pinta de que vayamos a ganar ningún título», reconoció, intentando ser realista, en materia de objetivos a corto plazo.
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Empezó jugando al fútbol en Portada Alta. Cuenta, llegó a la élite del balonmano español sin esperarlo. «La llamada del Nava fue una sorpresa», aunque puede que se tratara de una recompensa al trabajo bien hecho. Formado en el Balonmano Málaga y posteriormente en el Trops, empezó a sentirse jugador de balonmano siendo un hombre ya. Primero como lateral, y luego como extremo. Una extraordinaria temporada a las órdenes de Quino Soler, quedando a las puertas del ascenso a la élite tras caer en la promoción ante el Balonmano Cangas, dulcificó ese amargo final con su fichaje por el conjunto castellanoleonés.
Esta campaña debuta en la élite con uno de los 'pequeños' de la Asobal, aunque con expectativas de cuajar una campaña acorde al reto que significa competir contra los mejores. Su salto a la máxima categoría le ha cambiado la vida completamente: ahora vive en un pueblo de algo menos de tres mil habitantes, ubicado entre Segovia y Valladolid, donde todo gira en torno al balonmano. «La gente es súper cercana». Asegura estar tan bien que, en ocasiones, le cuesta regresar a Málaga: «Aquí estoy como en casa».
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El más veterano de los tres es Alonso Moreno. Aprendió al lado de casa, en Mijas. De ahí pasó al Alsur Antequera, y luego al Puente Genil, con quien debutó en Primera: «Me sacaron cinco minutos en la Asobal». Al igual que Palomeque, pasó por Nava. Allí estuvo dos temporadas. Esta campaña se cumplen cinco desde que hizo las maletas rumbo a Cantabria, al Torrelavega cántabro, con el que juega en la Asobal desde hace tres y lucha por asentarse en la zona cómoda de la tabla y uno de los tres equipos que más personas congregan su pabellón cada dos semanas.
A sus 27 años, ya en etapa de madurez deportiva, reconoce que «el techo está bastante cerca», aunque «siempre se puede mejorar». Como lateral derecho, sabe perfectamente cuáles son sus limitaciones y sus virtudes. Se describió como un jugador fiable: «No te voy a ganar un partido, pero tampoco te lo voy a perder». Antes de colgar el teléfono, radiografió a sus dos paisanos. «Palomeque tiene un físico muy interesante, y Palomino no me extrañaría que fuese internacional».
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