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No resulta rocambolesco, dado su historial familiar. «Mi padre fue jugador profesional de balonmano y mi madre llegó a ser campeona de España», cuenta Regino Hernández. Su madre jugó en Ceuta y su padre, en el Puleva Málaga. El hijo se colgó el bronce en snowboard cross en los Juegos de Invierno de Pyeongchang (Corea del Sur) en 2018. Pero antes de subirse a la tabla y saltar a la palestra deslizándose sobre la nieve, también jugó al balonmano, en el club al que regresó esta temporada: el One Eden Mijas. «Yo empecé a jugar con cinco años y lo tuve que dejar con 13 más o menos. Después de dejar el deporte profesional, unos colegas, íntimos amigos míos con los que jugaba de chico, me dijeron que volverían al club, y como tengo la vena competitiva de toda la vida, pues era una forma de quitarme esa espinita», explica.
Nació en Ceuta, pero se vino a Mijas con sólo once meses. Hoy tiene 32 años y vive en esa misma localidad costasoleña. Estudió en el colegio San Francisco de Asís, que tiene una estrecha relación con el club. «De ahí que estuviera en ese equipo», enmarca. Juega de central. «Soy el pilar de la defensa del equipo, y cuando ataco, a veces, me muevo entre el pivote y los dos extremos». El primer equipo juega en Primera Nacional, la tercera categoría, pero él está al servicio del segundo equipo, que está en Primera Andaluza, la quinta división. «El domingo jugamos los cuartos de final contra el Ceuta, en Las Lagunas, para clasificarnos a la fase de ascenso. Ahora tenemos que visitarlos con una renta de tres goles». Cosas de la vida, regresará a la ciudad que le vio nacer con la excusa del balonmano. Dos partes importantes de su infancia. Los equipos del club fueron presentados este lunes en El Higuerón Resort, en Fuengirola.
Más allá de su regreso a las canchas, Regino Hernández ocupa su vida tras el retiro profesional en diferentes cosas. Es comentarista técnico de Eurosport, los fines de semana, retransmitiendo todo el snowboard, en las modalidades de freestyle y de snowboard cross (en la que se colgó la medalla); también colabora con en la Fundación Blanca Fernández Ochoa, a través de Lola, hermana de la esquiadora ya fallecida, volcado en ayudar a deportistas de élite retirados, y estudia un máster en LaLiga de dirección deportiva.
Sus padres montaron una tienda de deportes en el centro de Fuengirola, que al cabo de un año pasaría a convertirse una tienda de deportes extremos. «Empezó a vender sobre todo cosas de surf y skate. Luego metió el snowboard, y empezó a probarlo para conocer el producto y poder vender mejor», cuenta, respondiendo el porqué de su llegada a la disciplina. «Mi padre se enganchó, y también mi madre y mi hermana. El último fui yo, que era el más pequeño y tardé un poco más en llegar al mundo de la nieve», cuenta. Tenía tres años y medio cuando se puso los esquís por primera vez. Después sólo han venido cosas buenas. Se consagró al snowboard en las modalidades de freestyle y también en la de cross, en la que abrazó la gloria. Sólo cinco españoles han tocado metal en unos Juegos de Invierno y él fue el tercero en conseguirlo. El primero fue el esquiador alpino Francisco Fernández Ochoa, que consiguió el único oro español en Sappora 1972. Después lo hizo su hermana Blanca, también esquiadora, que se colgaría el bronce en Albertville 1992. 26 años pasaron hasta que el patinador artístico Javier Fernández y el propio Regino Hernández saborearan el bronce. Y Queralt Castellet redondeó el palmarés español con un plata en la modalidad de 'halfpipe', de snowboard, en Pekín 2022.
Regino Hernández llegó a Corea como 'tapado'. El abanderado de la expedición española en aquellos Juegos, Lucas Eguibar, partía como favorito para hacerse con la medalla en la modalidad. Su espectacular temporada y el final del trazado, lleno de saltos, se antojaba idóneo para alguien que se había criado en el freestyle. Puso punto y final a su trayectoria profesional en 2022 luego de no lograr la clasificación a los Juegos de Invierno de Pekín.
«Más que la medalla, es el haber hecho historia. Hasta ahora sólo había dos medallas olímpicas y saber que pasen los años que pasen, que el día que se quiera estudiar el deporte de invierno en España aparecerá mi nombre ahí, me llena muchísimo. Eso es lo que más me llena. Es una locura», cuenta, todavía sorprendiéndose por una gesta de la que hace ya seis años, pero que será siempre eterna y atemporal. En la cotidianidad del día a día se define como un tipo muy simple: «Me gusta mucho estar con mi familia y con mis amigos. Soy muy 'friki' de los videojuegos y me gusta, sobre todo, pasar tiempo de calidad con mi gente».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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