M. RIVAS
Balonmano

El pulso a la vida de Jesús Gómez

58 años ·

El malagueño y exjugador del mítico Atlético de Madrid fue el primer olímpico andaluz en balonmano y su vida dio un vuelco hace tres años, cuando se le diagnosticó un cáncer

Miércoles, 24 de enero 2024, 00:00

Quizás es que por naturaleza tendemos a ser escépticos y obstinados, pero muchos de nosotros no aprendemos a valorar la vida hasta que se nos ... escapa de las manos, sin pararnos a pensar que, de la noche a la mañana, todo puede cambiar de rumbo, sin previo aviso, sin tiempo para nada. Así, de improviso, cambió hace tres años la vida de un ilustre del deporte provincial y español, del primer jugador de balonmano malagueño y andaluz en llegar a unos Juegos Olímpicos y deslumbrar en la élite nacional y europea.

Publicidad

Tres oscuros años en los que ha visto los dientes al lobo, en los que ha atravesado un auténtico infierno y en los que se ha encontrado con la peor versión física de sí mismo. Pero también tres años en los que ha agradecido cada nuevo día y el apoyo incondicional de los suyos, en los que ha descubierto hasta dónde llega su fortaleza, en los que ha aprendido que la vida es un regalo que hay que cuidar y exprimir. Retirado a una edad temprana de su exitosa carrera deportiva, Jesús Gómez terminó la carrera de Derecho y comenzó a trabajar como abogado en una reconocida entidad aseguradora, de vuelta a su Málaga querida.

Tras casi tres décadas inmerso en esta vida laboral, en su activa rutina, notó de pronto algo extraño en su cuerpo. «Un día iba llegué a casa y vomité sangre. Fui al médico y me dijeron que tenía un cáncer de estómago bastante avanzado», relata. Tuvo que darse de baja, con la incapacidad permanente absoluta. «Estos han sido los tres años más duros de mi vida, te cambia la vida de un día para otro. Por un lado, no sabes si vas a conseguir superarlo y por otro, pasas de ser una persona con tu trabajo y actividad a tener que acostumbrarte a otra vida completamente diferente», reconoce.

«Cuando creía que lo había superado, me dijeron que tenía metástasis en el hígado. Luego me operaron y me dijeron que no fue así, me tuvieron que hacer una resección parcial del hígado… Y ahora tengo que hacerme pruebas cada tres meses y vivo con el miedo de que pueda existir una metástasis en cualquier órgano. Es algo que uno tiene que asumir», reconoce con franqueza.

Publicidad

Gómez, en la actualidad; junto a la infanta Cristina en los Juegos de Seúl 1988, y con la equipación del Atlético de Madrid, en 1984. M. RIVAS / SUR

Lo más increíble de todo esto es la entereza y normalidad con la que relata su calvario a día de hoy, pero además, el buen aspecto que presenta tras haber pasado por todo esto. Llegó a pesar 62 kilos, pero actualmente, ya ha recuperado su peso habitual, y por fortuna, aunque lleva una vida más tranquila, disfruta de sí mismo y de su entorno.

Eso sí, de un modo diferente: «La 'quimio' no es agradable para nadie. Me ha dejado secuelas como la pérdida del pelo… Luego el hecho de no tener estómago hace que tenga bastante fatiga, náuseas… Lo que hicieron fue bajar el esófago y subir el intestino. Me dejaron un pequeño trozo de estómago, así que soy como un puzzle», bromea, siempre haciendo gala de su simpatía y fuerza vital: «Hay que aprender a convivir con el cáncer. Hay que ser conscientes de que es una posibilidad que existe, pero no se puede estar quejando uno constantemente, hay que tirar adelante». A lo que aprovecha para agradecer el trabajo de la unidad de Cirugía Digestiva del Hospital Clínico, a Oncología y a la unidad de Psicología de la AECC.Ahora aprovecha el tiempo para realizar deporte de mantenimiento, dar paseos cerca del mar y ayudar al máximo a su mujer y sus dos hijos… Además, mata el gusanillo del balonmano viendo partidos, sobre todo, del Costa del Sol Málaga, al que siempre sigue por la tele, como buen fanático de su disciplina, pero le apena que Málaga no pueda contar también con un equipo masculino en la élite nacional, como en su época.

Publicidad

Sólo 3 jugadores de balonmano andaluces han sido olímpicos: los malagueños Jesús Gómez (Seúl 1988) y Antonio Carlos Ortega (Sidney 2000 y Atenas 2004) y el sevillano Luis Eduardo García (Barcelona 1992).

Entre Málaga y Madrid

Como portento físico desde la adolescencia, el central fue reclutado por la cantera del Caja de Ronda con apenas 14 años, en una operación de altura (ahí ya rondaba su 1,90 de estatura). Se formó en el club malagueño hasta llegar a ser uno más del primer equipo guiado por Quini, pero a los 19 años, coincidiendo con la desaparición del club, recibió una llamada que no pudo rechazar, la del todopoderoso (ya desaparecido) Atlético de Madrid, por el que fichó en 1984. En sus seis temporadas a bordo ganó dos Ligas, dos Copas del Rey, tres Supercopas y dos subcampeonatos de Europa de clubes. Incluso, hizo historia con el equipo roijblanco, el primero de nuestro país en llegar a una final de la competición continental.

Gómez (segundo por la izquierda), en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. SUR

Eso sí, su carrera la acabó en otro 'grande', el Cajamadrid. Por desgracia, sus dolorosas lesiones de rodilla (meniscos, cartílagos…) lo empujaron a la retirada. «El médico del Atlético ya me dijo seriamente que tendría que dejarlo, porque si no mis problemas me producirían una artrosis de por vida», recuerda. Colgó las zapatillas a los 26 años, tras prácticamente algo más de una década de carrera. Para muchos podría saber a poco, pero él lo aprovechó al máximo. Compitió con la selección española júnior hasta llegar a disputar dos Mundiales (1983 y 1985) y debutó con la absoluta consiguiendo la medalla de bronce en los Juegos Mediterráneos de Casablanca.

Publicidad

Pero su mayor momento de gloria con España fue –independientemente del resultado– en los Juegos de Seúl 1988, siendo el primer olímpico andaluz en balonmano. «Es una experiencia única e inolvidable que no muchos tienen la oportunidad de vivir, así que me siento afortunado. El compartir el comedor con jugadores de la NBA, con los mejores deportistas del mundo…», rememora. «Deportivamente fue un fracaso, porque fuimos novenos y la expectativa era luchar por las medallas, pero independientemente. La experiencia fue increíble. Ir a unos Juegos es la máxima ilusión de todo deportista». Agradecido con la vida, sólo espera poder seguir disfrutando mucho más tiempo de aquello por lo que tanto ha luchado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad