Pérez, Rojas y Bravo, símbolos del éxito del trabajo en equipo

Por desgracia, su caso fue a peor, porque tuvo que enfrentarse a dos operaciones más porque un callo interno le imposibilitaba extender la pierna con normalidad. Ahora, su objetivo, será reaparecer en la Supercopa del próximo curso. Encontró consuelo en este tiempo en la primera línea manchega Rocío Rojas, que reapareció hace sólo unos días en la cancha tras siete meses a la sombra lidiando con una rotura parcial del ligamento cruzado. Algo más de suerte dentro de la desdicha tuvo la extremo valenciana Sara Bravo. Hace sólo dos meses que fue intervenida del menisco y en la Copa de la Reina ya pudo volver a marcar.

Aunque la sonrisa ya vuelva a brillar en sus caras, incluida en la de la malagueña a pesar de seguir en recuperación, no esconden que este tiempo han pasado por algunos de los peores momentos de sus vidas. Y a sabiendas de este sufrimiento, la capitana del Costa del Sol, Sole López, mostró uno de los mayores gestos del torneo del llamando a levantar el trofeo a Pérez, Rojas y Bravo, empapadas en lágrimas, aunque esta vez de alegría. «Veíamos que Sole hacía gestos pero no entendíamos nada. Nosotras estábamos preparadas para que la levantara y nos llamó a nosotras para hacerlo. Fue muy emocionante, algo que no olvidaremos nunca», relata Bravo todavía emocionada.

Y explica que, en su caso, nunca se sintió sola: «Siempre he tenido el apoyo de María; salía Rocío de la lesión y entraba yo, así que siempre nos sentíamos acompañadas. Ella es la más fuerte mentalmente», asegura. Aunque su fortaleza mental también la impulsó: «Cuando una lesión te pilla en un buen momento de tu carrera, no puedes caer, sino luchar por seguir».

La que más lloró en aquel momento copero fue la benjamina, Pérez, además por motivos obvios. La frustración de no poder aportar en cancha en un año llevó a sumirla: «Nunca crees que este tipo de lesiones te puedan llegar a ti, pero cuando te toca vivirlo es muy duro». «Da impotencia ver los partidos desde la grada –continúa–. No es lo mismo que estar todo el partido en un banquillo, porque ahí sabes que en cualquier momento puedes salir a ayudar, pero desde fuera hay que hacer un cambio mental, ayudar a las compañeras anímicamente…».

Su fuerza le hace grande; su optimismo es digno de admiración. «Una vez sabes lo que tienes, hay que cambiar el chip, centrarse, y ayudar a las compañeras en lo que puedas y luego trabajar para recuperarte lo antes posible, por una misma y por el equipo», explica. Sin duda, muchos deportistas deberían aprender de personas como ella, que lleva muy marcado el sentimiento de solidaridad: «Aunque no he vuelto a la pista, vuelvo a sentirme poco a poco parte del equipo y estoy feliz porque mis compañeras ya han vuelto».

La unidad estuvo más presente que nunca en el momento en que Rocío y ella cayeron en el pozo de sus respectivas lesiones. Pero, como explica la manchega, el permanecer juntas en los momentos duros les ayudó a llevar el proceso con la mayor naturalidad posible. «Nos lesionamos las dos juntas y eso ayudó psicológicamente, la verdad, porque era muy duro la sensación de estar sola, entrenar sola…», reconoce Rojas.

«Lo peor es justo cuando te pasa, te cambia la vida de un momento a otro. Yo iba a entrenar y tenía mis planes y de pronto no podía hacer nada», añade Rojas. Los meses se hicieron eternos, pero al fin acabó su pesadilla, volvió a la pista dos partidos antes de la Copa de la Reina, y en San Sebastián brilló como solía hacer. «No le di mucha importancia a mi regreso para no ponerme nerviosa, la verdad, pero en la Copa sí que sentí la ilusión. Lo más positivo es que siempre tuvimos el apoyo de todas». El éxito de un gran equipo siempre será lograr que todas se sientan partícipes del triunfo.