Pepa Moreno: «Me gusta poco el palco, soy más de bajar al barro»

–Va ya por nueve temporadas al frente del club, ¿cuántas veces ha pensado en dejarlo?

–Unas pocas, la verdad. Pero luego ves competir a las jugadoras, con ganas, con garra, ves a los niños pequeños de la escuela... y al final el balonmano lo llevas en la sangre, es mi forma de vida.

–Ser presidenta de un club modesto de un deporte no tan mayoritario como el fútbol o el baloncesto conlleva hacer un poco de todo.

–Sí, tenemos un pequeño equipo de trabajo en el club pero al final como presidenta si hay que ir a montar un pabellón o a colgar una lona, pues se hace. Yo también gestiono los viajes con Suso Gallardo (entrenador), junto a él también ejerzo de directora técnica para confeccionar la plantilla y cierro los contratos. Y muchos temas más: las equipaciones, la representación del club, el trato con las instituciones, buscar piso a las jugadoras... La clave de todo esto es el cariño que le tengo al club, cuidarlo como si fuera para mí los hijos que nunca tuve, no darte nunca por vencida.

–¿Cómo lleva lo de ser una habitual de los palcos?

–Lo de estar sentada en el palco me gusta poco, yo soy más de bajar al barro. Sé que el palco forma parte de mis funciones, pero si me dan a elegir prefiero vivir el partido a pie de pista, saltar, sufrirlo junto a mis jugadoras, en el vestuario. Tengo una anécdota en un partido que jugamos en Copenhague, que nos nos retransmitían y entonces cogí un trípode, un teléfono móvil y emitimos la señal a través del canal de Youtube con la ayuda de Moli (José Manuel Molina), que iba narrando. Esas cosas me gustan mucho más que estar sentada en el palco de un pabellón.

–Desde 2020 el club ha ganado dos copas de la Reina, una Liga Liga, una EHF European Cup y una Supercopa. Está disfrutando como presidenta de unos éxitos que eran impensables en su etapa de jugadora.

–Totalmente. Nosotros éramos unos soñadores. Diego y yo –Diego Carrasco, que fuera entrenador del equipo, fallecido en 2019– soñábamos con tener los pabellones llenos, con competir algún día en la fase final de la Copa de la Reina... Jugar en Europa era algo inalcanzable. Ahora, junto con Suso Gallardo, que es como el otro 50% del club, hemos tenido la suerte de lograr estos éxitos. Es una persona con la que me complemento muy bien y tiene ganas de trabajar y ambición. El título más especial fue la primera Copa, en Alhaurín de la Torre, en 2020. Salíamos de un momento muy complicado de la pandemia, Diego, que deseaba ese título, había fallecido poco antes. Fue una historia muy emotiva, muy especial.. Teníamos que ganarla por él, queríamos dedicarle ese triunfo y supuso un antes y un después para el club.

–Tiene fama de ser bastante insistente como presidenta y de que no para de pedir cosas a los políticos.

–Soy muy lanzada, me gusta el riesgo y, si quiero algo, voy a por ello. En los deportes minoritarios hay que tirarse a la piscina, aunque no tenga mucha agua. Hemos metido en el Martín Carpena a 7.186 personas, un récord nacional y eso se logra pidiendo. ¿Que Pepa siempre está pidiendo? Pues es parte de mi responsabilidad, si no pido a los políticos, no seguiremos creciendo. Es lo que me toca. Yo me llevo bien con los políticos, algunos de ellos han sido muy importantes en este proyecto: Prudencio Ruiz, edil de Alhaurín de la Torre, Cristóbal Ortega, de la Diputación, el alcalde de Málaga, ahora con Borja Vivas... Tengo que llevarme bien con todo el mundo, pero en el camino me he encontrado personas que me han ayudado mucho y con los que tengo una muy buena relación personal.

–¿Ha tenido ofertas para pasarse a la política?

–Paso palabra.

–Entonces es que sí.

–Alguna propuesta ha habido, pero yo es que soy del partido Balonmano Costa del Sol. Mi club es mi partido. Mientras pueda y siga teniendo apoyos e ilusión, quiero seguir. La vida son etapas, cuando no tenga esa ambición, esas ganas de seguir, pues seré honesta. El día que deje de tener ilusión por mi club...

–Entonces quién sabe, ¿no?

–Quién sabe.

–Llegó a prepararse para ser agente de policía. ¿Le gusta esa profesión?

–Sí, sí, me gusta. Comencé a prepararme con 19 años, era jovencilla y me gustaba mucho. Pero por circunstancias familiares tuve que abandonar los estudios y ponerme a trabajar. En mi casa hacía falta y no me quedaba más remedio. Pero bueno, yo pienso que las cosas pasan por algo.

–¿Y cómo es a la hora de echar broncas a las jugadoras? No sé, por bajo rendimiento o por exceso de juerga, seguro que alguna ha habido.

–Sé todo el sacrificio que supone ser jugadora de balonmano, entonces no es tanto echar una bronca, más bien recordarle cuál es su responsabilidad y explicarles que disfruten de esta etapa, en las que tienen unas condiciones económicas, de viajes y de descanso que en mi época no existían.

–Ahora que lleva unos años, ¿cómo percibe que se le ve como mujer directiva en un mundo con mayoría masculina?

–Hemos evolucionado, faltaría más, pero queda mucho por hacer porque todavía hay machismo. Yo no me puedo quejar, pero para llegar aquí sí he tenido que soportar muchos comentarios fuera de lugar. Que si estás ahí por ser mujer, que si te apoyan por ser mona... He tenido que demostrar mucho y que la gente me valore por mi trabajo. Y tengo claro que si el Balonmano Costa del Sol fuera masculino, tendría mucho más apoyo, sin que esto sea una crítica a las instituciones que nos apoyan ahora, a las que estamos muy agradecidas.

–¿Qué hace en verano para desconectar?

–He encontrado una afición muy bonita, que es el senderismo. Cuando me saturo, me pongo las zapatillas y me voy al campo a desconectar. Yo cuando termina la temporada, me meto de lleno en el balonmano playa y luego en la planificación de la siguiente temporada. Me regañan mucho porque no desconecto, me dicen que tengo que apagar el móvil, pero aún no lo he logrado.