Moyano: «Sé que voy a jugar la temporada que viene y lo normal es que sea la última»

-¿Cómo se siente tras la proeza de su cuarto ascenso a la Asobal?

Me siento el tío más feliz del mundo. Tienes una sensación del deber cumplido, de satisfacción por ayudar a club y a la ciudad. El del domingo fue un partido totalmente emocional, de estar arriba, de que te igualen o te pongas con problemas...y hubo un final de tensión total. Jugándote el ascenso, que termine como terminó y con público. ¿Puede haber sido mi mayor satisfacción? Comparar es difícil. Cada momento se vive de una forma.

–Usted es un deportista de élite a los 50 años...

–Sí, esos no me los va lo quitar nadie. Y al siguiente año tendré otro más... (risas). Sé que es extremadamente raro. Sólo se me acerca Hombrados. Soy un año y tres meses mayor que él. Es verdad que los porteros no tenemos el desgaste del juego más físico, de los contactos directos, pero hay otro tipo de desgastes: de articulaciones, de ligamentos... Cada puesto tiene sus problemas.

-Pero a los 50 se han de perder reflejos... Es inevitable, ¿no?

-Hay ciertos parámetros del cuerpo que, si se trabajan, con la edad no se pierden. Puedes perder cierto grado de fuerza y de volumen muscular, pero hay cosas que se pueden seguir mejorando. Yo, por ejemplo, era menos flexible con 18 años que lo que soy ahora.

-¿Cuánto mide y pesa?

-1,87 metros y unos 93 o 94 kilos.

-¿Y se cuida mucho?

-No he tenido tendencia a engordar. Hago vida normal. Como de todo, pero sin abusar. Como cualquier otro. Me tomo igual una ensalada que un cocido...

-¿Cómo lleva eso de competir cada fin de semana y viajar siendo sus dos hijos mayores de edad?

-Tampoco los tuve demasiados jóvenes... (risas). Ellos vienen a los partidos y se interesan. Es bueno que tengan un ejemplo en el deporte. Mi hija hace baile y mi hijo ha jugado al fútbol.

-¿Ha tenido familia deportista?

-Pues ahora que me lo pregunta, esto no lo había comentado en ninguna entrevista... Mi tío (el hermano de mi madre) fue uno de los primeros españoles en llegar a una final olímpica en natación. Fue en México 68 en el equipo de relevos en estilo libre. Fue un buen nadador europeo en su día: José Antonio Chicoy.

-Esta temporada no se ha librado de algún percance, ¿verdad?

-Sí. Primero fue un dedo que me doblé y lo ultimo un mal movimiento contra el Alarcos Ciudad Real. Se me inflamó la rodilla, con lo que en estos últimos partidos ha habido algunos en que he bajado el ritmo.

-En el duelo clave por el ascenso, ante el Acanor Novás, fue decisivo. ¿Contó las paradas?

-Calculo que fueron entre 15 y 18. Pero el equipo tuvo un nivel de concentración extraordinario.

-Hay quien cree que la campaña anterior tenían incluso mejor equipo, pero se cerró de súbito el torneo por la pandemia y no pudieron ir a una fase de ascenso, que iban bien encaminados...

-El equipo en realidad no ha cambiado tanto. Ha venido Baena, 'Mai' (el meta Maireles) se fue , pero el grupo es el mismo los dos o tres últimos años. Y en los últimos tres o cuatro la posibilidad de ascenso siempre ha estado ahí. En el primero nos condicionó una victoria del Puerto Sagunto al Zamora, y el año pasado se cortó la Liga cuando el equipo estaba en su mejor forma, pero no estaba en nuestra mano.

-¿Cuántos ascensos tiene a la Liga Asobal?

-Este ha sido el cuarto. Primero, con el Huétor Tájar, luego con el Toledo, y con el Anaitasuna en la temporada 2010-11.

-¿Quiere decir que lleva una década sin jugar en la élite?

-No, estuve en la 2017-18 con el Cangas.

-¿Se ve jugando en la Asobal la próxima temporada?

-Me gustaría terminar así. No me planteo ya cuántos años seguiré. Sé que voy a jugar el año que viene y lo normal es que sea el último. Dependerá de mi rendimiento. Mi intención es seguir y la del club es que lo haga. Sería como cerrar el circulo en la categoría donde he jugado más, 21 años si mis cuentas no fallan.

-¿Es capaz de enumerar de memoria todos los equipos en los que ha estado?

-Empecé a jugar en los Salesianos de Alicante. De ahí me fui a la Universidad de Granada, y pasé al CB Granada, que se unió al Huétor Tájar, y llegamos a la Asobal. Después estuve en el Puleva Maristas (un año en Málaga), Valladolid, Altea, Gáldar, Valencia, Torrevieja, Toledo, Anaitasuna, Antequera, Cuenca, Guadalajara, Benidorm... En el verano de 2016 me retiré y en enero de 2018 me llamó el Cangas. Me entrenaba de lunes a miércoles en San Juan y cogía un avión el jueves, y así todas las semanas. Después me fui al Alicante, y en diciembre de 2019, al Antequera.

-¿Tiene algún título en su currículum?

-No. He estado en competiciones europeas. En el Gáldar, en semifinales de la Copa EHF. Y fui bronce en los Juegos Mediterráneos.

-Tras tanto peregrinar, ¿se siente de algún lugar en concreto?

-Diría que me siento más andaluz que alicantino. Toda mi familia paterna es granadina.

-¿A qué se dedica?

-Ahora mismo estoy en una agencia de representación de jugadores de balonmano. Empezando un poco. Y a ver.

-¿Tiene solución la crisis económica del balonmano nacional?

-A nivel económico la Liga española bajó muchos enteros tras ser la mejor liga del mundo durante diez años. Los contratos bajaron bastante y los más importantes jugadores se fueron a otras ligas. Lo que nos faltó es trabajar desde abajo. Sentar unas bases sólidas para mantener el nivel. Ser más inteligentes entonces. Lo bueno es que a nivel de selección los jugadores españoles sigue siendo 'top'. La Liga española técnicamente es muy buena, pero económicamente falta la solvencia que se da en tras ligas. Ahora los que vienen de fuera son jóvenes para después lograr mejores contratos. Es una liga de paso, para dar el salto.