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A veces hace falta una señal para seguir creyendo en uno mismo. Y esta vez, ha sido una gran señal. Málaga siempre ha sido una inagotable fuente de talentos en el mundo del balonmano; históricamente, han salido de aquí profesionales que han brillado en la ... Asobal e incluso en las selecciones españolas y en el extranjero. Aunque la realidad es que la época dorada pasó hace ya varias décadas y, pese a que actualmente hay dos sólidos proyectos con vistas de futuro cara a la élite: El Alsur Antequera y el Trops Málaga, ya no resulta tan habitual que los 'grandes' pongan la mira en la provincia.
Por ello, la noticia que saltó este verano cobró especial relevancia para la provincia: el malagueño Pablo Fernández, ya es jugador del Barcelona. En su caso, del filial, rival directo de su exequipo en la División de Honor Plata. Desde que en 2020 la cantera blaugrana fichara a otra gran perla malagueña, Juan Palomino (debutó en Asobal como azulgrana y ahora está cedido en el Logroño), ningún club con tal prestigio se fijaba en la provincia.Pero lo ha hecho para atar a otro de los diamantes en bruto de la capital costasoleña. Un jugador alto y fuerte (1,93 de estatura y alrededor de 95 kilos), de 22 años, que se desempeña como lateral derecho, que esta pasada campaña ha sido una pieza crucial del Trops Málaga en la defensa y que cuenta con una impecable trayectoria en categorías inferiores.
Todo ello, prácticamente, sin comerlo ni beberlo, entendiendo el balonmano como una pasión pero quizá no como un plan laboral de futuro. Él, como cualquier otro niño del mítico Colegio Los Olivos, se apuntó al balonmano motivado por unos amigos. Su sorpresa fue que comenzó a despuntar rápidamente… Le llamaban las selecciones malagueñas, andaluzas (fue dos veces subcampeón de España con el equipo autonómico)… Y ya en la etapa juvenil se unió al Balonmano Málaga, con el que debutó en Primera Nacional sénior. Pero además, también formó filas con Los Hispanos (como se conoce a la selección española) promesas (a los 15-16 años), llegando a ir incluso a unos Juegos de la FOJE, pero no fue más allá después de aquella etapa.
Su primer gran salto llegó hace tres temporadas, con su fichaje por el Trops Málaga, actualmente, el equipo más destacado de Málaga capital. «Aquí he estado genial, el proyecto cada vez coge más forma y he estado superbién, pero cuando me llama de repente el Barcelona… Es que no es cualquier equipo», reconoce el malagueño. Y continúa explicando: «Aunque sea el filial, creo que era una oportunidad que no podía desaprovechar y que a nivel personal puedo desarrollarme deportivamente un poco más allí. Es un club con grandes instalaciones, organización, visibilidad y proyecto de futuro con nosotros».
El recibir esta importante llamada, de club más laureado de España, le hizo abrir los ojos y darse cuenta de que quizá sí que debería empezar a creer en el profesionalismo. «Yo me veía que iba mejorando año tras año, pero veía muy lejos una cosa así. Quizá no me imaginaba siendo profesional en un gran equipo como este, pero mira. A veces, hasta que no te llama un club así y te dice que tienes proyección y que quieren entrenarte… Eso te anima a seguir dedicándote a esto, a mejorar… Te ilusiona. Así que la actitud y las ganas las tengo», reconoce. Ilusionado, afirma Fernández: «Ha sido inesperado, que me haya llamado del Barça es un premio».
Partió hacia la ciudad condal esta misma semana, y comenzaron a entrenarse el miércoles, a las órdenes de Ferrán Porres, que puso el ojo en el malagueño tras un gran año con el Trops, que tanto en la liga regular como en el 'playoff' de ascenso, siempre han sido inseparables en la tabla. De hecho, al cierre del año, el cuadro malagueño fue tercero y el flial blaugrana, cuarto. Es cierto que muchos podrían pensar que el competir en un B no es lo mismo que un primer equipo, pero el lateral malagueño es optimista y ve más allá: «La opción de subir al primer equipo es estando allí, ya sea un entrenamiento o un partido, pero la oportunidad se da estando allí y dándolo todo».
Tiene ganas de comerse en mundo en esta su primera experiencia fuera de casa. Pero también sigue siendo un joven responsable, que no quiere tirar por tierra su carrera académica ni aún jugando a un nivel nacional como éste. Pablo es un ejemplo en este caso, lleva años demostrando que compaginar los estudios con el balonmano sí es posible... Incluso cursando una carrera tan compleja como es la Medicina. El malagueño comienza este año quinto de carrera y está decidido a continuar estudiando en Barcelona: «Mi plan siempre ha sido mantener el estudiar y jugar y mientras pueda seguiré con las dos cosas. Ya el día de mañana, ejerceré de médico, pero los años que me queden, voy a dar lo máximo para intentar ser profesional y poder vivir de esto, porque después de tanto tiempo jugando, empiezas a verle sentido a la idea».
Sólo ha suspendido una asignatura en cinco años y ha cursado la carrera como cualquier otro alumno, cumpliendo año tras año mientras seguía creciendo como jugador. Incluso, explica que el deporte le ha impulsado en este aspecto: «A mi el balonmano siempre me ha venido muy bien para la carrera, porque hace que me despeje de los estudios y luego me hace concentrarme más. Además, gracias al deporte, si tengo competición o partido me ayudan cambiándome el examen o las prácticas».
Lo tiene todo para llegar lejos: capacidad de sacrificio, talento, físico, compañerismo, actitud... Y ahora, además tiene la motivación, la que ha hecho que empiece a darse cuenta de que sí que puede aspirar a un futuro profesional en este deporte, siguiendo la estela de otros malagueños. Sin duda, su llegada al filial barcelonista marcará un antes y un después en la carrera de este prometedor lateral.
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