Dolorosa despedida de la Copa de la Reina para el Costa del Sol Málaga

No tuvo nada que ver con el duelo anterior ante el Rocasa. Ambos equipos presentaban dinámicas diferentes, basadas en la calidad de sus jugadoras rápidas, una buena portería y una gran variedad de recursos cara al gol. Y los primeros minutos pudo verse esta versión, con un juego muy fluido, contras rápidas y juego combinativo en las áreas rivales. Eso sí, el conjunto catalán, extramotivado por estar disputando las primeras semifinales de su historia, llevó en todo momento el liderato en el marcador.

Incluso, firmaron un parcial de 5-0 poco en el ecuador de la primera mitad, que no tardó en hacer saltas las alarmas del cuadro local. Por fortuna, esta desventaja pasó a ser mínima (8-7) gracias al trabajo en equipo del Costa del Sol, partiendo de la mejoría de Virginia bajo palos y acabando por la astucia de las 'bajitas' a la hora de escaparse para buscar los huecos en la zaga rival. Aunque no duró mucho esta tónica. Ambos equipos optaron por endurecer sus líneas defensivas, y por desgracia, la del cuadro catalán selló mejor los espacios, mientras que el conjunto malagueño fue más permisivo por los extremos, al menos hasta que reapareció la mejor versión de Virginia, que incrementó a seis sus paradas al descanso.

Con un 12-11 en el electrónico, y aun con sensaciones encontradas en el equipo de Suso Gallardo, la puerta seguía abierta a una reacción de las malagueñas. Y pareció que llegaría, sobre todo al devolver las tablas al marcador en el minuto 35, gracias a la conexión Arderius-Campigli. Y hasta ahí llegó el intento de remontada. El KH-7 Granollers quería seguir soñando y sacó las garras ipso facto. Los nombres propios del equipo causaron estragos: la internacional Ona Vegue se obcecó en anotar en cada ocasión que tuviera por delante (sumó 9 goles), la malagueña Ana González se decidió a brillar en casa, sumando hasta 5 tantos y siendo crucial desde el extremo, y la MVP absoluta del partido, la guerrera Nicole Wiggins, llevó a la locura a las malagueñas al convertirse en un muro en portería.

Ni las riñas de Suso Gallardo en los tiempos muertos hicieron reaccionar a un equipo que había perdido su picardía y carácter. No había defensa, ni frescura en el ataque, ni acierto cara a puerta, ni penetraciones, ni lectura de juego… Reinaba la frustración entre las malagueñas, anímicamente muy mermadas por la desventaja. En cierto modo, se condenó a sí mismo ante un Granollers mucho más lúcido. «Tiempo hay de sobra, pero tenemos que meternos en el partido», clamó Silvia Arderius en un tiempo muerto desolador a falta de 15 minutos para el final. Tenía razón, si sacaban su mejor versión, por lo menos podrían plantar cara. Pero lo cierto es que en los compases finales, tiraron la toalla. No hallaron la fórmula para frenar el torrente de juego de un Granollers que hizo historia al acceder a la primera final de su historia al ganar 27-20.