Rubén 'Colo' Wolkowyski (izquierda) y su hijo Thomas (derecha), en el pabellón Juan Gómez 'Juanito' de Fuengirola. N. Carmona
Baloncesto

Wolkowyski, un campeón olímpico para el humilde Salliver

'Colo', oro en Atenas 2004 y primer argentino en llegar a la NBA, cumple a sus 50 años el sueño de jugar junto a su hijo Thomas de la mano del club fuengiroleño, de Primera Nacional, la quinta categoría

Nacho Carmona

Málaga

Domingo, 11 de febrero 2024, 01:07

Es una de esas historias de amor que en ocasiones regala el deporte. Rubén Wolkowyski, campeón olímpico en 2004 y primer argentino en fichar por un equipo de la NBA, jugará a sus 50 años en el Salliver Fuengirola, de Primera Nacional (la quinta categoría) ... hasta final de temporada debido a una sucesión de accidentes deportivos y viejos anhelos familiares. Su hijo Thomas fue el gran artífice del que se ha convertido en uno de los movimientos más interesantes y curiosos del baloncesto local en los últimos años. «Estamos peleando por el ascenso a EBA (la cuarta categoría) y se nos lesionó del cruzado el pívot titular del equipo. El entrenador, en confianza, me sugirió que hablara con mi padre. Volví a casa y le propuse que jugara con nosotros. No había nadie mejor para cubrir ese puesto que él», introduce el pequeño de los Wolkowyski. «Entre todos, mi familia y el entrenador, le comimos un poco la cabeza para que aceptara».

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Para 'Colo' –de colorado, como es conocido deportivamente por el cabello pelirrojo que tenía en su juventud–, se trataba de una forma de cerrar un círculo profesional, personal y también familiar. De cumplir con su viejo deseo de jugar junto a su hijo. «Me hacía ilusión jugar con Tomy. En Argentina, en el club en el que me estaba retirando, hubo una oportunidad para que jugáramos juntos, pero él se vino a España y no fue posible». Limita su decisión a eso. «A decir verdad, volver al entrenamiento, a la rutina y al compromiso de tener que entrenar y jugar ya lo había perdido a mis 50 años. El hecho de poder disfrutar con él dentro de la cancha me hizo tomar la decisión rápidamente», añade.

Ya ha debutado con su nuevo equipo. Lo hizo con el '15' a la espalda, hace algo más de una semana, en el pabellón Juanito de Fuengirola, ante el Ivermoneda Alhaurín de la Torre, que se terminó alzando con la victoria (68-71). «No estaba nervioso, pero sí sentí la ansiedad normal de los partidos. El hecho de llegar a un equipo que está muy bien, porque están segundos, me hizo tener la necesidad de hacer mucho mejor las cosas para que el equipo se pueda mantener ahí», expresa. «Fue muy lindo», agrega. «Compartir pista con mi hijo es un recuerdo que me llevaré para toda la vida». Disputó algo más de 20 minutos (20.40), anotó 8 puntos y capturó 5 rebotes.

Padre e hijo, en la pista del Juanito. N. Carmona

No obstante, Rubén asegura que su trayectoria y su prestigio profesional no le hacen ser más importante que nadie. «El hecho de ser campeón olímpico no implica que a mis 50 años esté como cuando en aquellos tiempos. Ahora duele más la vida. Eso fue un mérito propio que está ahí, pero todos los partidos son de baloncesto y se juegan cinco contra cinco. Tengo que jugar bien para estar a la altura del reto. Le he dicho al entrenador que soy uno más». Así lo confirmó su hijo: «Lo demostramos este fin de semana. Disputamos el primer partido con él y no encajamos como equipo todavía. Perdimos el partido, pero como equipo tenemos que buscar la forma de jugar con él», que bromeó con la llegada de su padre al equipo: «Ahora me comparan con él y me dicen que soy el malo».

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Ilusión

«Compartir pista con mi hijo es un recuerdo que me llevaré para toda la vida»

Rubén 'Colo' Wolkowyski

Exigencia y compromiso

«A los 50 años duele más la vida y para jugar bien tengo que estar a la altura del reto; soy uno más»

Rubén 'Colo' Wolkowyski

Aunque argentinos (la familia se formó en la provincia de Buenos Aires), residen en la urbanización mijeña de Riviera. Siempre han vacacionado en la Costa del Sol, aprovechando que el invierno en Argentina coincide con el verano en España. Tenían el plan de desembarcar en Málaga definitivamente con el paso de los años. Todo cambió cuando Tomy ingresó en la cantera del Unicaja, con 16 años, tras superar las pruebas a las que se sometió. En la disciplina cajista estuvo dos temporadas. Su hermana también recaló en España para jugar al vóley. «No tenían razón de estar en Argentina con sus hijos aquí. Fue entonces cuando se vinieron para acá», cuenta Tomy.

El campeón olímpico tiene su propia academia de baloncesto en Marbella, la Wolkowyski Academy. También es el director de baloncesto del colegio Aloha, en la misma localidad costasoleña. «Estamos tratando de formar un club. Ya es el segundo año y tenemos categorías federadas con los pequeños. Hay que potenciarlo porque es un colegio con muchos niños y unas instalaciones muy buenas para poder hacerlo», cuenta Colo. Estas son sus verdaderas ocupaciones más allá de su excepcional vuelta a las canchas como jugador, que no cree que dure más de tres meses: «A los 50 años duele mucho más la vida. A ver cómo estoy la temporada que viene, pero no quiero ser un estorbo». Su hijo Tomy, por su lado, se encuentra centrado en terminar el grado en Ingeniería del Software. Después, afirma, intentará probar suerte y ver hasta dónde es capaz de llegar en el mundo del baloncesto.

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Con 'pedigrí' NBA

También hizo balance de su pasado, del que destacó dos momentos. Uno en lo individual y otro en lo colectivo. «Mi mejor momento colectivo fue con la selección argentina en 2004, por el oro olímpico, y en lo individual fue cuando llegué a la NBA en el año 2000, directamente desde Argentina. Lo normal era hacerlo después de hacerlo bien en Europa. Para mí llegar desde Argentina fue un logro personal muy grande. Veíamos la NBA por televisión y no era ni un sueño porque no lo veía cerca». Llegó a la mejor liga del mundo después de que unos ojeadores de la NBA se fijaran en él durante un torneo que jugó con su equipo de entonces (temporada 1999-2000), el Olavarría. Fue citado para los campus de verano y su buen estado de forma lo llevó en volandas hasta los Seattle Supersonics, que hoy son los Oklahoma City Thunder. En los Estados Unidos también jugó para los Boston Celtics y los Dallas Mavericks, a nivel europeo pasó por clubes de la talla del CSKA o el Olympiakos y en España lo hizo de en el Baskonia, cuando aún se llamaba TAU Cerámica. Fue uno de los chicos de la llamada Generación Dorada del baloncesto argentino.

'Colo', cuando era jugador de la selección argentina. SUR

Así las cosas, el Salliver Fuengirola perseguirá ahora su objetivo de ascender a la Liga EBA de la mano de un 'viejo rockero' de la élite, con unas características físicas (2,08 de altura) y una trayectoria impropias de la categoría. Uno de los capitanes del equipo, Paco Montiel, se muestra encantado con su llegada al grupo: «Un jugador de su nivel nos va a dar un salto de calidad». Además, recalcó que «la identidad de equipo no ha cambiado».

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