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Es innegable que intimida su presencia fuera y dentro de la cancha. Además de su envergadura, es la jugadora más alta de la Liga Challenge ... con 1,98 de estatura. Sin embargo, su físico es sólo una armadura que esconde a una bahameña introvertida y luchadora, que salió de su país natal buscando una oportunidad para compaginar los estudios y el baloncesto sin haber botado un balón en su vida, que aprendió a ser madre joven y que ha viajado por el mundo buscando un futuro profesional, mientras se resigna por ver a sus hijas sólo en ocasiones puntuales. Waltiea Rolle, de 31 años, ha recalado en el CAB Estepona como la primera jugadora del baloncesto malagueño que ha pasado por la WNBA y a sabiendas de que este será un destino puente en busca de recuperar su mejor forma física antes de plantearse regresar a Bahamas, donde la situación es más complicada. Sin ir más lejos, el día de esta entrevista, su hermano, que ejerce como polícia allí, acababa de recibir un tiro en la pierna.
-¿Usted no quiso ser policía?
-No, lo son mi tío, mi padre y mi hermano, pero yo no. Mi hermano estaba ahora mismo en un robo en una casa y ha recibido un tiro en la pierna.
-¿Cómo es el estilo de vida allí? Imagino que no es comparable con ningún país europeo.
-No (ríe). Europa es más pacífica.
-¿Es por lo que vino aquí?
-No, fue por probar otro camino profesional en el baloncesto. Ahora mismo siento que era mejor que estar en casa.
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-Vayamos por el principio. ¿Cómo empezó con el baloncesto?
-No, alguno jugaba al voleibol, pero yo he sido la primera profesional de baloncesto y también fui la primera jugadora de las Bahamas en llegar a la WNBA. Es histórico.
-¿Nunca ha recibido algún reconocimiento en su país por ello?
-No, nada. En realidad, yo nunca quise jugar al baloncesto, simplemente sucedió. Un día, con 18 años, me dieron la oportunidad de participar en un programa de baloncesto para chicos y chicas con altura de Bahamas. Nos ofrecían un futuro académico…
-Y era su oportunidad de salir de Bahamas y buscar una vida fuera, en Estados Unidos.
-Claro. Además, mi familia me dijo que adelante, que en Bahamas no había suficiente…
-¿Son muchos los bahameños que se marchan a Estados Unidos?
-Sí, lo vemos como una oportunidad… Por la educación, trabajos…
-¿Entonces nunca jugó al baloncesto antes de la universidad?
-Nunca. Antes de ir a Estados Unidos no tenía ni idea de baloncesto. Yo aprendí ya con el programa, en una liga de verano previa a la Universidad.
-¿Y al poco se dio cuenta de que quería ser profesional?
-Sí, porque veía muchas oportunidades, puertas abiertas, viajes por el mundo, conocer a mucha gente nueva.
-Y ganar dinero, claro…
-Sí, para mis dos hijas sobre todo. Mi familia está bien con el trabajo. Mi madre también es chef.
-He leído que usted fue madre en la universidad.
-Sí, tuve a mi primera hija el tercer año universitario, con un chico de North Carolina que se ha quedado allí.
-Entiendo que su segunda hija es de otro padre…
-Sí, de Bahamas. Estuvimos casados y todo.
-¿Y dónde están las niñas ahora?
-Con mi madre, en las Bahamas. Las extraño muchísimo cada día, las llamo todos los días por vídeo.
-Entiendo debe de ser complicado ser madre y jugadora. ¿Cuáles son los mayores obstáculos a los que se ha enfrentado?
-Cuando eres madre, tienes que vivir por y para tus hijos y es muy complicado cuando eres madre joven porque no sabes bien qué hacer. No sé explicarlo bien, pero quieres vivir más cosas.
-Cuando se muda a otro país para jugar, por ejemplo, ¿ellas van con usted?
-Normalmente no, salvo cuando estuve en Bulgaria dos años. Entonces viví con mi hija pequeña y su padre. Estábamos juntos, casados. La mayor estaba en Bahamas, con mi madre.
-En ese momento en que no estaba jugando y estaba con sus hijas en Bahamas, ¿se planteó dejar el baloncesto?
-Por un lado sí, porque llevaba unos siete años jugando por el mundo lejos de mis hijas y pensaba que debería estar con ellas y dejarlo, además porque las echaba de menos. Pero, por otro lado, pensé que quería sentirme bien conmigo misma, sentirme jugadora de nuevo.
-Necesitaba jugar otra vez…
-Sí, lo echaba de menos, amo el baloncesto. Todavía puedo jugar un poco más antes de decir adiós.
-¿Y cómo conoció el Estepona?
-Mi agente me habló de varios equipos, pero era complicado para mí encontrar un equipo que pudiera adaptarse a lo que yo quería. Acabé encontrando Málaga y se puede adaptar a mí.
-¿Qué conocía de Málaga y de España?
-Casi nada. Tengo una antigua compañera de clase jugando en Leganés. Jugamos juntas en Seattle. Esto me gusta porque es más familiar.
-¿Cómo es su rutina ahora?
-Ahora mismo no hago más que entrenar, descansar… Es un momento complicado para mí porque en 2020 no jugué nada de baloncesto. Mi cuerpo necesita resetearse, volver a ser como antes. Necesito volver a ser yo esta temporada y después ya no sé. Necesito sentir mi cuerpo normal otra vez.
-En China se canceló la competición muy pronto por la Covid y entonces decidió volver a su país en torno a un año y medio, donde no tocó para nada el baloncesto. ¿A qué se dedicó durante ese tiempo?
-Sí, en China la Covid entró muy fuerte en 2019, así que regresé a mi país. En Bahamas la situación también fue complicada, hubo muchos casos, muchas restricciones, no pude hacer nada de ejercicio… Pero conseguí un trabajo en Atlantis (un complejo hotelero de la capital de Bahamas, Nasau). Allí atendía a la gente como vendedora.
-Pero usted tenía una carrera en Sports Businness.
-Sí, y en el futuro quiero ser 'coach'.
-Ahora mismo, ¿cuánto tiempo planea quedarse por aquí?
-Siete meses. Quizá cuando vuelva a sentir mi cuerpo normal, el año que viene explore otras posibilidades. Ahora mismo me estoy recuperando.
-Entiendo que el nivel de baloncesto que ha vivido estos últimos años poco tiene que ver con el de su experiencia en la WNBA…
-Eso es otro nivel, gente muy talentosa. Es muy difícil jugar ahí y para mí fue un placer.
-¿Cree que estaba preparada para jugar a ese nivel?
-Sí, físicamente estaba al 100% en ese momento.
-¿Pero qué pasó finalmente? Porque fue una experiencia corta…
-En 2013 fui drafteada y en tres o cuatro partidos que jugué estuve entre las mejor valoradas del partido. Luego me fui a casa y me llamó Seattle Storm. Me hicieron contratos consecutivos de siete días en el tramo final de la temporada y cuando acabé la temporada me fui a Europa. La temporada acabó y lo que pasó es que Seattle cambió toda la plantilla, desde el entrenador hasta las jugadoras, así que me fui a casa y decidí irme a Europa. Además, también estaba pendiente de mi visado, no tenía dónde jugar…
-Necesitaba un contrato de trabajo para renovar su visado ¿no?
-Claro, y después de aquello no me llamó ningún equipo, así que me marché a Europa y en todos los equipos en que he estado he tenido contrato profesional.
-¿Qué piensa ahora cara al futuro? ¿Cuáles son sus sueños?
-Sueño con ser 'coach' en una universidad americana, en la NCAA y también continuar con mi Fundación, en Bahamas.
-¿Cuál es la labor de su Fundación?
-Trato de sacar el talento de las niñas, sobre todo, y ayudarlas a crecer, a escolarizarse y a que disfruten del baloncesto para que algún día puedan quizá dedicarse a eso profesionalmente. Me centro en las niñas porque pienso que ya hay mucho foco en los niños en Bahamas y quiero ayudarlas a ellas.
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