La magia de Luka Doncic

La victoria a domicilio (100-109) de los Warriors asesta un golpe letal a las Finales de la Conferencia Oeste. El equipo más en forma de la NBA dio otro recital de juego coral ante una actuación individual de fábula de Luka Doncic, que se fue de nuevo hasta los 40 puntos. La dinastía campeona de la última década demostró su ADN y está a un paso de las Finales de la NBA. En el lado de la decepción, Luka Doncic aún esboza una sonrisa. Cuando las cosas van mal «sonreir me da esperanza», declaraba antes del encuentro. Ganar los próximos cuatro encuentros se antoja una misión casi imposible y el sueño de Luka se esfuma. «Todavía estoy aprendiendo», aceptaba la derrota. Nadie le esperaba a estas alturas de playoffs. Aún queda al menos un partido para admirar un juego que le convierte en una joya única.

La última década de la NBA ha estado marcada por la explosión del triple como arma primaria en las libretas de todos los entrenadores. Los Houston Rockets proyectaron sus cálculos estadísticos hasta lanzar más de tres puntos y los Golden State redimensionaron la cancha con Stephen Curry, el primer jugador en convertirse en amenaza casi imparable desde más de nueve metros. Los nuevos talentos mundiales, sobre todo los más pequeños, incorporaron la larga distancia en sus sesiones de tiro. En una NBA cada día más triplista y con físicos casi inhumanos, Luka Doncic domina las canchas con su capacidad de desarrollar un estilo más pausado con una habilidad inusitada. Es decir, con talento.

Sus límites están más allá de la galaxia conocida. Su potencial físico aún no ha alcanzado techo y su imaginación en una pista es ilimitada. Un balón, rivales, presión… son los ingredientes perfectos para desafiar a un prodigio difícil de catalogar. El jugador que todo lo hace bien, ese que disfruta ante las adversidades esbozando una sonrisa. ¿Por qué domina en la NBA? ¿Qué le hace tan especial? Estas son algunas de la claves que convierten a Luka Doncic en un jugador total.

Pocos jugadores de la envergadura de Doncic pueden dominar la bola con la facilidad que le caracteriza. Una coordinación que le catapultó desde pequeño y que en el Real Madrid pulió hasta la excelencia. Es el encargado de subir el balón y de generar las primeras ventajas de la ofensiva de los Mavs. Ante las situaciones de dos para dos, tiende a pausar el ritmo y su primera mirada es para leer la pista. Busca desequilibrios en pocas décimas de segundo y ejecuta con tranquilidad. Genera espacios gracias al bote y una capacidad de frenada solo comparable a la de James Harden. Los cambios de dirección son desbordantes y a pesar de su peso, nunca pierde el equilibrio.

Una vez ganada la primera brecha de espacio, ya sea por una precisa secuencia de bote o gracias al bloqueo de algún compañero, tiende a utilizar su cuerpo con sabiduría. Antepone su cadera como escudo y aleja el balón de su defensor primario, ya superado. Ahí comienza la magia. Penetrar hacia canasta es su especialidad, donde es uno de los líderes estadísticos tanto en número de entradas, como en puntos conseguidos, e incluso porcentaje de acierto. Llegadas las ayudas defensivas rivales o bien efectuado cualquier cambio de par, su inteligencia en pista le hace único, es el rey del desequilibrio. Castigar con su cuerpo y juego de pies a los más pequeños en el poste bajo, marear driblando a los defensores más pesados... atesora recursos para todos los gustos.

Ver a un compañero superado activa los cambios en defensa, las piezas del tablero se recolocan para compensar una situación de ruptura. Aquí entra en juego la toma de decisiones de Doncic. Si es frenado en su penetración o en situaciones de poste bajo saltan a por él, tiene localizadas las posiciones de los suyos, generalmente abiertos para el triple, dispuestos a cortar hacia canasta o jugar por encima del aro en continuaciones. Nutre al equipo con facilidad, es el creador. Cuando el está en pista, más del 50% de las asistencias de los Mavs salen de sus manos.

El pase es un arte sin secretos para Luka, que fluye sin tener que parar, en movimiento. Ya sea en pleno salto para buscar las esquinas, bombeando balones a los más saltarines, lanzando contras o doblando como un genio en situaciones en las que queda acorralado por las defensas. Que pierda balones es un peaje que tienen que pagar los Mavs, pero el retorno es impagable. Un jugador con un uso del balón tan alto en cada posesión convive con el error y éste no le coarta en su siguiente acción. El efecto multiplicador de su visión de juego es mantener enchufados a sus compañeros, que tienen la obligación de estar preparados para recibir la bola en cualquier momento. Si están solos, Luka les encontrará.

Posee un cuerpo ancho, fuerte, que en pretemporada llegó con sobrepeso y rondaba los 120 kilos según la ESPN. Una lesión de tobillo y el Covid retrasaron su acondicionamiento. A finales de febrero se filtró en EE UU que ya habría bajado siete kilos y cuanto más avanza la competición, mejor tono exhibe. Se estima que en la actualidad ha perdido más de doce. ¿Mejorable? Por supuesto, aunque lo vital en este aspecto quizás está en su bienestar global. Doncic ya declaró que no es un atleta de máximo nivel y en este juego la inteligencia prevalece ante el atleticismo. Eso sí, con su físico exprimido al extremo no se sabe cuál sería su dimensión. Sus virtudes técnicas elevadas con un extra de agilidad en sus desplazamientos lo harían aún más imparable. Mientras tanto exhibe fuerza para luchar bajo tableros, es ágil, coordinado y con una frenada letal. No se arruga ante nadie. Eso sí, sufre en defensa ante pares más eléctricos y livianos.

Verle progresar en una cancha siempre depara sorpresas. Es imprevisible. Siente los biorritmos de sus defensores, y si le dan espacio se eleva para disparar sin piedad. Capaz de lanzar desde cualquier zona de la cancha, destaca por tener múltiples posiciones favoritas desde donde castiga con frecuencia a sus rivales. El paso atrás y hacia un lado, abriendo un metro de distancia ante sus oponentes, ha creado escuela. Un lance del juego cuya incidencia le hace especialmente valioso para su equipo. Llega a rangos de tiro de más de ocho metros que abren la pista a sus compañeros. También absorve información con rapidez y replica el característico lanzamiento a una pierna de Nowitzki con elegancia.

Una depurada mecánica en la que arma el tiro muy arriba, al tiempo que controla su equilibrio en el salto con maestría, ya sea saltando en un plano vertical perfecto o cayendo hacia atrás, donde es casi imposible de taponar. Una vez ejecutado, las defensas solo pueden rezar para que falle. De la misma forma, alcanza buenos porcentajes desde cualquier punto usando su cuerpo y una media vuelta en caída para crear espacios. Anotar desde el bote con esa facilidad no está al alcance de muchos.

Su valor real de mercado no es tan solo el estadístico, donde ya ni asombra con 32,1 puntos, 9,5 rebotes y 6,2 asistencias por noche en playoffs. Aporta un liderazgo inequívoco y a pesar de amasar tanto la bola, los Mavs se han configurado para potenciar sus virtudes y aprovechar al máximo la atención de las defensas sobre él. En Dallas no hay superestrellas que le acompañen, pero sí un puñado de guerreros con talento notable dispuestos a secundarle hasta el final. Los Mavs se lo pasan bien con él. Disfrutan. Sonríen. Doncic busca el equilibrio entre la distensión y la exigencia al grupo. Quien más se divierte suele ganar los partidos. Si no, pregúntenle a Stephen Curry.

Luka Doncic tiene enfrente a un equipo sublime liderado por Curry y con un alter ego encargado de anular sus progresos. Draymond Green, el alma defensiva de los Warriors, ha sido el encargado de movilizar la maraña de ayudas para anular las ventajas de la estrella eslovena, mermando a los Mavs. Las apuestas están del lado de los Warriors, pero cuando todo parece perdido es el momento para la magia. Disfruten de Luka, aunque sea solo una vez más.