España se ahoga con el nudo de Letonia

El combinado nacional temía el tráfico aéreo que ocasiona Letonia con sus misiles desde la lejanía. Y, sin embargo, el conjunto que dirige el también italiano Luca Banchi sorprendió de salida con dos canastas interiores después de sajar la débil defensa hispana del bloqueo directo a través de su hábil base Zagars y los remates de Smits. Mientras que la actual campeona de Europa y vigente defensora del cetro mundial buscaba a Willy Hernangómez dentro por elevación.

Ya para entonces se intuía un duelo agrio, ese trozo de carne que va de una parte a la otra de la boca y se niega a bajar por el tobogán digestivo hasta el estómago. Un nudo muy difícil de soltar por el problema de no ver la punta del ovillo. Un choque arduo, interrumpido por las faltas personales, de escaso ritmo, mucha piedra que picar y demasiado incómodo.

Es cierto que España ya había elevado su muy mejorable nivel defensivo del comienzo, pero no le entraba ni siquiere la tercera marcha adelante. Hasta que con un 18-25 adverso en el marcador (minuto 16), Scariolo imploró a la mesa el tiempo muerto que tanto necesitaba. En ese cónclave exigió a sus hombres que asumieran las responsabilidades individuales en vez de diluir los problemas en el empedrado colectivo. Y de esa severa puesta en común regresó al parqué un cuadro crecido y con cierta fe en sus capacidades.

La respuesta, un parcial favorable de 9-0 con Juancho -el menor de la saga- como protagonista, y los primeros rayos de luz al final del túnel. Porque al progreso atrás le urgía la necesidad perentoria de limpiar las lentes opacas al otro lado de la pista.

Ya escampaba dentro de un paisaje sombrío que aún inquietó más al inicio de la segunda parte. Un amanecer de la reanudación en la que el cuadro báltico reeditó la crisis hispana de los cinco puntos con un parcial de 0-8 (32-37). Nueva alarma, la que se prevía definitiva y luego resultó la penúltima, a la que el equipo de Scariolo reaccionó de manera vigorosa. Con un renacido Brizuela como islote ofensivo rodeado de aguas de contención por todas partes. El grupo que formó junto a los cancerberos Díaz, Rudy, Claver y Garuba no sólo apagó el fuego en la cocina propia sino que facturó el baloncesto menos encorsetado adelante dentro de un partido al que costaba hincarle el diente.

Que levante la mano, y no se ven dedos rampantes, quién pensara con el 54-42 del minuto 28 que a 'La Familia' se le iba a escapar un triunfo presuntamente ya amarrado. Pero, por desgracia, así fue tras un último acto desastroso de dudas atrás y una impotencia ofensiva que incita a la reflexión. Para un duelo tan serio Scariolo abandonó la mano izquierda y confió el previsible acceso a los cuartos con la vieja guardia. Muchos minutos de Llull, incluso en la dirección, Rudy y Claver, el alero alto que va por ahí con la caja de herramientas siempre a mano.

Pero tampoco el recurso a la veteranía funcionó ante una Letonia mejor, con el arrojo y el juego que se requiere para ganar. Ahí, con el agua llegando a los oroficios de la nariz, se notó la falta de un matador en ataque que desenrede las madejas revueltas. Y esa carencia sitúa a la España ante la necesidad de derrotar a una Canadá poderosa y solvente con su exterior Gilgeous-Alexander como un diamante pulido.