Daniel Hierrezuelo: «Arbitrar sin publico es mucho más difícil»

-¿En qué le ha afectado la pandemia en el arbitraje?

-De acuerdo con los protocolos, mucho. A día de hoy llevo noventa y tantas PCR... y ha habido menos vuelos disponibles, sin una comunicación directa desde Málaga con algunas capitales europeas, con lo que he tenido que hacer noche en Madrid muchas veces, así que salías dos días antes. Psicológicamente, arbitrar sin público es lo peor de todo.

-Sin embargo, visto desde fuera puede parecer que es al revés, que sin aficionados tienen menos presión para dirigir...

-Para nada. Es mucho más difícil, porque se escucha todo. Cualquier comentario te llega rápidamente. Tienes que saber seleccionar muy bien y determinar dónde están los límites Son cosas que no habíamos vivido hasta ahora. Para mí escuchar cánticos de la afición y hasta las protestas era una motivación extra.

-De vacaciones hasta cuándo...

-Pues hasta mitad de julio, cuando empezaré a entrenarme. A mitad de agosto es el 'staff' de árbitros de la Euroliga de pretemporada y, a continuación, viene el de la Liga ACB. Al final, un mes corto, pero que se agradece.

-No accede, por tanto, a los equipos que dirigen en Mundiales o Europeos de categorías inferiores o en Juegos Olímpicos...

-No. Cuando decidimos irnos a la Euroliga, hace algo más de una década, hubo una escisión con la FIBA y los que hemos pagado los platos rotos somos los árbitros. Desgraciadamente, no podemos ir a estos campeonatos. Antes de ese cambio fui a dos Preolímpicos. Hace ya tiempo que la posibilidad de ir a unos Juegos se escapó. Lo tengo asumido.

-¿Tiene una fecha tope para dirigir?

-A priori no. Tenemos unos controles, pruebas físicas y exámenes teóricos para determinar que seguimos siendo válidos para la competición. No tengo puesta una fecha de caducidad para dejar de arbitrar. No me lo he planteado. Intento cada día seguir mejorando. Cada vez se hace más duro, con el paso de los años cuesta más, pero sigo con la misma ilusión, de seguir creciendo.

-Al hilo de eso, ¿le cuesta más mentalmente seguir?

-No, porque el baloncesto está en continua actualización, con cambios de reglas, y se desarrolla todo más rápido, los jugadores saltan más... Todo eso nos estimula mucho. A día de hoy no he sentido ese bajón.

-Es el segundo árbitro con más partidos dirigidos en la ACB. ¿Tiene controladas las cifras del primero?

-Sinceramente, no soy tanto de retos como conseguir un número de partidos. Mi reto personal es seguir mejorando cada día, aprendiendo y ayudando.

-Pero conoce ese dato, ¿no?

-Son 1.070 partidos (los logró Martín Bertrán, recientemente retirado). Necesitaría cuatro o cinco años más.

-¿Qué ha cambiado en el arbitraje desde 1990?

-Todo, de forma paralela a que los jugadores y equipos son más profesionales. Hay una exigencia física y mental muy distinta a la de mis inicios. Más trabajo diario, porque no es sólo el fin de semana. Hay también visualización de partidos.

-¿Y hay jugadores que tienen fichados como más difíciles?

-Intentamos ver cómo van actuando. Hay jugadores más especiales por su juego, claro, por su forma de moverse en la pista.

-La incorporación de la mujer al máximo nivel es una de las novedades también...

-Sí, en la Euroliga tenemos también dos. Lo valoro muy positivamente. Hay compañeras muy buenas y que están ahí porque se lo han ganado. No tengo distinción. Y ellas lo aprecian así.

-¿Para cuándo otro arbitro malagueño en la élite?

-Hay un grupo bueno de ellos, con edades entre 20 y 25 años, que dirigen en categorías ya nacionales. Espero que en poco tiempo tengamos ya uno en la ACB desde Málaga. Hay tres o cuatro con muchas posibilidades de llegar.

-¿Qué supone para usted tener una placa junto a las grandes estrellas del deporte en Málaga. Creo que es el segundo árbitro malagueño que lo consigue, tras López Nieto.

-Él también fue una estrella del arbitraje. Es un orgullo muy grande. Los nombres que ya están me impresionan. A veces miras para atrás y nunca había pensado que estaría en ese paseo. Verme ahí es un sueño hecho realidad y saber que va a estar ahí de por vida para que quede constancia.

-Hablemos también de la deriva del Unicaja en esta última década y la crisis institucional actual. ¿Tiene alguna opinión al respecto como aficionado del cuadro malagueño?

-Hay que tener paciencia. Estoy convencido de que la institución y las personas que hay detrás del baloncesto en Málaga están intentando hacer lo mejor por el equipo. El club va a seguir estando en primera línea nacional y europea. Confío en las personas.

-Hay un temor a que se pierda mucha afición en el Carpena cara al regreso a la normalidad.

-No creo que sea así. La gente tiene muchas ganas de vivir el baloncesto in situ, de apoyar al equipo. Aquí ha conseguido arraigarse de una manera constante. Estoy convencido de que el público volverá a llenar el Carpena y volverán esas tardes de gloria.

–Usted colabora con la ONG Holystic Pro África.  ¿Dónde surgió la oportunidad?

-A través de un antiguo fisioterapeuta del Real Madrid, Pablo Llanes. Se fue a una misión a Etiopía con un jesuita vasco en Wukro, al norte del país. Entonces se dio cuenta de que no veía a niños con deficiencia, porque él tenía un hijo con espina bífida, pero descubrió que allí se consideran esas deficiencias como un castigo divino. Por ello monto una clínica para atender a niños con problemas derivados de una mala praxis en el parto o con espina bífida. También apreció las carencias del país en materia deportiva y creó una escuela de baloncesto, por lo que contacto con Mateo Ramos y este conmigo para que hiciéramos un clínic allí para dar a conocer reglas de arbitraje. Me pidieron camisetas y cuando me llamaron y me contaron la historia, les dije que quería llevarlas yo y vivir esa experiencia. Hicimos un gran clínic, con árbitros que hicieron hasta 1.200 kilómetros por muy malas carreteras para estar. Desde entonces nos vamos todos los años allí una semana, la primera de diciembre. Este 2020 se vino con nosotros Pedro Delgado y llevamos material para ciclistas. También estamos construyendo una cancha de baloncesto.

-¿Qué ha echado de menos en la pandemia?

-Muchísimas cosas: la Semana Santa (está muy vinculado a la cofradía de Estudiantes y fue hombre de trono del Cristo de la Expiración), vivir una Navidad en Málaga y estar vinculado con familiares y amigos, que para nosotros es tan importante. Tuve momentos de soledad. Tenía un permiso especial para salir y entrenarme y me he podido recorrer Málaga entera en bici cuando no había absolutamente nadie. Era bonito, sin ruido, pero desolador.

-¿Cuántos vuelos toma al año?

-Alrededor de 250 o 300 trayectos de avión. He conocido aeropuertos vacíos y ciudades desiertas. La vida nos ha dado un toque de atención.

-¿Habrá sucesor en la familia? ¿Cuántos hijos tiene?

-Tengo tres, varones. Uno de 19 años, que estudia en Madrid, otro de 17, que juega al baloncesto en el Colegio Unamuno, y un pequeño de 7 que lo practica en la Escuela de la Federación Andaluza, en Teatinos.

-Elija un grupo musical...

-U2. He estado en cinco conciertos de ellos.

-Y una película...

-'Braveheart'.