Borrar
Zahara, en una imagen promocional de su nuevo disco. R. C.
«Era una yonki, me drogaba  del afecto y del aplauso del público»

«Era una yonki, me drogaba del afecto y del aplauso del público»

Acaba de lanzar al mercado 'Puta', su álbum más electrónico, un disco confesional donde relata episodios de bullying y maltrato psicológicoZahara Música

IKER CORTÉS

Madrid.

Lunes, 31 de mayo 2021, 00:33

Con 'Puta', Zahara (Úbeda, 1983) ha decidido hablar alto y claro. La cantautora ya sorprendió en 'Astronauta' (2018) abrazando los sintetizadores, pero en su última referencia es la música electrónica la que vertebra toda la propuesta. El resultado es un álbum dolorosamente confesional, confeccionado durante el confinamiento, en el que relata episodios de bullying y maltrato para redescubrirse, sobreponerse y hacerse más fuerte. Tan distinta fue la génesis de este disco que acaba de lanzar un podcast en Podimo para contar la historia de su grabación.

-Ha pasado un mes desde el lanzamiento de 'Puta'. Siendo un disco tan confesional, ¿cómo se encuentra?

-Estos días estoy muy bien. Justo en el momento previo a la salida, con tanta entrevista de golpe, sí que pensé que cada entrevista era un poco volver a mi sesión de terapia. No pude leerlas y me mantuve al margen de las redes. Ahora siento que ha pasado esa vorágine y que me he quitado un peso enorme de encima. Empieza mi renacer y esto no implica que no vaya a cagarla o que no me vayan a pasar cosas terribles, pero estoy con la cuenta a cero.

-O sea, que está dando sus frutos como terapia.

-Sí, y mira que el hecho de hacer las canciones no sé si fue terapéutico. Las hacía precisamente porque necesitaba la euforia que me venía cuando las terminaba, pero los días siguientes estaba mucho peor. Se producía una especie de liberación, pero estaba cayendo. Si no hubiese tenido el apoyo psicológico de mi terapeuta, creo que no se habría producido esto del todo. La catarsis verdadera para mí ha sucedido al compartirlo. Creo que a pesar de ser un disco que habla de la necesidad de que nos quieran y de que hay que aprender a quererse a uno mismo, necesitaba compartirlo. Tengo que quererme mucho, ¡pero que me quieran! (ríe).

-Apunta a esa necesidad de que la quieran en 'Taylor', uno de los cortes. En un año en el que la pandemia le ha impedido subir al escenario, ¿cómo se supera?

-En mi caso, ha sido entender de dónde venía ese síndrome de abstinencia. Cuando empieza la pandemia, comienzo a estar muy triste y es cuando entiendo que no tengo mi chute de amor propio porque no sé cómo dármelo. Me doy cuenta de que voy tirando de la felicidad que me produce el estar en un bolo y que cuando está a punto de venir la bajona tengo otro chute y soy una yonki literal, que me voy drogando del afecto, del aplauso de gente que no conozco. Así es como comienza el documental de Taylor Swift, 'Miss Americana', que vi en el confinamiento. Y ahí empiezo a entender que tengo que vivir sin el aplauso porque el aplauso solo está supliendo una carencia.

-El primer sencillo fue 'Merichane'. El aluvión de mensajes de «tía, he estado ahí» o «gracias por darnos voz» ha sido constante. ¿Se lo esperaba?

-Lo imaginaba, pero al final yo cuento algo tan autobiográfico que, mientras lo estoy haciendo, se me olvida la universalidad de lo que estoy diciendo. Y es solo cuando lo comparto y empiezo a recibir estos mensajes con historias similares, de bullying, acoso, abusos, maltratos, cuando me doy cuenta. Por un lado, siento un acompañamiento brutal. Me están entendiendo, no me están juzgando y esto hace que yo deje de juzgarme y es cuando por fin reacciono, porque cuando hago el disco lo hago aún sumergida en la culpa. Por eso, lo que quiero que quede es la importancia de contar las cosas negativas que nos pasan, porque solo al soltarlo empiezan a producirse cosas y cambios. Por otro lado, está la tristeza tan brutal que me produce leer estas historias. Me tiro llorando semanas. Algunas son de chavalas de 16 años y me pregunto qué está pasando aquí.

-Como si no hubiéramos evolucionado.

-Claro, claro y obviamente hay evolución, coño. Pero claro, como hemos cambiado, como yo soy mi jefa, como hago un disco que se llama 'Puta', nos creemos que todo está hecho ya y la realidad es que hay un sufrimiento escondido. Y el hecho de que hayamos evolucionado no ayuda a esto porque hace que tú te sientas aún peor porque te crees que eres una excepción y te callas. Vivir en el silencio permite que se perpetúen estos comportamientos.

-Rapea, recita... Es su disco más experimental. ¿No le daba miedo que, contando cosas tan personales, la canción se escapara un poco a su control?

-Es que creo que este disco para mí se resume en despojarme del miedo a todos los niveles. Tenía miedo a recitar o a cantar muy agresiva , al autotune... Tenía tantos miedos que dije: «Joder, estoy haciendo un disco en el que me estoy despelotando. ¿Por qué voy a tener miedo con esto?». Al final llegué a una sensación vital que era: «Me da igual»

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur «Era una yonki, me drogaba del afecto y del aplauso del público»