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Se llamaba el 'Grand Tour', un viaje de fin de estudios de jóvenes aristócratas británicos por Europa para conocer otras Cortes, sus palacios y su arte. Iban con ganas de descubrir el mundo y con los bolsillos cargados de monedas. Por eso, en cada parada ... de la ruta, artistas, comerciantes, libreros y músicos les esperaban con piezas que después decorarían los enormes salones y bibliotecas de algún palacio inglés. «Estoy mandando el cuadro en un barco muy seguro», le escribió en una carta a su padre uno de esos viajeros. Tenía razón. Hasta catorce aseguradoras y banqueros garantizaban la carga que iba a bordo del Westmorland con todos los 'souvenirs' que una de esas selectas expediciones de jóvenes había adquirido en su ruta. Pero nunca llegó a su destino. Dos navíos de guerra franceses lo apresaron a pocas millas de Málaga y desembarcaron en el puerto las decenas de fardos que guardaba en su bodega. Era el 8 de enero de 1779. Dos siglos y medio después, algunos de esos singulares y valiosos recuerdos de viaje vuelven a Málaga para redescubrir la historia del Westmorland.
La Fundación Unicaja y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando –a donde fueron a parar buena parte de los bienes comprados por Carlos III, a instancias del conde de Floridablanca– reúnen los mármoles, las acuarelas, los libros y hasta la música que transportaba la fragata inglesa en el Centro Cultural Fundación Unicaja. Pero, sobre todo, la exposición 'El Westmorland en Málaga' recupera un suceso histórico poco conocido que habla de una época convulsa -meses después, España entraría también en guerra con Gran Bretaña- y retrata a una alta sociedad de gustos exquisitos. Lo hace a través de obras que contextualizan el hecho (recortes de prensa, documentos notariales del Archivo Provincial de Málaga y hasta un óleo con una vista del puerto en el XVIII traído directamente de Palacio del Pardo), con cuadros y esculturas que ponen rostro a los distinguidos viajeros de este 'Grand Tour' y con piezas que desvelan sus intereses artísticos.
La exposición, comisariada por el arqueólogo e investigador José María Luzón, miembro de la Academia de San Fernando, puede visitarse hasta el 12 de enero en el centro cultural de la plaza del Obispo. Y una recomendación: tengan el móvil a mano. «La tecnología es una aliada fundamental» en este acercamiento a los tesoros del barco, como apunta el responsable de Artes Plásticas de la Fundación Unicaja, Rafael Valentín López. A través de códigos QR, la muestra permite rodear una escultura, pasar las páginas de un libro o escuchar la música del Westmorland.
Durante años, la identidad de los destinatarios del cargamento del Westmorland fue un misterio. Pero un pequeño detalle, unas siglas muy particulares en uno de los fardos, reveló a los investigadores de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que esas letras que aparecían en los lotes eran en realidad las iniciales de sus propietarios.
La pista principal la dieron las letras 'H.R.H.D.G': His Royal Highness Duke of Gloucester, el hermano del rey Jorge III. Y de ahí fueron tirando del hilo hasta descubrir que junto al miembro de la Casa Real viajaban aristócratas como Francis Basset, futuro barón de Dunstanville; George Legge, vizconde de Lewisham y futuro conde de Darmouth; y John Henderson, hijo del dueño de las minas de carbón de Escocia; entre otros. Los retratos que Francis Basset y George Legge se hicieron en el taller de Pompeo Batoni en Roma como recuerdo del 'Grand Tour' se exponen en Málaga cedidos por el Museo del Prado, que durante décadas los custodió con nombres erróneos o «de personaje anónimo». De fondo aparecen elementos que ellos verían en su viaje, como arquitecturas romanas en el caso de Basset y un busto de Faustina Minor -recién descubierto- en la obra de Legge.
Era uno de los 'souvenirs' preferidos del hermano del rey Jorge III, propietario de la mayoría de las esculturas de corte clásico y renacentista del Westmorland. Sobresale una elegante y hermosa 'Cabeza de la Venus de Medici', junto a dos delicadas parejas, 'Baco y Ariadna' y 'Eros y Psique', procedentes del taller de Bartolomeo Cavaceppi. De mármol son también una urna funeraria romana, que refleja el interés por la arqueología de la alta sociedad inglesa, y otra muy similar del XVIII que acabaron en el Museo Arqueológico Nacional.
Funcionaban a modo de postales de viaje de la aristocracia, era la única forma de capturar esos lugares y monumentos que les habían deslumbrado en el camino. Destacan las acuarelas de John Robert Cozens compradas por el joven Francis Basset, no solo por el autor -el gran acuarelista de la época- sino por el fantástico estado de conservación de estas láminas. «Cuando los especialistas vieron esto, casi se desmayan: el color estaba intacto porque nunca les había dado la luz», explica José María Luzón, que desvela su favorita: 'Lago Albano, desde la Galleria di Sopra'. En otra sala se exponen numerosos 'gouaches' hechos a mano en el taller de Giovanni Battista Piranesi con una vista del Arco de Tito, el Mausoleo de Cecilia Metella o el Templo de Vesta.
Los viajeros del 'Grand Tour' llevaban consigo libros y partituras para amenizar la ruta, pero también adquirieron nuevo material en el trayecto. «Había más de 40 libros a bordo», apunta Luzón. Como 'Campi Phlegraei', del erudito anticuario británico William Hamilton y el artista Pietro Fabris; o el volumen con 116 aguafuertes del taller de Piranesi encuadernado en pergamino con una cenefa en oro. Resulta curioso un pequeño libro editado por Thomas Jenkins, comerciante de antigüedades que hacía de intermediaron con la clientela inglesa del 'Grand Tour'. Ese ejemplar iba a destinado a vender el producto que aparece en portada: un vaso antiguo.
Pero, además, el botín del Westmorland ha permitido conocer la música de moda entre la juventud de la época: los compositores vendían sus creaciones más recientes a los jóvenes ingleses, partituras inéditas que ahora se podrán escuchar en la exposición con un código QR.
Pero los jóvenes viajeros no podían llevarse todo aquello que les gustaba, por eso encargaban a copistas la reproducción de las obras que más les habían impactado. En la bodega de la fragata inglesa había embaladas copias de 'Los tramposos' de Caravaggio, 'La Madonna della Seggiola' de Rafael, 'La Venus Calipigia' del Cavaliere D'Arpino o 'El carro de la Aurora' de Guido Reni. Especialmente hermosa es la réplica sobre seda de una de las primeras pinturas encontradas en Pompeya, en la conocida como Casa de Cicerón.
'El Westmorland' en Málaga podrá visitarse de lunes a sábados en horario de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 a 19:00 horas, y los domingos y festivos de 10:00 a 14:00 horas. La entrada al centro es un donativo solidario de 3 euros cuya recaudación se destinará íntegramente a la labor social malagueña del proyecto Ciudad de los Niños.
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