Vidas pasadas

Lunes, 20 de noviembre 2023, 01:00

Ayer a la salida del primer pase dominical de 'Vidas pasadas' en el Cine Albéniz, a eso de las seis, tres mujeres maduras se me acercaron con gran civismo y una me espetó: «Buenas, caballero, ¿cómo ha estado la película?». Yo, algo sieso, les pregunté ... si querían que les destripara el final. «No, ¿pero es bonita? ¿O muy lenta? Que hemos comido mucho y no veas». Yo no quise aguarles la tarde por delante y animé a que vieran con deleite este título 'indie' muy resultón, y que dicen tiene muchas papeletas para hacerse con algún Oscar.

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Hoy, ya de lunes cruel y sincero, confieso que alguna cabezadita se me escapó entre escena y escena. Fueron pocas, ah, más producto del almuerzo copioso que de los silencios largos y bellos de este largometraje que cuenta, entre Seúl y Nueva York, una historia en tres tiempos de un amor no cuajado. Los protagonistas, dos adolescentes separados por las circunstancias al emigrar la chica a Estados Unidos. Luego, en la primera juventud, vuelven a juntarse por redes sociales y fantasean unos meses (a quién no le va a gustar) con desvirtualizarse. Al fin, ya en la madurez, se consuma el reencuentro en persona y, ay, se debe ventilar el gran dilema: ¿abandonaría usted a su pareja actual (en este caso la de ella, un escritor, el tercero en concordia), por un amor no fraguado que ha revoloteado durante décadas por la melancolía de la prota y que ahora se presenta para ver si la cosa se sustancia?

Puesto por escrito, el argumento podría sonar a culebrón estilo Grammy Latino o telenovela turca. Pero no, 'Vidas pasadas', primera película de Celine Song, también emigrante coreana en Norteamérica, no va de dramones cantados, pasiones desbocadas o arañes verticales de piel. Aunque tiene un arranque glorioso, que mete de lleno en el ajo, y un final que arrasa con cualquier sequedad ocular, el tono siempre es suave, sereno, dibujando a tres seres maduros enfrentándose con valentía, tacto y respeto recíprocos a los sentimientos de cada cual. Una producción linda, acaso demasiado espiritual para la hora de la siesta.

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