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Está en su barrio y se nota. Una vecina exclamó cuando la encontró sentada en el bar: «¡Me alegro de verte!». Y es que Victoria Abón lleva ya 30 años viviendo en la avenida de Ortega y Gasset. ¡Cómo para no conocer la zona y ... a su gente! De pequeña ya estaba jugueteando con la cámara, de adolescente se lo empezó a tomar en serio y ahora la utiliza como parte de sus ratos más personales para relajarse y realizar proyectos siempre comprometidos con lo social. En su día a día también está la presidencia del Ateneo de Málaga, la vicedirección de la Escuela de Arte San Telmo y su rutina como profesora de este mismo centro. Detrás de ese perfil profesional de Victoria Abón hay una mujer optimista, valiente, divertida y llena de «causalidades y casualidades», como ella misma afirma en esta entrevista con SUR.
–Tocan vacaciones en Noruega...
–Sí, buscando el fresquito...
–¿Hacía tiempo que no viajaba?
–Desde antes de la pandemia, pero siempre me he movido mucho por tema de trabajo, como me he dedicado a la fotografía de viaje... Y me encanta, viajar es importantísimo porque te abre la mente y también te enseña lo que es vivir en tu ciudad; estamos muy bien cuando vamos a otros lugares, pero también te das cuenta de que tu tierra es mucho más valiosa de lo que crees.
–¿Cuál ha sido su viaje favorito?
–Tanzania. Tenía treinta y tantos y fue como el viaje inicial en el que me introduje más en la fotografía de ese estilo. Fue como un cambio de chip porque me di cuenta de cómo los pueblos indígenas respetan la naturaleza y la viven; a nosotros nos ven como unos locos que están acabando con todo.
–¿Piensa que nos estamos pasando?
–Muchísimo. Y mira que soy optimista, pero cada vez estoy siendo más realista con este tema. Veo muy difícil que haya vuelta atrás con el cambio climático y yo misma me incluyo, porque hay muchas cosas que no estamos dispuestos a cambiar. Como por ejemplo, ¿quién se priva del aire acondicionado cuando hace tantísimo calor? Todos estamos contribuyendo al desastre y estamos condenados al fracaso en ese tipo de cosas, aunque ojalá me equivoque.
–Decía que cuando viaja valora más la ciudad en la que vive.
–Sí, sí... Aquí en Málaga estamos muy a gusto y vivimos muy bien, mucho mejor de lo que pensamos. Eso es algo que te das cuenta cuando sales, incluso en nuestro mismo país. El carácter que tenemos los andaluces no está pagao'.
–¿Se considera muy malagueña y andaluza?
–Pues sí, aunque soy mitad castellana, de padre vallisoletano y de madre de Churriana. He salido muy andaluza y malagueña; además, los costeros somos muy diferentes a los de interior, aquí somos más confiados y eclécticos.
–¿Le gusta la playa?
–Me gusta, pero por la tarde y cuando hay poca gente. Como puedes ver por lo blanca que estoy, la he pisado poco este verano (ríe).
–Hábleme de su barrio, ¿lleva mucho tiempo viviendo aquí?
–Llevo 33 años. Me crié en Cruz de Humilladero desde los dos años y cuando me casé y me independicé, me vine aquí. Eso fue en el 90. Era un sitio estupendo y tranquilo para vivir, ahora está mucho más transitado que antes.
–¿Plantea mudarse?
–Sí, en un futuro.
–¿Dónde le gustaría?
–En un sitio tranquilo donde no se escuchen los coches.
–¿En el campo?
–No te digo que no, incluso lo pienso. Pero cerquita, que no esté lejos de la ciudad porque sino acabas desvinculándote de todo.
–¿Lo de hacer fotografía le viene de pequeña?
–Mi padre era aficionado, tenía una Brownie que ahora está en mi mueble con las cámaras de la familia. Recuerdo que empecé a hacer fotos con una que me regalaron por la Comunión; disfrazaba a mis vecinas y las llevaba al patio a hacerles fotos. Ya cuando terminé en el instituto, estudié fotografía y empecé a trabajar en medios de comunicación; luego hice periodismo.
–Y ahora forma parte del equipo directivo de la Escuela de Arte San Telmo.
–Nunca había pensado dedicarme a la enseñanza, pero casualmente se jubiló un profesor y no había nadie en bolsa. Me presenté a un concurso de méritos que había para cubrir la plaza y gané. La enseñanza empezó a gustarme más de lo que pensaba y lo compaginé con mis trabajos de reportajes como freelance.
–Es la primera mujer que preside el Ateneo.
–Lo mío son las casualidades y causalidades y así fue esto también. El anterior presidente quería contar conmigo y me pareció una gran responsabilidad, yo que me he pasado toda la vida defendiendo que hubiese mujeres en los altos cargos, no podía decir que no. He llegado a cobrar menos que un compañero con el mismo cargo de cámara.
–¿Cree que se cuenta más con el perfil femenino para cubrir las cuotas de género?
–En entidades públicas sí, en privadas, no. Aunque muchas veces somos nosotras mismas las que no damos el paso adelante. Recuerdo mucho a mi padre cuando me surgió la oportunidad de estar en la Escuela de Arte que me dijo: 'Tú prueba y si no lo haces bien, verás que pronto te quitan'. Y lo hice a pesar de mis dudas.
–¿Le gusta la vida que tiene ahora?
–Me gustaría que fuese más tranquila, la verdad. Pero como soy tan activa, tampoco me encuentro mal.
–¿Cuáles son sus próximos proyectos personales?
–Acabo de terminar un trabajo que presenté a Cruz Roja en el que retrato a personas sin hogar y los voluntarios que acuden en su ayuda con el reparto de alimentos y necesidades básicas en Málaga.
–En mi opinión es una afirmación, pero a usted se lo pregunto. ¿Se considera una mujer valiente?
–No lo había pensado mucho, pero ya que lo dices, sí. Valiente como cualquier otra mujer, porque somos así por naturaleza, capaces de afrontar situaciones fuera de nuestra zona de confort.
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