«Un vicepresidente del Gobierno no puede ser al mismo tiempo un intelectual crítico con el Gobierno»

-Es algo que tiene que ver con mis propios procesos biográficos. Este libro está escrito en confinamiento pero el proyecto es muy anterior. Llevaba trabajando muchos muchos meses en él y había decidido meterme en ese berenjenal por algo que tiene que ver con el hecho de que yo, que he vivido fuera durante la mayor parte de mi vida, en El Cairo, en Lisboa, en Túnez, sin embargo digamos que coincidiendo con el 15M primero y con la fundación del primer Podemos al que estuve vinculado, después, entré en España por una puerta por la que no había entrado y descubrí cosas que ni sabía que existían, desde relaciones sociales y económicas hasta paisajes, obras de nuestra literatura... Entro en un país frente al que tengo muchas reservas pero que me interesa y al que no tengo más remedio que reconocer como mío. Y creo que en estos momentos de tensión y de crisis en las relaciones institucionales en España era también una especie de deber cívico, por un lado, pensar sobre mi país, y desde una manera autobiográfica, saldar cuentas con mi propio país.

-Comenta su paso por Podemos, ¿qué opina de que Pablo Iglesias afirme que España no existe una plena normalidad democrática?

-Dos cosas. Si me quedo con esa sola frase, no hace falta ser ningún radical para coincidir en que España no es una democracia plena. Incluso juristas reconocidos a los que cito en mi libro señalan como un peligro el hecho de que la Constitución del 78 puso fin a una dictadura en condiciones complicadas en las que había que llegar a un consenso transversal era el principio de muchas evoluciones de la democracia. Era el principio para a partir de ahí profundizar en la democracia y creo que estos 40 años demuestran que esa Constitución fue el momento máximo de democracia en España y que luego se ha ido deteriorando. No quiero hablar de Podemos, salvo para decir que no es mi proyecto, que no querría jamás que gobernara en solitario, pero que en estas condiciones me alegro de que forme parte de este gobierno de coalición en plena pandemia. Otra cosa distinta es que esa frase sobre una democracia plena que puedo decir yo quizá no convenía que la dijera un vicepresidente del Gobierno. Más bien conviene que un vicepresidente utilice su cargo para tratar de desarrollar esa democracia hacia su plenitud; es decir, un vicepresidente del gobierno no puede ser al mismo tiempo un intelectual crítico con el Gobierno al que él representa.

-Una de las fricciones en el seno del Gobierno de coalición llega con la llamada 'Ley Trans'. Usted ha abordado en varios libros la relación con el cuerpo. ¿Qué le parece lo que se conoce hasta ahora de la norma?

-Me resulta muy difícil pronunciarme y no lo voy a hacer, salvo para llamar la atención, de un lado y de otro, sobre lo importante que es hacer una ley que proteja los derechos 'trans' como a cualquier otra minoría muy vulnerable, sin olvidar el hecho de que es muy importante que las leyes se piensen muy bien. No creo que la ley resuelva bien el problema, porque el problema es muy complicado y frente a una oposición de distinto signo que simplifica el problema hasta llegar a la transfobia tenemos una ley que creo que también ha simplificado el problema sin considerar todas las espinas y contradicciones que lleva en su formulación. Cuando hablamos de 'trans' siempre recomiendo el libro 'A la conquista del cuerpo equivocado' de Miquel Missé, un militante e intelectual 'trans' que creo que tiene una posición enormemente sensata a la hora de abordar toda la complejidad de la cuestión 'trans'.