Descolgar un cuadro no lleva más de cinco minutos, pero aquí se invierte más de una hora en el proceso. El tiempo parece detenerse cuando se trata de manipular una obra de arte: no existen las prisas. La sala de exposiciones vacía, sin público, se transforma en una especie de quirófano con una 'mesa de operaciones' donde reposa un 'sorolla'. Lo acaban de retirar de la pared donde habitualmente recibe al visitante del Museo Carmen Thyssen de Málaga. Se va de viaje. Por primera vez, una obra de la colección de la pinacoteca malagueña cruza el Atlántico para exhibirse en un museo de Estados Unidos. Un préstamo internacional que visibiliza la marca Thyssen Málaga en el extranjero y amplía su red de colaboraciones en el circuito del arte.
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'Patio de la casa Sorolla' (1917) formará parte de la muestra 'Joaquín Sorolla y Esteban Vicente. A la luz del jardín' que se exhibirá en el Parrish Art Museum, en los exclusivos Hamptons de Nueva York, desde el 7 de agosto hasta el 16 de octubre. Una obra bellísima de madurez, de un Sorolla ya abuelo, donde el pintor valenciano vuelve sobre un tema recurrente en su creación: la luz y los colores del jardín que se diseña en su residencia madrileña. Es una pieza representativa del estilo y la técnica del autor, con esos empastes característicos de su pintura que tan bien conocen los conservadores: capas gruesas de óleo que con el tiempo se agrietan en el lienzo formando craqueladuras. Es el envejecimiento natural del arte, no se interviene sobre él, pero se supervisan periódicamente para evitar pérdidas de color.
Cada préstamo, con independencia del destino, activa un complejo protocolo que comienza meses antes en el departamento de Registro y que encara su fase final en sala, donde ahora estamos. Francisco Zambrana, de Quibla Restaura y responsable del cuidado de la colección, coteja el estado de la obra con los puntos calientes que indica su informe de conservación. En una fotografía del cuadro, varios círculos rodean las zonas donde se marcan con más intensidad las 'arrugas' de la pieza. Zambrana, acompañado por la directora Lourdes Moreno, los revisa uno a uno con la ayuda de un potente foco que aporta una luz extra a la estancia.
Examina la pintura y también el marco, anotando en un folio los puntos con pérdidas. Repetirá el procedimiento cuando el cuadro vuelva a casa, como garantía de que regresa igual que salió. El documento firmado por el restaurador y el museo se adjunta como último paso en la caja en la que viajará a Madrid. Allí se unirá a otros 'sorollas' del museo del pintor y juntos pondrán rumbo a Nueva York, donde conservadores del Parrish Art Museum comprobarán una vez más que las craqueladuras se mantienen estables.
Todo el proceso se ejecuta con precisión y delicadeza, a cámara lenta, sin movimientos bruscos, con guante y bata blanca. El momento de mover la obra para su embalaje es el más sensible. Profesionales de la empresa especializada en transporte de obras de arte Tti se han desplazado desde Madrid para ese trabajo. Traen una caja de madera fabricada a medida para 'Patio de la casa Sorolla', una construcción robusta, con refuerzo interior contra golpes, ignífuga y con aislantes térmicos y de humedad. De ahí ya no saldrá hasta, al menos, 24 horas después de llegar a Nueva York, el tiempo de espera establecido para que el lienzo se aclimate a su nuevo entorno.
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Entre dos personas colocan la pieza sobre un papel especial de embalaje. Pero algo falla: la parte trasera de la obra se adhiere a él. El conservador detecta que en el durmiente, en el sistema de sujeción, hay restos de cinta adhesiva, probablemente de un traslado anterior en el que se unieron con ella las dos partes que se usan para anclar el cuadro a la pared. Zambrana lo retira con un algodón mojado en alcohol y lo pone por escrito en el informe de conservación que va a EE UU. Por dos motivos, para que quede constancia y para se elimine completamente cuando la pieza vuelva a Málaga. Tras esperar unos minutos a que el alcohol se evapore, la pintura se envuelve definitivamente y se guarda en su caja sellada y precintada con un código específico. Y este dato es clave: el número se incorpora al informe que se incluye dentro de la caja y permite demostrar que el embalaje no ha sido abierto durante el camino.
Será la primera salida a Estados Unidos desde el Carmen Thyssen, pero no es ni mucho menos la única. Se suma a una larga lista de préstamos a instituciones de todo el territorio nacional y buena parte de Europa: 126 obras se han pedido en total desde los inicios del museo. «Y cada vez recibimos más solicitudes, se aprecia un mayor interés», confirma Lourdes Moreno. El crecimiento es exponencial. Como explica Clara Ruiz, responsable de Registro del museo, «cuanto más viaja una pieza, más se conoce y más presente está en los catálogos» donde la encuentran los comisarios de las exposiciones. Y luego hay un hecho obvio: «Si tú no prestas, no te prestan».
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Cada petición se somete a estudio para valorar su idoneidad, las condiciones de seguridad de la propuesta, la disponibilidad de la obra y la oportunidad: el Thyssen no puede dejar vacío de contenido su discurso expositivo. Pero la baronesa es «generosa» con su colección: «Salvo que haya un motivo de peso, no decimos que no». Una vez con el 'sí' de dirección y Patronato, empieza el intercambio de documentos con el destinatario para fijar los requisitos de la póliza y del transporte. Un papeleo que, en este caso, requiere incluso de un permiso de exportación temporal del Ministerio de Cultura. El solicitante corre con todos los gastos.
Hasta siete veces ha cruzado las puertas del Thyssen 'Rocas de Jávea', también de Sorolla, en los once años de historia de la pinacoteca. Seis, con esta, son las salidas que ha tenido la recreación de su patio. En lo que va de 2022, han recibido seis solicitudes de préstamos, una menos de las que tuvo en todo 2019, antes de que el mundo se frenara en seco. Eso sí, ganan por goleada las peticiones nacionales: solo dos proceden del extranjero, la de Nueva York y una aún en estudio desde Alemania.
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Hora y cuarto después de descolgar el cuadro, 'Patio de la Casa Sorolla' se pone en ruta. Son las diez y cinco de la mañana y los primeros visitantes empiezan a recorrer las salas de pintura andaluza y española del XIX que dan identidad al Carmen Thyssen. Ellos ya no verán en directo los colores de esta pieza del pintor valenciano, pero en su lugar encontrarán la explicación: «Esta obra se encuentra en préstamo temporal en la exposición 'Joaquín Sorolla y Esteban Vicente: A la luz del jardín', en el Parrish Art Museum, EE UU, desde el 7 de agosto al 16 de octubre», se lee en una cartela con su fotografía.
'Retrato de Jacqueline con gola' de la colección del Museo Picasso Málaga (MPM) está expuesto ahora en Basilea (Suiza). Y hasta 30 grabados del libro ilustrado 'Las metamorfosis' de Ovidio de la Casa Natal del genio se exhiben estos días en el Meet You Museum de Shanghai (China). Los préstamos internacionales salen del letargo obligado de la pandemia y regresan, pero de otra manera. La crisis del coronavirus, las tensiones geopolíticas y sus efectos económicos han transformado nuestro mundo y los museos no son ajenos a ello.
«Estamos viviendo un cambio estructural», apunta el director del MPM, José Lebrero. «La pandemia ha puesto de manifiesto que las cosas pueden hacerse de otra manera», añade Clara Ruiz, responsable de Registro del Carmen Thyssen. Por ejemplo, el correo, esa persona que acompañaba a la obra desde su origen hasta su destino (en algunos casos incluso dentro del propio camión), se reserva ya solo para los largos recorridos y con frecuencia se comparte entre varios museos (como se ha hecho con los 'sorollas' que van a Nueva York).
Se impone la supervisión telemática, por videollamadas, y el seguimiento de la pieza con las nuevas herramientas tecnológicas. Y al mismo tiempo, se sustituye la documentación impresa por la digital. «Se ha vuelto de forma mejorada, con más sensatez», reflexiona Laura Gaviño, responsable de Registro de la Casa Natal de Picasso, que pone el foco en el reto de la sostenibilidad. Crece la preocupación por la huella de carbono que genera cada traslado y por todo lo que conlleva la conservación preventiva.
Se busca «la eficiencia», apostilla Ruiz. «Lo que obliga a repensar si es necesario y oportuno solicitar 40 obras de 40 lugares distintos del mundo», añade Lebrero. Los transportes exclusivos, salvo en casos de obras muy valiosas, ya son los menos y se flexibilizan las condiciones para compartir ruta. «Ahora se entiende que un transporte desde Málaga pueda parar en Barcelona para recoger obra y seguir hacia París», detalla Gaviño. De esa forma, se reduce la contaminación y se abaratan costes.
Los centros de arte aún arrastran las consecuencias económicas del parón y eso se traduce en un recorte del presupuesto y de los fondos disponibles para solicitar obras. Cada préstamo que se pide a un museo implica una fuerte inversión, no solo por los elevados precios de los seguros, sino sobre todo por los gastos que exige un transporte especializado y acondicionado para el arte. Más ahora, con los costes de la energía y los combustibles disparados.
No solo eso: en estos tiempos, la incertidumbre se ha hecho más presente que nunca. «El miedo producido por la pandemia al contacto con otros, con otros lugares, también ha frenado la disposición de las instituciones a prestar las obras», señala Lebrero. Como contrapartida, se intensifican las exposiciones con fondos propios o, en todo caso, de instituciones nacionales. «Recurren a obras de sus colecciones para su discurso expositivo; y en vez de 50 prestadores recortan y acuden a muchos menos», cuenta Gaviño. Todo en un contexto de guerra en Europa que complica aún más la circulación del arte. «Los niveles previos a la pandemia no van a ser recuperables», vaticina Lebrero.
Y a pesar de esta compleja realidad, los museos de Málaga prevén un repunte de las salidas de obras en 2023 gracias al malagueño más universal. La celebración del 50 aniversario de Picasso ha hecho que las solicitudes se incrementen en el Museo Picasso y en la Casa Natal del genio. Esta última tiene hasta principios del próximo año obras en gira por China y en París. El MPM ha recibido peticiones de Lyon (Francia), La Coruña, Madrid, Bilbao e incluso Estados Unidos. «Se hacen las evaluaciones necesarias y, si se puede, se presta. El Museo Picasso tiene vocación de servicio público», apostilla.
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