
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El viaje se prolongó durante cinco años, de norte a sur, en carretera, por medio centenar de ciudades del país. Al terminar aquel periplo, Dmitry Lookianov tenía más de 300 fotografías. «Estaba obsesionado con viajar por Rusia y cuando aquello terminó no sabía si esas imágenes iban a tener algún interés para alguien», comparte. Y sin embargo, al visitar meses más tarde la exposición organizada junto al Kremlin con algunas de aquellas instantáneas, Lookianov se topó con una chica llorando. «Me dijo que había recordado los juegos que ella hacía cuando era niña y que eso la había emocionado», ofrecía este viernes el joven fotógrafo que presenta en la Colección del Museo Ruso la exposición 'Intrinsic journey'. El proyecto supone, además, el desembarco en Málaga del festival PHotoEspaña y llega de la mano de la Fundación Ankaria.
El presidente de esta última, Ricardo Martí Fluxá, ha reivindicado este viernes que el trabajo de Lookianov (Krasnodar, Rusia, 1983) «refleja el alma de Rusia». Un viaje al corazón del país que en el objetivo de Lookianov toma la forma de escenas marcadas por una melancólica belleza. Edificios abandonados, calles agrietadas que parecen desembocar en ninguna parte, barrios periféricos cuarteados por el paso del tiempo y alguna hamburguesería de una multinacional americana que aparece más sola que la una. «Para mí este proyecto ha sido como un viaje sin destino con la única intención de plasmar algo que tenía dentro y que quería salir al exterior», ha detallado este viernes el autor de un montaje que sirve además para estrenar un nuevo espacio expositivo en la primera planta de la colección instalada en los pabellones de Tabacalera.
«Mucha gente se ha olvidado de aquella Rusia, por eso creo que estas imágenes pueden ofrecer varios significados, desde la Rusia de hace unos años hasta la de nuestros días», ha añadido Lookianov, cuya obra recala en el Museo Ruso después de ser seleccionada por los responsables de la Fundación Ankaria y PHotoEspaña. En este sentido, Martí Fluxá ha destacado que la muestra del museo malagueño representa además la primera ocasión en la que esa colaboración entre ambas entidades cristaliza en una exposición.
«En los últimos cinco años hemos colaborado con PHotoEspaña en la organización de diferentes visionados en Tánger, Lisboa, Senegal, Roma y Moscú», ha detallado el presidente de la Fundación Ankaria y del Real Patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. En todos los casos, ponían el foco en fotógrafos «jóvenes y creativos» para incorporar sus obras a la colección de la fundación. Y, tal como Martí Fluxá ha recordado en el caso de Lookianov, en esta ocasión tuvieron claro que esas imágenes debían protagonizar su propia exposición.
El presidente de la Fundación Ankaria ha desgranado cómo las fotografías de Lookianov reflejan «el proceso de transformación de Rusia» y ha incidido en el afán de la entidad por «favorecer la promoción de los jóvenes». Una vocación compartida en este proyecto por los responsables de PHotoEspaña, cuya directora, Claude Bussac, ha destacado que esta es la primera exposición que el festival ofrece en Málaga.
Así, Lookianov brinda en el Museo Ruso algo así como su propia guía por su propio país, bien alejada de los estereotipos, como establece el geógrafo Vladimir Kagansky en el texto que acompaña a la exposición programada hasta el 8 de septiembre: «Parte el artista de la tesis de que la visión que tienen los turistas de los lugares y ciudades que visitan, incluidas las afueras de las típicas urbes de provincia, con sus típicos edificios, resultan iguales en cualquier lugar del planeta. De esta manera, esos paisajes tan comunes son los que capta la lente del Dmitry, y cada una de sus fotos representa una búsqueda de lo estético, donde el propio concepto de 'estético' resulta inaplicable».
«El 'boom' visual que se vive en la actualidad -prosigue el investigador- nos revela una idea clara: la gente solo ve lo que está en su entorno y tiende a registrar lo inmediato…, gracias a nuevas disciplinas visuales, artes y técnicas. Sin embargo, el espacio está a su alrededor, en todas partes. Viajar es hoy una actividad barata, rápida, ningún sitio está muy lejos, y todo ello ha multiplicado extraordinariamente el turismo en el mundo. En este contexto, surge un interrogante: ¿Es difícil ver (no mirar) y registrar algo de esta manera? La respuesta es rotunda: es difícil».
«Dmitry Lookianov hace fotos de lugares vividos que parecen triviales en un primer momento, porque todos vivimos inmersos en un paisaje», acota Kagansky antes de rematar: «Pero esta aseveración no es del todo verdad. Hay cosas tan familiares y tan arraigadas en nuestro pensamiento, en el tejido de nuestra consciencia, que es muy difícil poder percibirlas. En un paisaje, la gente ve escenarios que son fruto de su experiencia mirando pinturas. Vemos lo que es especial, extraordinario, bello, aterrador, sorprendente, rostros, escenas, monumentos… señales. Sin embargo, no vemos el paisaje en sí, vemos los detalles que lo reemplazan. Y lo hacemos de acuerdo con nuestro estado de ánimo o con nuestra valoración, siguiendo un modelo o destruyéndolo, con admiración o con horror. Todo se reduce a amar u odiar».
Y ante las imágenes de Lookianov, la decisión está clara.
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