Vargas Llosa celebra en Málaga el poder transformador de la literatura

El escritor peruano celebró el poder transformador de las letras en la inauguración de Escribidores, el festival literario de América y Europa que afronta en Málaga su segunda edición. Una cita que potenciará esa capacidad revolucionaria de la narrativa y de la poesía con un «encuentro transatlántico» entre decenas de autores de ambas orillas, pasando por Francia, país invitado. El evento está organizado por la Cátedra Vargas Llosa junto con la Fundación Unicaja y la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Junta de Andalucía.

Las letras galas estuvieron muy presentes en la charla inaugural que protagonizaron Vargas Llosa y el cubano Leonardo Padura en la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina. No podía ser de otra forma: el Premio Nobel de Literatura llegó este miércoles a Málaga solo dos semanas después de hacer historia al ser el primer autor en lengua hispana –sin ningún libro en francés– que ingresa en la Academia Francesa.

Era natural que saliera a relucir el impacto que la lectura de Flaubert provocó en aquel escritor de varias décadas atrás «que tenía muchas dudas» sobre el rumbo de su vida y de su obra. «Me preguntaba qué clase de literatura podía ofrecer un país como Perú donde no hay editoriales y existen pocas librerías, todas desconectadas de los grandes centro de cultura del mundo. Pero leyendo a 'Madame Bovary' y a Flaubert olvidé todas esas cosas y me dije 'no existe nada que se compare a la riqueza de la literatura, a la formidable transformación de la literatura'», resumió.

Ante una sala abarrotada que se quedó pequeña para acoger a todos los que esperaban en la puerta al Premio Nobel, Vargas Llosa situó el inicio de la novela moderna en la obra del autor francés. «Inventó un dios que carece de presencia. Es una voz que de alguna manera va describiendo las escenas, una voz que no opina, que no tiene juicio, impersonal. La novela moderna de alguna manera se nutre de él». Para Vargas Llosa, Flaubert exhibió en cada frase «un rigor insólito en un novelista», buscando la perfección rítmica de todo lo que escribía, rehaciendo por completo las frases si al pronunciarlas no le sonaban bien. «Flaubert pensaba que trabajando mucho llegaba a tener un estilo muy puro». Una preocupación por las formas de la que Vargas Llosa se siente heredero: «Trabajo constantemente el estilo, produzco cosas muy distintas, episodios muy distintos que van poco a poco construyendo una historia que tiene muy poco que ver con la idea inicial».

«En última instancia los escritores no saben de qué escriben», bromeó provocando la risa de la audiencia Vargas Llosa. Como admitió, el proceso de escribir una novela es «muy largo» y complejo: «A veces yo me encuentro con un mundo que no soñé jamás que se ha impuesto y manifestado de manera tan convincente que me ha obligado a dejar completamente la idea inicial que tenía de esa historia». Del mismo modo, se ha topado con personajes que de forma «maniática se niegan a aceptar su propio destino» y tiene que rendirse ante ellos. La experiencia, dijo, le ha enseñado a no oponerse a esos impulsos: «Las novelas que al final resultan no tienen nada que ver con lo que eran al principio».

«Uno tiene que oír las voces de los personajes», corroboró Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras, que coincidía con él en la evidencia de que escribir «nunca ha sido fácil». Padura confesó estar también «cumpliendo un sueño que nunca hubiera soñado» al compartir charla con uno de los escritores que más ha leído en su vida. «'La guerra del fin del mundo' me la he leído alrededor de cinco veces. Y admiro profundamente tu capacidad de manipulación, eres un gran manipulador. Cada vez que la empiezo quiero que los rebeldes ganen al final de la novela», reconoció el autor entre risas. Es, añadió, «un ejemplo» de cómo conducir al lector.

Padura repasó, además, las claves de su protagonista estrella, el policía Mario Conde, a través del cual trata de hacer «una crónica de la Cuba contemporánea» en libros cada vez menos policíacos y más sociales. Marisol Schulz, la directora general de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ejercía de moderadora entre estos dos «gigantes» en un diálogo titulado 'Los personajes de mi vida'. «De la vida literaria», puntualizó Schulz.

Fue el punto de partida de una nueva edición de Escribidores, el puente entre las letras de América y Europa que este año se expande desde Málaga hacia Almería, Sevilla y Granada. José Manuel Domínguez, presidente de Fundación Bancaria Unicaja, aplaudió que Andalucía se convierta estos días en un «parnaso intercontinental», el epicentro de la literatura con una doble función «lúdica y de reflexión». «Las palabras son hoy un hilo maravilloso que nos permiten conectar territorios alejados en lo geográfico pero colindantes en lo literario», se felicitó el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Arturo Bernal, acompañado en la inauguración por el secretario general de Cultura de la Junta, Salomón Castiel; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, e Isabelle Berneron, agregada para el libro del Institut français de España.

Comienzan así cuatro días de mesas redondas, encuentros y diálogos entre una treintena de autores, editores y periodistas. Un festival convertido en «bisagra» entre diferentes tradiciones literarias, en palabras de su director, Raúl Tola, que aún no ha tocado techo: «Esperamos que crezca más».