El Valle de las Lágrimas

La de Bayona, además de al Globo a mejor película en habla no inglesa, aspira también a tropecientos Goya (13) y a varios Oscar, entre ellos los de banda sonora (una delicia de Michael Giacchino), maquillaje y peluquería (un portento cronológico, o hasta estético-médico) y efectos especiales (una virguería a mayor gloria del realismo de la historia, que hace de Sierra Nevada la localización idónea para ese original Valle de las Lágrimas donde vino a caer aquel avión de la tragedia aérea más famosa del último siglo).

La propuesta de este gran filme aspira a que usted se acongoje o emocione vía pellizcos, ay, y no tanto mediante el morbo o los sobresaltos. En mi caso ocurrió, confesiones de año nuevo, cuando un herido da las gracias a todo Dios representado en sus colegas impelidos a mantenerse con vida, incluso con renuncia a sus principios. Sobre el papel, entre trozo de rosco con relleno y pedazo remojado de otro sin relleno, lo de revisitar 'Viven' y la tragedia del accidente aéreo de Los Andes no era muy apetecible. Ser testigo de prácticas antropofágicas en medio de los desaforados banquetes navideños, ah, no resultaba la mejor idea, vaya. Pero craso error. En este ayuno de enero estoy seguro de que la delicadeza y genialidad de Bayona se zamparán más de un premio.