La nube doble

Uvas emparejadas

Lunes, 9 de diciembre 2024, 01:00

Tras el éxito de 'Antidisturbios' había ganas de ver lo último de Rodrigo Sorogoyen para las ya no tan pequeñas pero múltiples pantallas. A pocas semanas de que nos den las uvas, Movistar Plus+ ha desgranado los diez capítulos que componen 'Los años nuevos': primero ... estrenó los cinco episodios iniciales con esa historia donde dos treintañeros, Ana y Óscar (Iria del Río y Fancesco Carril) comienzan a forjar una azarosa pero corriente relación, y desde el próximo jueves veremos los cinco finales, de nuevo ambientados en torno a nocheviejas o días de año nuevo sucesivos, siempre iguales, todos distintos.

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A lo largo de una década, la serie dibuja ese paso del Rubicón anual, simbólico y rutinario, en la vida de esta pareja pelín pija: desde las alocadas nocheviejas de desfases o colegueo a las fiestas en casas rurales, luego en casas familiares (atronador el capítulo de encuentro con los suegros), o incluso hasta esas despedidas de año de escapadita, lejos de todo para insuflar aire o viento fresco a la propia relación. Una idea bonita, algo artificial si acaso, pero que el guion escrito por Sorogoyen junto a Paula Fabra y Sara Cano, entre otros, dota de un carácter hiperrealista. Hacer una serie sobre qué le pasa a una pareja cuando le pasan diez años por lo alto, ahí es nada. Un reto del que Sorogoyen sale airoso, no en vano es uno de los mejores de su generación. Aquí son estupendas, por infrecuentes, las escenas de pasión, rodadas con una intimidad tan doméstica como reconocible.

Sin duda para disfrutar de la serie no hace falta haber tenido un revolcón con música de Nacho Vegas de fondo, cosa que siempre marca, ay. Pero me temo que 'Los años nuevos' no da el gran campanazo que se esperaba, o no para todo el mundo, quizá por un exceso de verborrea en algunos pasajes. O quizá porque cierto espíritu de Malasaña lo adoba todo. O simplemente, puede, porque el retrato generacional y parsimonioso de los vaivenes de estos personajes un poco ajenos a nuestro padecer nos abstrae mucho de lo que les pasa, ah, que tampoco es nada nuevo.

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