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Málaga y Melilla han estado siempre unidas por un antiguo documento público: la Guía Telefónica Málaga-Melilla. Hace tanto tiempo que no veo una guía ... telefónica que casi dudo de su existencia, pero también hace mucho que no veo un elefante, y sin embargo ahí están, campando. Este periódico también se vendió en Melilla durante mucho tiempo, y hay muchos melillenses en esta provincia, por lo que la relación entre ambas ciudades es casi umbilical. A veces me he preguntado si en Melilla hay una ola del malagueño como aquí tenemos la ola del Melillero. Creo que no. La ola del Melillero también está ausente, es una entelequia, pero permanecemos unidos a Melilla por el prefijo 952, si es que alguien sigue utilizando el fijo para algo.
Ahora recuerdo a un viejo amigo que estaba obsesionado con visitar Melilla, el más allá, según un chiste casi tan antiguo como él. La Ciudad Autónoma tiene muchos encantos que bien merecen un paseo, ya no importa si en barco o en avión. Entre los atractivos de Melilla se encuentra, sin duda, su arquitectura: Melilla cuenta con una de las mayores concentraciones de edificios modernistas fuera de Barcelona gracias al arquitecto Enrique Nieto, discípulo de Gaudí, quien, por cierto, murió atropellado por un tranvía. Pasear por sus calles, las de Melilla –que no tiene tranvía— es disfrutar de una muestra de este estilo arquitectónico en plena ciudad africana, con edificios coloridos, ornamentados y elegantes. Dicen los cursis que en Melilla La Vieja se respira la historia. La ciudad también ofrece una gastronomía tan variada como las distintas culturas que han pasado por ella, dejando su impronta.
Entre todas las excusas que podríamos encontrar para visitar Melilla, está el Iwa Fest. Su tercera edición se celebra entre el 30 de septiembre y el 5 de octubre, aunque lo más destacado será el último fin de semana, del 3 al 5 de octubre. «Iwa» es un saludo cariñoso en la lengua rifeña, que significa «hola, ¿qué tal?». El festival, dedicado a este cruce de culturas, ofrece actuaciones que subrayan la diversidad de orígenes. Entre ellas, destaca la de Rocío Márquez y Bronquio, que siguen dando de qué hablar con el espectáculo heredero de su proyecto discográfico, 'Tercer cielo', una maravillosa fusión entre flamenco y música electrónica que crea un estado entre lo terrenal y lo etéreo. O Baiuca, un productor que detona una explosión que va del folklore a la fiesta. O Acid Arab, la alquimia perfecta entre la electrónica más ácida y los sonidos árabes, una fusión explosiva que convierte ritmos tradicionales en pistas de baile hipnóticas, donde Oriente y Occidente colisionan sin compromisos. Y también está Verde Prato, cuya voz convierte la tradición vasca en un eco contemporáneo y minimalista, lo ancestral se desnuda para encontrar una nueva vida entre sintetizadores y melodías envolventes. Iwa Fest, cuyo bono sale por 20 euros, ocupa varios espacios emblemáticos de la ciudad de Melilla, ofreciendo el empuje necesario para visitarla de una vez y comprobar que no está tan lejos como dice el chiste.
Otro detonante es el precio del trayecto. Hay quien opina que las distancias no se miden en kilómetros, sino en euros. La ciudad de Melilla ha optado por la vía rápida y ofrece un bono para visitarla: te cubren el 80% del billete y hasta 20 euros por habitación y noche. Ya no hay excusas, pienso yo, y el viaje al Iwa Fest se ha transformado en inminente.
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