Es la serie del momento. Netflix todavía no la anuncia entre sus próximos estrenos, pero 'La chica de nieve 2' ha regresado al lugar del crimen. A esa Málaga lluviosa y oscura de la primera entrega que vuelve a ser la protagonista de la segunda ... temporada, 'El juego del alma', que adapta la secuela homónima del aplaudido Javier Castillo. La persistente periodista Miren Rojo (encarnada por Milena Smit) vuelve a la plantilla SUR para investigar con la ayuda de un nuevo compañero, Jaime (Mike Esparbé), la tortura y muerte de un par de chicas. Caso difícil y peligroso para el que tiene todo el apoyo de la redacción del periódico. Tanto que tres periodistas nos hemos apuntado al rodaje, aunque sea de extras. Todo sea por encontrar a los malos de la película. O la serie. Y de camino, a ver si podemos llevarnos una foto con la prota.
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7,30 horas: Dos truenos descargan sobre Málaga. Mal día para rodar, que dirían en 'Aterriza como puedas'. Salvo que sea la secuela de 'La chica de nieve', donde llueve mucho. Tanto que incluso se le criticó a la primera temporada el exceso de agua donde «nunca» llueve. Pero sí, sí que cae agua en la Málaga de la sequía y al rodaje le viene de perlas.
8,10 h: Citación de los extras en el Gran Café de El Palo, antigua Casa Pedro y sede de Diario SUR en la ficción. Uno de los laterales de la fachada del edificio ha perdido su color amarillo bar por el rojo prensa con el logotipo del periódico. Dentro, la lluvia contribuye un poco al caos de la llegada en tromba de los extras sacudiendo paraguas y abrigos. Es un día complicado con hasta una treintena de figurantes.
–«A partir de ahora no tenéis nombre, sois personajes».
Lo advierte Ángela Oliva, coordinadora de figuración, que nos clasifica como si estuviéramos en clase. A un lado, los transeúntes; más cerca, los 'chicos banco' y la doble de luces de Milena Smit; al fondo, los abuelos, los conductores, la gitana y el kioskero; detrás, los curritos, el padre y los niños, y, al otro lado, los periodistas de SUR que, por esta vez, son verdaderos redactores del periódico. Lo suyo es que estuvieran aquí Juan Cano e Irene Quirante, los sabuesos de Sucesos, pero a falta de los titulares el prurito lo defiende Ana Barreales y el que escribe. Amén de nuestro imprescindible fotógrafo, Salvador Salas.
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8,35 h: Tras poner orden, turno de maquillaje y vestuario. La trama se ambienta en 2021, así que por mensaje el día previo han dado unas indicaciones para el 'uniforme'. Los que hacemos de periodistas nos hemos puesto lo de cualquier día. El que mejor va es Salas, 'Bori', para los amigos. Se ha traído las cámaras colgando del cuello para su autopapel de fotero de SUR. Ha clavado el personaje. Parece que ha nacido para esto. Con solo un vistazo pasa el visto bueno de sastrería.
8,44 h: Momento 'glamour'. Paso por el chapa y pintura del cine. Frente al espejo coronado de bombillas, maquillan a la tropa sin prisa, pero sin pausa. «Hay días que solo hay cuatro personas y otros que sois treinta como hoy», nos cuentan entre brochazo y brochazo mate para evitar brillos en cámara. A Ana Barreales le han puesto un «chuflo» –un «coco», me traduce–, aunque ella opina que está mejor con el pelo suelto. Pero no rechista. Otro tema a disimular son los tatuajes. Preguntan a todos los figurantes si llevan y dónde. Los más jóvenes levantan la mano casi todos y pasan revista. Tanta cautela se debe a que si se 'cuelan' en pantalla generan derechos de autor y por eso se evitan salvo que estén creados para la trama.
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9,15 h: Desde la llegada hay café para todos, bollería y bocadillos. En la calle llevan ya rato preparando la primera escena a rodar, mientras que la sala de máquinas del Grand Café es un hervidero de técnicos y personal. Pasan una lista con los nombres –aquí no somos personajes– para firmar que estamos en cuerpo y alma. Y nos avisan de la confidencialidad y que guardemos los móviles. Por hacer de periodistas de SUR en 'La chica de nieve 2' lo hubiéramos hecho gratis, pero, obligatoriamente, todo trabajo en un rodaje es remunerado. El extra básico –casi todos los presentes– cotiza a 53,99 euros netos por 9 horas de rodaje (8 trabajo y una de descanso).
9,30 h: Acción. Comienza el rodaje de verdad. Ya no llueve. Se llevan al nutrido grupo de transeúntes a la Avenida Salvador Allende para la primera escena. Los demás vamos por otro café.
10,04 h: La espera se alarga y verse las caras continuamente crea hermandad. Ana y Bori hablan con la gitana, que es una paya y tiene nombre, Mari Carmen Tenllado.
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–«¿Tú lees la mano?», le pregunta Salas con retranca.
–«Yo lo leo todo, pero no gratis».
Eso es meterse en el papel.
10,39 h: Los transeúntes vuelven al cobijo de los extras. Cuentan que han rodado una decena de tomas con los protagonistas saliendo del edificio y entrando en un coche. «Esto es entretenido y me apetecía, pero también estoy inactivo; si tuviera trabajo no me lo plantearía», cuenta Arón León, uno de los figurantes.
10.43 h: Entran Milena Smit y Mike Esparbé en el Grand Café y pasan por maquillaje. A ver si se tercia hacerse una foto, aunque esto parece calle Larios en hora punta. Es el momento del recreo. Bueno, de la pausa para el bocata. «Comed ahora que no se toma nada hasta el almuerzo», avisa la coordinadora de figurantes y los que todavía no lo habían hecho se levantan a por el entrepan calentito de lomo. Algunos hasta ahora solo hemos hecho comer. Desnutrido no se queda uno en un rodaje, desde luego. «Ofreced bocatas a los policías que paran el tráfico», se escucha por el pinganillo de los técnicos. Lo dicho, en un rodaje, a la hora de comer, se come.
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11,05 h: Tras el avituallamiento, se van otra vez los transeúntes a sus marcas. A los periodistas nos dicen que somos «los siguientes» y la sonrisa nerviosa es indisimulable. Pero los abuelos nos toman la delantera. Nos sacan a la calle para estar «prevenidos». Veinte minutos después se acuerdan de nosotros y nos dicen que podemos esperar dentro. Falsa alarma. De camino al interior, no tarda en salir esa máxima de los rodajes: «Pues sí que no pagan por trabajar en los rodajes, sino por esperar entre escena y escena». «O por solo esperar», apunta Ana con la medio sonrisa del emoji.
12,11 h: «Venga, a rodar los periodistas», nos avisan a los últimos de la fila. En segundos estamos en el 'set'. Las cámaras apuntan a Smit y Esparbé sentados frente a la redacción de SUR. Tampoco es esta nuestra escena, así que nos apostan de mirones con palco de primera al rodaje. Ensayan la escena. Milena llega mientras su compañero habla y le da vueltas a un chupa–chups. Les sale redondo y los actores chocan esos cinco. Ahora a rodar de verdad. «Silencio, motor, acción». David Ulloa, el director, pide repetir después del «corten». Y así varias veces. Tanto que Barreales se preocupa: «Se va a quedar sin chupa–chups». Efectivamente, en la última toma la golosina es ya un palo.
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12,23 h: Los periodistas y la gitana aguardamos el momento de entrar al fin en escena. «A este paso me voy a casa sin vender ná», suelta Tenllado, con su flor roja en el pelo, su bata de boatiné y su romero en la mano. Mari Carmen, que trabaja a rachas en Limasa o en la ayuda a domicilio, se presentó al casting porque un amigo la animó. Bori le dice que somos periodistas.
–«Claro, para la película.
–«No, no, trabajamos en SUR de verdad –le dice Bori Salas–».
–«Sí, hombre, esa cámara es de plástico».
–«Que no, que no, que es de verdad. ¿Te hago una foto?».
–«¿Lo dices en serio? ¿Me vais a sacar en el periódico? ¡Qué ilusión!»
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Y Bori le tira el retrato con promesa de salto a la fama.
12,54 h: Por fin entramos en escena. Patri, ayudante de dirección, nos coloca en el semáforo de Avenida Salvador Allende, frente a la fachada de ficción de SUR. Milena Smit va a pasar en coche por delante de nosotros y, a continuación, cambiamos de acera. Un cruce con la protagonista, pero no será un cara a cara. Ni siquiera de refilón. ¡Qué nos creíamos! Y la cámara está a nuestras espaldas. Como diez metros. «Como a todos los extras al final se nos va a ver una oreja», dictamina Barreales. Efectivamente, los extras, por definición, son los que hacen bulto. Pero qué auténticas van a quedar esas orejas.
13,10h: Milena pasa una, dos, tres y hasta cuatro veces con el coche. Y nosotros cruzamos una, dos, tres y hasta cuatro veces el paso de peatones luciendo oreja. «Redactores, cuatro metros para atrás», nos grita Patricia en la siguiente secuencia cuando tenemos que entrar al edificio del periódico. Y vuelta a hacer el paseíllo una, dos, tres… «Cambiamos», ordenan para rodar una tercera escena con Smit saliendo del coche.
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14,45 h: «A comer». Ángela reagrupa a toda la «figu» que anda desperdigada por la calle y vamos en comandita al campo de fútbol de San Ignacio. No hay partido, sino que han instalado allí la carpa del catering. Un comedor de quita y pon que da idea de la dimensión de esta producción. Más de un centenar de personas dan cuenta de su «rancho», como dice Salvador Salas. Bueno, rancho de lujo. Cuatro primeros y un par de segundos a elegir, pan, bebida, postre y café. Ni tan mal. El calabacín gratinado y el bacalao con patatas panaderas saben a gloria. Definitivamente, en los rodajes se come como un protagonista.
15,45 h: Eso sí, de sobremesa cero. Una hora de pausa exacta y ya estamos de vuelta. Retomamos posiciones en el semáforo para que se vuelva a cruzar el Wolkswagen verde de Milena Smit. Pero, oh sorpresa, esta vez la cámara está frente a nosotros, aunque en alto y algo lejos. Se nos verá la cara, además de la oreja. Cuando pasa el coche, vemos que Milena no está y le ha cedido el puesto a su doble. O sea no se le ve la cara desde donde está la cámara, ni se nos verá la nuestra tampoco, claro. Pese a ello, cruzamos el semáforo dándolo todo una, dos y tres veces. Minuto de gloria absoluto. Aunque después durará medio segundo o se perderá en el montaje final. Pero eso es lo de menos.
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16,33 h: «Corten». Todavía queda alguna escena, pero los periodistas ya hemos terminado por hoy. Las escenas en el interior del periódico se ruedan en interiores en Madrid, así que nos dan las gracias, nos recogen las acreditaciones de pega que nos han dado y para casa. Bueno, en realidad, nos vamos a la redacción. La de verdad. Porque esto, como los que ligaban con Ava Gardner, hay que contarlo, aunque no tengamos la foto con Milena Smit.
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