El lado más sensible de Pablo Alborán, en 'Planeta Calleja'

Pero esta vez era el turno de Pablo Alborán y se iba a ver el lado más sensible y emocional del malagueño. Lo decía él mismo en su cuenta de Instagram unas horas antes de que arrancase el programa: «Uno de los viajes más espectaculares e inspiradores que he vivido nunca. Estoy ansioso por verlo», apuntaba Alborán. Pues con las imágenes del paisaje del Lago Victoria -segundo lago de agua dulce más grande del mundo- empezaba el recorrido de Alborán y Calleja por Uganda. «Mi invitado es uno de los cantantas más exitosos, llevo años detrás de él y es difícil que vaya a un programa, pues ha venido. Pero en Uganda no le conoce nadie», presentaba Calleja.

Y allí estaba Pablo Alborán, jugando al parchís y sin dejar de sonreír. «He venido porque podía y porque estoy en un momento donde necesito un poco de desconexión», confesaba el cantante. A partir de ahí comenzaba a desnudarse el alma del malagueño para llegar a su faceta más real. Se escuchaba música de fondo y Pablo Alborán se echaba las manos a la cabeza sonriendo, estaban llegando para cantar con los miembros de Ndote Cultural Troupe, un grupo de tradición musical de sus antepasados que fabrica sus propios instrumentos.

Su voz ya se acoplaba a la del grupo y la desconexión se notaba en sus gestos. «Se ha olvidado del programa, del viaje y de todo», apuntaba Calleja a la cámara. Tras cantar uno de sus nuevos temas, 'Malabares', el artista malagueño se sinceraba: «Me está viniendo que te mueres, lo necesitaba. Es emocionante, es necesario para mí en este momento, que estamos viviendo una rapidez de emociones y exceso de información», comenzaba a reflexionar Pablo Alborán. A lo que añadía emocionado: «Necesitaba contacto real, ahora mismo no puedo parar y venir aquí me ha obligado a parar, esto es un regalo del cielo. Me habéis ayudado a reconectar conmigo mismo».

Lo de Pablo Alborán con su familia es un lazo que siempre ha tratado como imprescindible en su vida. Sentado tras la cena junto a Jesús Calleja, que le pregunta por su familia, el malagueño hablaba sobre ellos. De su padre, Salvador Moreno; su madre, Elena Ferrandiz y sus hermanos, Casilda y Salvador Alborán. «Mis padres se conocieron en Torremolinos, mi padre le tocaba la guitarra y así la conquistó. A día de hoy es maravilloso verlos», recordaba cómo se conocieron sus padres. «Soy súper ñoño, hablo con mi madre cuatro o cinco veces al día. Somos muy familiares», reconocía el cantante malagueño.

Rebobinaba en su memoria y Alborán aterrizaba en los recuerdos de su primer contacto con la música. «Mi hermano tocaba la guitarra y recuerdo que de pequeño un día toqué el piano de mi padre que era de su abuela. Mi madre me dijo que si me interesaba podía estudiar eso. A mi madre cuando le dicen que qué orgullo de niño siente que es que nos ha dado a los tres hermanos las alas para poder hacer lo que queríamos», completaba al hablar de sus experiencias.

Caía la noche y aparecía de nuevo el día en Uganda. Algún que otro momento fenómeno fan: “Nos han dicho que eres un cantante famoso”, le decían mientras se hacían fotos con él. La siguiente escena del programa era en el Parque Nacional Elizabeth. “Impacta, eh”, le indicaba Jesús Calleja. Allí, monos, elefantes o hipopótamos se cruzaban en el camino por el que el cantante y el presentador iban a pasear. Antes, Pablo Alborán se paraba a contemplar la naturaleza y boquiabierto lo observaba todo. Y, en mitad de la selva, se sientan de nuevo para hablar de música. “La canción más antigua que tengo es 'Desencuentro', la empecé a escribir con doce años”, descubría Alborán.

Otra de las escenas más impresionantes del programa pasaba mientras veían los hipopótamos. “Estamos en el sitio donde está la mayor concentración de hipopótamos de toda África”, presentaba Calleja. Aquí llegaba otro momento de emoción del malagueño, cuando llora desde el bote en el que paseaban. “¿Cómo me puedo emocionar tanto, tío?”, preguntaba mientras se secaba las lágrimas. “Esto es conectar otra vez con la naturaleza, te das cuenta de lo desconectados que estamos”, añadía Pablo Alborán. Y a raíz de ahí comenzaron a hablar del momento de su retirada hace unos años: “Fue un regalo poder parar porque empezaba a no disfrutar de los conciertos, de las entrevistas, de mis canciones... Empecé a mecanizarlo todo”, aclaraba el artista.

“¿Crees que la humanidad ha aprendido algo de la pandemia?”, lanzaba la pregunta Jesús Calleja. “La humanidad no sé, pero yo he aprendido muchas cosas. Entre ellas ganas de crecer y hacer cosas nuevas”, contestaba Pablo Alborán. Pasó otra noche allí: “No he dormido muy bien, había mucho ruido”. “Pero nos vamos hacer el safari”, le dice el guía. Allí, la imagen más emotiva fue el momento de ver a los leones, donde el cantante se mostraba otra vez boquiabierto ante estos animales en directo. “Qué pasada”, comentaba.

Había más momentos musicales en el programa, como cuando de repente comenzaron a improvisar y bailar el tema 'Tabú'. Y poco después volvieron a conectar con los animales en el Parque Nacional Kibale. “En este viaje estoy aprendiendo mucho a salir de la burbuja”, interiorizaba Pablo Alborán. “Pues ahora vas a enfrentarte a tu pariente más lejano”, le contaba Calleja. La escena que aparecía en ese momento era la del presentador y el cantante paseando a apenas dos metros de los chimpancés. “Mira, mira”, señalaba el malagueño su brazo con el vello de punta. “Hacía mucho tiempo que no me reía y lloraba tanto de emoción”, confesaba tras terminar el paseo.

Y, para terminar, no podía ser de otra forma que con la música. Pablo Alborán se unía a un grupo local y cantó el tema 'Por fin'. Más música en directo seguía para culminar el programa de 'Planeta Calleja' y una fiesta entre los vecinos de allí, Pablo Alborán y Jesús Calleja. “No me quiero ir”, confirmaba el malagueño. “Yo me quedaba aquí un tiempo más, ojalá mucha gente pudiera vivir esto con tus gracias, con tu humor y con la intensidad que se vive todo. Es honesto y real”, concluía Alborán mirando a Jesús Calleja.